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Algo ocurre en la Costa da Morte. La comarca gallega, en el extremo noroeste de la provincia de A Coruña, atraviesa un momento de efervescencia gastronómica sin precedentes. Es algo que sorprende porque la zona, tradicionalmente aislada, situada a unos 100 kilómetros tanto de A Coruña como de Santiago de Compostela, se ha ido convirtiendo poco a poco en un destino gastronómico de primera magnitud sin que nadie se lo esperase.
Es cierto que la comarca cuenta con un producto marino envidiable y con una buena oferta de cocina tradicional, pero en los últimos años ha sido capaz de sumar a esos atractivos una propuesta de cocina actualizada que se reparte por todo el territorio a través de una serie de negocios que, además, abarcan todas las gamas de precio y todos los enfoques: desde el local de propuesta gastronómica reconocido con 2 Soles, tal como ocurre con 'As Garzas' (Barizo, Malpica), a pequeños formatos gastronómicos como 'Lándua' (Mazaricos, 1 Sol Guía Repsol) o a locales más sencillos, más de diario, como 'Etel & Pan' (Solete) en Fisterra y O 'Forcado' (Solete), en Ézaro, con su agradable terraza abierta al paseo marítimo.
Corcubión, en el centro de la comarca, cuenta con el casco histórico mejor conservado de la zona, un entramado de callejas y casonas que sube hasta la iglesia para desparramarse luego, ladera abajo, hacia la playa de Quenxe. Aunque a veces pueda quedar a la sombra de la popularidad de Fisterra y su faro, a poco más de 7 kilómetros, lo cierto es que es un lugar que vale la pena conocer por sus calles antiguas bien conservadas, por el encanto de su pequeño puerto. Y ahora también por una oferta gastronómica que se está actualizando sin perder de vista su esencia.
Alba, Aroa y Carlos son el núcleo de la Familia Batifondo, el nombre con el que se dan a conocer como grupo empresarial. Ellas son hijas de Junquera, una cocinera muy popular en la zona, al frente durante muchos años de las parrillas del Tira do Cordel, un clásico de los pescados a la brasa. Carlos, por su parte, es abogado y pareja de Aroa. Hace tres años se hicieron con el alquiler de un pequeño hotel de playa, a la entrada del pueblo. Y ahí comenzó la historia.
El hotel 'As Hortensias' contaba con una terraza asomada a la playa y con un comedor amplio con ventanales abiertos a la ría. Había mucho que hacer para acondicionarlo, pero era el lugar perfecto para la idea que tenían en mente. Tras meses de trabajo, el hotel pudo reabrir sus puertas y aquel comedor, ahora convertido en el Restaurante 'Cuatro Perras', se convirtió en el comienzo de una historia gastronómica. Poco después, los Batifondo supieron que se alquilaba la 'Taberna O Ribeiro', en el centro del pueblo, con el que se hicieron también. El local, muy popular, vio así cómo su oferta se enriquecía con una carta de raciones, hamburguesas artesanas y combinados que le valió ser reconocido con un Solete.
De ese modo, mientras la propuesta de cocina más sencilla se trasladaba al centro, el 'Cuatro Perras' se quedaba con una carta más de restaurante, informal también, si el cliente lo desea, pero con la posibilidad de comer o cenar a base de producto local, aunque con un enfoque actual diferente al de cualquier otra propuesta por la zona.
Alba, la responsable de los fogones, ha dado forma a una carta cuidada, sin complicaciones innecesarias, pensada para agradar al visitante que se aloja en el hotel o viene a conocer la zona, pero también para ofrecer una alternativa al público local que busca una cocina actual, desenfadada y alejada de tópicos. Aroa y Carlos, por su parte, se reparten entre la gestión y la atención de la sala, saltan de un local a otro, y son la cara reconocible de un negocio que ha sido capaz de hacerse un nombre en poco tiempo.
La carta tiene buena parte de la responsabilidad de esa fama que se fue extendiendo rápidamente gracias al boca a boca; bocados reconocibles, como las croquetas o la ensaladilla, que se reformulan en clave 'Cuatro Perras'. Así, las croquetas, cremosas y de jamón ibérico, se ofrecen bajo una lasca de jamón al corte y la ensaladilla se acompaña con caballa ahumada y pan de gamba. La tradicional empanada, aquí, es abierta, crujiente, y llega coronada por una pata de pulpo. Y los mejillones se sirven sobre una tempura de alga nori. Todo es reconocible, pero nada es como te lo habrías imaginado.
La propuesta culinaria se centra en el mar, en ese mar que parece a punto de colarse por la ventana. Las vieiras se proponen con una salsa brava de calabaza, o en una carbonara con papada ibérica, para quien prefiera algo más contundente. Y el tradicional guiso de chopo, que es como se llama aquí a la sepia, en su tinta, se sirve bajo un huevo recién frito, que aporta untuosidad a la salsa, junto a unos fideos crujientes que dan al plato un contraste de textura muy interesante.
Quien quiera explorar otra vertiente de su cocina va a encontrar alternativas en el apartado de carnes del menú. Hay que probar su pizzeta de pastrami de vaca rubia gallega con queso de Arzúa-Ulloa y rúcula, perfecta para compartir y que ofrecen también en versión vegana, y el entrekatsu, un entrecot de vaca rebozado y servido con huevo a baja temperatura, en cierto modo como una milanesa a caballo argentina. Y hay que dejar, siempre, espacio para el postre. Porque aquí conviene acabar probando su popular tarta de queso cremosa o el tiramisú casero.
Las opciones, sin embargo, no se acaban aquí. Porque buena parte de los domingos del año organizan en el restaurante lo que han bautizado como “Noches de Gochismo”, jornadas en las que trasladan el espíritu hamburguesero de su 'Taberna O Ribeiro' a la orilla del mar y a las que con frecuencia añaden una propuesta efímera: una hamburguesa diseñada específicamente para la ocasión por algún otro restaurante de la comarca o de más allá, un incentivo adicional para acercarse.
Y aún suman a todo esto cenas temáticas y jornadas festivas, conciertos y la opción, imbatible, de desayunar en su terraza, escuchando de fondo cómo rompe el mar en la orilla. Ahí, tras ese muelle antiguo que hay al final de la playa, acaban de hacerse con un local más, 'O Carrumeiro', un restaurante en las instalaciones del puerto en el que ofrecen cocina más tradicional, para terminar de cerrar el círculo, y para el que han fichado a Junquera, la madre de las hermanas Castiñeiras, que se incorpora así al grupo. De ese modo, los Batifondo redondean la oferta, del aperitivo a la cena, de las hamburguesas a la actualización del recetario; del producto puro y duro, simplemente pasado por la brasa, a la reinterpretación de las recetas de la memoria en una clave divertida y carente de complejos.
Y ahí sigue el 'Cuatro Perras', como centro de ese entramado gastronómico, como el lugar en el que todo empezó; como ese restaurante al que llegar para desconectar, si vienes de fuera de la comarca, o al que volver para probar cosas diferentes. Como ese sitio en el que cenar sin prisas, sabiendo que, si quieres, puedes quedarte a dormir y despertarte mañana con la brisa marina entrando en la habitación y el desayuno abajo, en la terraza, mientras el sol comienza a asomar sobre los montes al otro lado de la ría. Ya tienes otro motivo para acercarte a conocer Corcubión.
'CUATRO PERRAS'. Rúa as Hortensias, 15130 Corcubión, A Coruña. Tel: 663 71 42 89
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