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Hay quien busca en un alojamiento solo una cama, y hay alojamientos que se convierten en un destino en sí mismos. Entre uno y otro extremo, hay toda una variedad de hoteles boutiques, alojamientos auténticos y Bed & Breakfast con personalidad que se han ganado a un público fiel e internacional en busca de familiaridad y calidad.
Esta búsqueda es la que me nos traído hasta el Patio del Posadero, un patio cordobés empedrado de una antigua casa de vecinos del siglo XV, en pleno barrio de la Judería. Este hotel boutique de solo cuatro habitaciones se ha convertido, en solo un año y medio, en uno de los lugares más atractivos para alojarse en la ciudad. Un portón de madera adornado con una flor del paraíso amarilla se abre al fondo de una callejuela de casas particulares. Lisa, su propietaria, sale a recibirnos para darnos la bienvenida.
La copita de verdejo ecológico de la tierra con la que nos recibe y la gran palmera que lo preside junto al pozo nos hace sospechar que acabo de encontrar el refugio perfecto, ese que convierte una escapada de fin de semana en unos días inolvidables.
Desde el mismo patio floreado puedo atisbar una funcional terraza en la planta de arriba junto a una pequeña piscina de agua salada (me informan). Una zona chill out pensada también para los desayunos caseros, otra de las grandes conquistas de Lisa en los corazones de sus huéspedes.
“Aquí te atendemos los propietarios y todo lo producimos nosotros”, comenta Lisa con su dulce acento italiano mientras se oyen tañir las campanas de la cercana parroquia de San Francisco. “Ponemos el alma en cada detalle y ofrecemos un trato cercano y personalizado”, un resumen de lo mejor de los viajes por el mundo de esta joven pareja italo-cordobesa que ha rehabilitado esta antigua casa con un gusto exquisito.
Hasta la calle del Mucho Trigo se llega sorteando placitas, iglesias y callejuelas adornadas de geranios en las que aún se oyen los pajarillos y los niños volviendo del colegio. Es la quinta esencia de la magia del barrio de la Judería, al pie de la Ribera del Guadalquivir, un lugar plagado de tabernas y opciones gastronómicasdiferentes de las que Lisa y Jose (la otra media naranja del proyecto) te darán buena cuenta.
La ubicación del Patio del Posadero es perfecta para pasear hasta la Mezquita o hasta la ensoñadora Plaza del Potro y dejarse llevar por las sorpresas que aguarda este laberinto de callejuelas. Nos cuentan los vecinos que esta antigua casa también fue un conocido taller de capotes y un taller de platería, dos actividades artesanales que han marcado la historia más reciente de la ciudad. El pasado de los muros del Patio del Posadero no podría dibujar mejor la idiosincrasia de esta ciudad de toreros y plateros.
“Compramos la casa con la idea de que fuera nuestro hogar. Pero con la crisis nos fuimos de Córdoba porque no teníamos trabajo. Nos marchamos a Italia, a casa de Lisa y fue en un viaje a la Toscana donde se nos ocurrió transformarla. Descubrimos un Bed & Breakfast maravilloso que llevaba una parejita de ancianos encantadores y, a la vuelta, nos pusimos manos a la obra para reconvertir esta casa en un hotel”, nos comenta Jose, un cordobés de pura cepa responsable del diseño de interiores y preocupado por el uso de materiales nobles y rústicos, que tengan vinculación con la esencia natural y cultural de la provincia: las comarcas de la Subbética, Montilla-Moriles, Valle de los Pedroches… están también presentes en los detalles.
“Todo respira un cierto aire mudéjar”, nos confirma Jose. Las puertas de las cuatro habitaciones que orbitan en torno al patio están talladas en madera por un artesano de Marrakech, y cada habitación está decorada de forma diferente: Spartum, dedicada a la campiña, a las vides y a los olivos por sus colores y materiales; Laçur, evocadora de la época califal omeya con sus formas geométricas; Quelo homenajea a la danza con su sorprendente cama balancín; y Petra es la única que conserva el muro original de la antigua casa. Carta de almohadas y aromas personalizados que van cambiando con las temporadas siguen en la línea de conectar al huésped con el alma cordobesa, con su pasado y su presente. Wifi y la más avanzada tecnología en las habitaciones procuran que, si aún lo deseas, puedas estar conectado con el mundo exterior.
El momento del desayuno es único. Todas las delicias caseras que puedas imaginarte serán el aliciente perfecto para aprovechar el día desde primera hora. Pan artesano de semillas y cereales, yogur casero, frutos secos con miel, fruta, dulces, smoothies, un café delicioso, excelente carta de infusiones… Lisa se encarga de todo. Por cierto, sus hojaldres de jamón york y queso son sencillamente insuperables y la legendaria Mazamorra, una emulsión fría de almendras, de la que cuentan es el antecedente precolombino del afamado salmorejo cordobés, terminará de convertirte en un incondicional de esta tierra y de esta pareja de posaderos.
Cuando cae la noche, en la terraza junto a la piscina, el encanto de la iluminación y el ambiente relajado generan una atmósfera casi de patio de vecinos. Casi porque parte de los huéspedes vienen de cualquier parte del mundo.
Aún así, aquí el idioma que se habla es el de la familiaridad y todos, sin excepción, hacen el mismo comentario: aquí, como en casa.
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