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Los atardeceres son como pequeñas muertes dulces, ya que cuentan con la garantía de que mañana la vida volverá de nuevo. El ocaso es también una hora mágica que los hippies enseñaron a venerar como se merece. Con música, un cóctel en la mano, con minutos de silencio intentando ver el rayo verde y con aplausos al dios sol, el maquillador número uno del mundo, que embellece cuerpo y espíritu.
En verano, el momento entre el día y la noche se convierte en una ocasión especial para celebrar el buen tiempo. Restaurantes, beach clubs, bares o chiringuitos explotan esta opción con música, copas, djs y actuaciones. El adjetivo sunset se aplica ya a muchas terrazas y espacios concebidos como altares para celebrar esta liturgia diaria. Si ya vivimos el resto del año de espaldas al sol, bien está que en verano le demos las gracias, lo veneremos y hasta le miremos a los ojos durante esos breves momentos en que se deja ver, cuando ha perdido ya su fuerza y se dispone a descansar.
El sol se pone y la gente se divide entre los que recogen sus cosas de la playa y los que, recién duchados, se disponen a tomar algo antes de la cena. La playa de Camp de Mar, en el municipio de Andratx, cumple con los requisitos más exigentes: playa de arena fina, aguas color esmeralda, un islote al que se puede acceder por una pasarela de madera, una puesta de sol tras las montañas del inicio de la cordillera de Tramontana y un beach club, como dios manda, para sofisticar las tardes-noches de verano.
A ciertas horas del día el olor a crema solar se sustituye por un olor a champú y la chaqueta y la camisa blanca toman fuerza con respecto al bañador. Los niños, cansados de un día de sol, desfallecen en las hamacas de este lugar con público heterodoxo; desde alemanes a españoles pasando por suecos o italianos. Hoy el cine independiente ha sustituido a la música de dj o a la actuación en vivo de algún grupo o solista. Un día normal, la tónica habitual es la fiesta tranquila y las copas tras la cena con una buena conversación.
Tras la pandemia la música se ha convertido en el elemento perfecto para celebrar la vida, por eso es un ingrediente esencial en este beach club, además de su ubicación excepcional, pero eso ya es cortesía de la madre naturaleza. La comida es otro de sus puntos fuertes. La carta pretende ofrecer una experiencia sensorial de calidad, fusionando la cocina mediterránea con la asiática y cuidando hasta el más mínimo detalle la presentación de los platos porque, como ya todos sabemos, la comida no solo entra por los ojos, sino también por Instagram.
Pero la peculiaridad en este lugar es el show cooking que cada noche realiza el chef balinés Andri Bastian, conocido no solo por su pericia preparando platos, sino por su gran sentido del humor, uno de las claves de la experiencia. Además del menú que prepara este cocinero, la carta incluye delicias como su peculiar ensalada César, sus tempuras y baos -hay que probar el de pato-, sus sashimis o sus sushis.
La familia dueña de los terrenos colindantes decidió, hace dos años, gestionar este beach club de la mano de su director, Víctor Tarquino, quien lleva con maestría una orquesta de más de 40 trabajadores.
‘MARÍA 5 BEACH’ - Ses Dunes, 1. Es Camp de Mar. Tel: 971 25 12 46.
La isla es tierra de caballos hermosos que se alzan al cielo rojizo del atardecer, pero también de faros pintados a dos colores, negro y blanco, que no solo guían a las pequeñas barcas que vuelven al puerto de la dársena, sino que nos remiten a historias de naufragios y piratas.
Los muretes de piedra delimitan un terreno amigable de roca y matas y los balancines creados para mecerse, como si las olas te tocaran, son ahora víctimas de las redes sociales, con fondo anaranjado de un sol que se hunde en el mar, dejando una estampa de fondo de escritorio de portátil.
Pero el aire, tan relevante en el carácter menorquín, hace su aparición y te saca de la fotografía de un falso paraíso en el trabajo. De repente, te hace ser consciente de que tu sueño, por una vez, se ha hecho realidad; y de que la pantalla de tu ordenador no se oscurecerá tras un breve periodo de inactividad.
Estamos en Menorca y aquí todo tiene un carácter propio, hasta los beach clubs. Para empezar, este está montado en un faro, a 9 km de Ciutadella y con vistas a Mallorca. Además de un restaurante exterior, cuenta con otro interior que posee toda la magia de estas enormes lámparas que se ponían en las rocas y acantilados para alumbrar los mares de noche.
Para empezar la velada, nada mejor que un xoriguet granizado (ginebra, limón, azúcar y mucho hielo), que se puede degustar en una hamaca, una cabaña o una silla menorquina. Nada de camas balinesas en la isla más british de las Baleares.
La carta rinde homenaje al mar, al producto local y a las delicias menorquinas, como la langosta o el bogavante fritos con patatas y huevos, los pilotes de Sant Joan, las croquetas de sobrasada o queso de Mahón, el bacalao a la menorquina o el cachopo, ganador del Premio al Mejor Cachopo de Baleares 2022.
‘ARTRUTX SEA CLUB’ - Faro de Artrutx, Passeig Marítimo. Cap d'Artrutx. Tel: 638 81 09 64.
En la isla que no duerme, al menos durante los meses de verano, la puesta de sol puede interpretarse de muchas maneras. Puede ser el fin del día, pero también el principio para las criaturas de la noche, que llegan desde todos los rincones del mundo para bailar como posesos en medio de una multitud danzante. Y puede, también, ser ese único momento de descanso, de relax, de introspección entre la luz y la oscuridad, entre el sol y los flashes de los clubs, entre la inactividad de estar tumbado en la playa y el frenesí de las pistas de baile.
‘Sunset Ashram’ se levantó en un promontorio de rocas que dividen Cala Conta en dos. Una de las mejores playas de Ibiza, en Sant Josep de Sa Talaia, que cuenta con aguas de ensueño y un horizonte salpicado de islotes. La terraza principal de este beach club es un gran mirador circular con mesas y bancos de obra. De hecho, todo el lugar responde a una construcción que imita a los materiales naturales y sus colores: rocas, arena, madera, telas estratégicamente colocadas para darse una tregua de sol. Abierto todo el día, el lugar muestra su verdadero espíritu al atardecer, cuando la gente se concentra en las inmediaciones o en la playa para admirar el espectáculo cotidiano. Cuando la música -todos los días hay djs- empieza a dibujar sensaciones.
La carta del restaurante cuenta con sugerencias para el día y para la tarde para amoldarse mejor a lo que el cuerpo pide a cada hora. Platos rápidos, ensaladas frescas, muy apetecibles tras un largo día de playa, o platos más contundentes de carne y pescado elaborados con dedicación y buenos ingredientes. Sus profesionales juegan en la cocina con los fundamentos de la gastronomía mediterránea e hindú, además de atreverse también con el sushi.
Sus cócteles son otro de sus puntos fuertes; especialmente el pisco sour, que parece estar de moda este verano. Hay también una tienda de ropa con chaquetas, monos o vestidos únicos e irrepetibles para hacerse con un look adecuado, ya que el normcore es el pecado capital de esta isla. Este es el mensaje de ‘Sunset Ashram’, que aparece en su web: sentir y darle vacaciones al intelecto por un rato. “Siéntete libre, el miedo mata y el coraje cura”. Los atardeceres son buenos para el alma.
‘SUNSET ASHRAM’ - Cala Conta, s/n. Sant Agustí des Vedrá, Sant Josep de Sa Talaia. Tel: 661 34 72 22.
Nacido en los años 70, cuando los hippies tomaron la pequeña isla balear, el ‘Blue Bar’ no solo sigue en pie, sino que es uno de los lugares en Formentera que engloban más atracciones, ya que celebra la puesta de sol con música, se puede cenar con vistas a una playa salvaje y luego la noche sigue con baile y copas.
Su nombre se debe a que, en sus inicios, era un chiringuito de madera al lado de la playa, pintado de azul, y los extranjeros lo llamaban por el nombre de su color en inglés. Su decoración, con profusión de alienígenas y referencias a los objetos voladores no identificados, no está tan clara; aunque es de esperar que los si los seres de otros mundos son inteligentes quieran parar en este punto privilegiado del Mediterráneo.
Los que vayan a celebrar el atardecer con una copa, pueden pedir su legendario mojito o su limonada casera y ver cómo se va yendo la luz mientras escuchan una banda sonora con reminiscencias vintage. La carta se compone de platos locales e internacionales con toques orientales, como está mandado; pero lo bueno del ‘Blue Bar’ empieza con la noche, ya que es uno de los pocos lugares donde se puede estar hasta más tarde, bailar en la arena y hasta bañarse en las cálidas aguas de veraniego Mediterráneo.
El público es variopinto, como ocurre siempre en esta isla, y alternan dueños de yates o embarcaciones con gente más humilde y hasta locales, que quieren apurar la noche y bailar bajo las estrellas.
‘BLUE BAR’ - Carretera Sant Ferrán, km 7. Sant Ferrán de ses Roques. Tel: 666 75 81 90.
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