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Imagina. Entras en tu hotel, hotelito o casa rural, en tu primera escapada tras la pesadilla, y lo primero que haces es mirar en el baño. ¿Cómo son los guantes y las mascarillas que hay entre las amenities? ¿Tienen aspecto seguro, de calidad? La habitación, el baño ¿huelen a limpio? Vale, no imagines. Eso es lo que vas a hacer. Quizá abras antes la ventana para admirar el paisaje, pero la mayoría de los clientes lo primero que confirmará es que la seguridad e higiene vendidas por su web o por teléfono son una realidad.
Bienvenido a la nueva era del turismo tras el Covid-19. La confianza basada en la seguridad sanitaria será el primer valor que cotizará a favor de este sector español, que aporta al país casi el 13 % del PIB directo –alrededor del 40 % indirecto– y el 14 % del empleo.
Kike Sarasola ('Room Mate Hotels') y Mikel Zaldua ('Lasala Plaza Hotel') dirigen dos negocios que dependen de los extranjeros y coinciden en que las nuevas normas de limpieza y seguridad son el activo que hay que vender ya. "Trabajamos en ocho países y lo primero que veo en el nuestro es que somos muy solidarios, como en ningún otro. En mi negocio, haremos como en Japón, mi objetivo primero es transmitir que somos Covid Free. Estamos creando protocolos de sanidad, higiene, mascarillas y guantes para dar en la entrada, con diseño claro. Es igual de caro dar algo bonito que feo", explica Sarasola.
Está esperanzado porque su norma de vida es "ver el vaso medio lleno", pero también perplejo ante las altas instancias gubernamentales, que envían al sector más potente de la economía española hasta finales de año, en diciembre. "Tenemos que ser los primeros en reaccionar, es vital. Mira Corea del Sur. Lo primero, hay que hacer ya millones de test, tanto a los turistas que llegan de fuera como a los nacionales; segundo, crear un pasaporte sanitario; y tercero, publicar rápido los protocolos de hoteles, bares, cafeterías, metro, taxi, etc. De forma que tengamos todo listo y lo transmitamos. Ese es el cuarto valor, la confianza, para que volvamos a ser un destino seguro".
Mikel Zaldua, que dirige uno de los hoteles más exquisitos y bien situados de Donostia, enfocado a un cliente de lujo, tiene igualmente claro lo importantísimo que es recuperar la confianza, vender que este es un país seguro desde el punto de vista sanitario. Por eso, "desde el primer momento creamos un equipo para mantener el hotel vivo; hemos visto que tenemos que estar muy activos, empatizando con los clientes y buscando fórmulas muy flexibles. Hay que aparcar el perfil internacional y acercarnos al nacional y a la vecina Francia. Haremos el checking fuera, transmitiendo el mensaje de seguridad y confianza. Los equipos de protección individual los personalizaremos para que el logotipo encaje con el uniforme del personal que recibe en la puerta; y el desayuno estamos barajando ofertarlo como room service, aunque eso aumenta mucho los costes. Veremos".
Lo que tiene claro el director de 'Lasala' es que ellos no van a entrar en una guerra de precios: "Nacimos con la idea del turismo premium, de altísima calidad y no entraremos en batallas de precios. Buscaremos al turista nacional, al francés más cercano y, luego, al resto de europeos, pero manteniendo nuestro perfil".
Sin embargo, esas diferencias de categorías no desconciertan, hay lugar para todos. Las asociaciones de alojamientos, las patronales del sector, coinciden en solicitar al Gobierno ayudas para prolongar los ERTE (Expediente de Regulación de Empleo Temporal) hasta fin de año –seis meses que el ejecutivo no descarta– y trabajan en la creación del protocolo que dé lugar al sello "Hoteles Covid Free" o alojamientos "libres de Covid".
Es el momento de unir fuerzas y en eso están todos. Aunque el negocio de los Paradores y las casas rurales no depende tanto como los anteriores de los 84 millones de turistas que venían a España, la necesidad de ponerse las pilas rápido y de forma positiva, pese al panorama, es compartida. A Óscar López, el presidente de Paradores, el optimismo no le abandona ni en estos días. "De la crisis del 2008 nos sacó el sector del turismo y de las crisis del 2020 nos volverá a sacar este sector. El momento en el que aparezca la vacuna será el primer hito del despegue definitivo, pero hasta entonces, hay que trabajar intensamente".
Paradores, recuerda el presidente, tiene la suerte de que no vende turismo masificado ni depende tanto del turista extranjero. Naturaleza y cultura son sus mejores ofertas y de hecho siguen "teniendo muchas reservas para el verano y el otoño, unos números asombrosos pese a la situación", porque la gente sueña con asaltar montañas, valles, playas… Sueña con respirar. Por eso, desde el primer día, ellos también han puesto en marcha un equipo para crear protocolos "para las medidas de seguridad e higiene en las habitaciones; en los desayunos, distancia amplia y cambio del sistema buffet; las mamparas en las recepciones; los guantes, mascarillas y geles hidroalcohólicos repartidos por donde sea necesario", consciente igualmente de que la seguridad sanitaria ha pasado a ser el primer elemento para dar confianza al recién salido viajero tras el confinamiento. Todo con responsabilidad.
Hace una semana, la red histórica que significó el despegue del turismo de calidad en los años 60 del siglo pasado, ya tenía reservas para el otoño por valor de 100.000 euros diarios. Además del concepto naturaleza, les favorece la penetración del concepto Paradores entre el turismo nacional, que lo vincula a grandes espacios como son los conventos, los castillos o palacios convertidos en hoteles. Esas reservas ilustran no solo las incontenibles ganas de salir de la gente sino la esperanza que alberga de que sea antes de lo previsto y de escaparse a espacios históricos y relajantes.
En una línea parecida, en la Asociación Casas Rurales Amigas, lo tienen muy claro: "Nosotros pensamos que el turismo rural va a ser la alternativa". Odette Calvo, presidenta de la asociación, explica que ellos también están recibiendo reservas para cuando todo esto termine. "Hay muchas empresas que nos están demandando alojamiento para gratificar a sus trabajadores, para que puedan venir a pasarlo bien, desconectar; también hay muchas familias que se quieren reencontrar –recuerda que hay muchos abuelos que llevan muchos días sin ver a sus nietos– y necesitan unas casas rurales amplias para juntarse; y luego, hay muchas parejas que tienen esa necesidad de verse y que están buscando el turismo romántico".
Para Odette, la baza está en que el turismo rural tiene un abanico muy amplio de oferta: la casa completa, la casa por habitaciones y el hotel rural. Eso sí, tendrán que hacer modificaciones, además de las que se impongan desde Sanidad y que serán acatadas inmediatamente. "Vamos a hacer todo lo que se nos ocurra, aparte de limpiezas más exhaustivas, colocar dispensadores, y en los hoteles rurales se acabó el desayuno buffet. Apostaremos por uno personalizado, para que los clientes de diferentes habitaciones no se junten en el comedor, trabajaremos un poquito más por turnos, pero como los hoteles rurales son pequeñitos se puede hacer perfectamente".
"La gente ahora está valorando más las pequeñas cosas, la naturaleza, el monte, respirar aire fresco, pisar un charco o mirar una mariposa", asegura Odette. Por esta razón, el turismo rural será una buena opción cuando volvamos a estar todos en movimiento. Especialmente para el turismo nacional, "que será el que se moverá este verano y creemos que hasta Nochevieja al menos".
Como dice Odette, el valor de las pequeñas cosas cotiza al alza, después de la seguridad sanitaria y lo competente que es este sector, pese a las dificultades que afronta. Desde el Gobierno, los portavoces oficiales de Turismo insisten en que la desescalada la marcarán las normas sanitarias y siguen mirando a Canarias –su temporada alta comienza en diciembre– como prueba piloto para despegar. Algo que deja perplejos a empresarios como Sarasola y las patronales del sector, porque es someterles a una muerte anunciada, cuando mantienen que si se ponen las pilas, pueden recuperar una parte del final del verano y el otoño.
"El sector del turismo español forma parte del Top 5 del mundo", reflexiona María Romero, la experta de Analistas Financieros (AFI) en esta área. Romero, que como todos los trabajadores de AFI recuerda con cariño a la actual titular de Turismo, Reyes Maroto, que hasta no hace muchos años trabajó con ellos, defiende que "es uno de los sectores más luchadores, porque ha crecido en la competitividad exterior y no ha sido especialmente beneficiado por las ayudas estatales, como el industrial".
Como el resto de los entrevistados para elaborar esta historia, María Romero es relativamente optimista pese al panorama, porque aunque el turismo español no va a salir indemne de esta brutal situación y es un hecho que el turismo de masas de la costa y de las islas es el que va a tener que reinventarse. Su fe en la creatividad, la experiencia y la formación de los trabajadores y empresarios del sector, anima. "No se va a poder abandonar el turismo de masas de golpe, pero ya en los últimos años tanto las islas como la costa más masificada, había empezado a tener un combo de turismo de calidad y buenos servicios, alternativa a las multitudes. Y eso, tras esta experiencia, va a seguir cambiando".
Pero además, la experta de AFI añade un activo más a la confianza que van a generar las medidas de higiene sanitaria y seguridad, y es que "la dureza misma del confinamiento, en estos momentos aún uno de los más duros de Europa, se va a convertir también en un reclamo más para exportar a Europa" y, luego, a los turistas de más allá de los océanos. Aunque de momento, para los próximos meses, la fe, la confianza y la recuperación tendrán que empezar por nosotros mismos, los españoles que vamos a practicar ese turismo de proximidad que ayudará a conocernos mejor unos a otros. Y a salvarnos también, tirando de esa solidaridad que nos está haciendo famosos.
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