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Como si estuvieses acampando en medio de un bosque virgen, rodeado de vegetación autóctona, grandes árboles, arbustos y flores salvajes; con la brisa de la mañana meciéndote la cara con aroma a roble mientras... En el horizonte, oteas la Ría de Pontevedra y la Isla de Ons, del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Estás en medio de la naturaleza más pura y, sin embargo, no te falta detalle ni comodidad: cama de 1,50, lujosa bañera de acero, una estancia de 50 metros cuadrados decorada en estilo nórdico y jacuzzi.
Es la experiencia que ofrecen las Cabañas de Xarás, un complejo hotelero singular compuesto por cuatro cabañas de madera. Están en Marín (Pontevedra), en un terreno aislado, rodeado de montañas y con vistas al mar. Pero, antes de llegar, te damos un consejo: olvídate de ideas preconcebidas.
No son la típica cabaña de montaña o una de las experiencias de inmersión de la naturaleza que han proliferado en los últimos tiempos construidas en los árboles. Son cabañas de madera inspiradas en la arquitectura tradicional nórdica, pero reinterpretadas de tal forma que fusionan la desconexión de alojarse en plena naturaleza en medio de un bosque centenario con el encanto de hacerlo en una cabaña de cuento y el confort de un establecimiento hotelero moderno y con todos los detalles minuciosamente cuidados que invita al descanso.
Detrás del concepto está Silvia Portela, una licenciada en empresariales que ha focalizado su carrera al alquiler turístico de alojamientos singulares y que busca que no sea una cabaña más en medio de la naturaleza: “Queremos ofrecer un espacio único y cuidadosamente diseñado para integrarse en el entorno”.
Nos hace de cicerone en nuestra visita. Lo primero que llama la atención es el tamaño de las estructuras, sólidas, imponentes, con un amplio espacio de 50 metros cuadrados en el interior y un tejado de dos aguas de tejas de madera de pino gallego que garantiza aislamiento e insonorización. Es esta una premisa que cumplen todos los materiales utilizados, de primera calidad.
Esa estructura robusta, que bien podría teletransportarte a una cabaña de montaña en Noruega o los Alpes suizos, tiene una firma que ya es, de por sí, una garantía, la del arquitecto de fama internacional Alfonso Penela, responsable, entre otros proyectos en todo el mundo, del nuevo Parador Costa da Morte en Muxía. Al igual que su obra en la Costa da Morte se adapta a la topografía de la ladera natural hasta llegar a confundirse con el paisaje, estas cabañas se mimetizan con su entorno de bosque autóctono.
Era uno de los objetivos que se planteaba Silvia. “La idea era como que, de repente, tú sueltas las cabañas y caen aquí”, explica. Adaptar la cabaña al entorno y no al revés. Cuando empezaron a idear el proyecto y les enseñaron el terreno, lo tuvo claro. Tenía que ser allí, en el Bosque de Xarás, del que se enamoró. El amor le hizo, junto a su marido, incluso asumir un proyecto más ambicioso del que pensaban, pues en la parcela también había una casa que han reconvertido en un alojamiento con encanto.
“Todo esto ya estaba aquí, salvaje, y lo quisimos mantener”, dice orgullosa, y reconoce su debilidad por uno de los árboles, un ‘Salgueiro’ (sauce blanco) centenario con grandes ramas que recuerdan a un árbol de la vida. Esos árboles son la esencia del recinto ahora convertido en complejo turístico y, para darle la importancia que se merecen, cada cabaña abraza uno de ellos.
Las cuatro cabañas son iguales, todas abrazan un árbol y tienen la misma distribución, pero cada una tiene su magia por separado, orientadas hacia una zona diferente de la parcela, de tal forma que garanticen intimidad 100%, que nadie pase por delante del porche en el que parasoles, tumbonas y un jacuzzi oculto bajo las maderas permiten disfrutar del entorno.
Ese respeto a la naturaleza se percibe en el propio nombre de las cuatro cabañas -Margarida, Mimosa, Chuchamel y Néboda- y en su espíritu de que todo en el alojamiento sea ecosostenible. La madera base de la construcción en el interior y en el exterior garantiza que, por dentro, sean acogedoras y, por fuera, se camuflen en el bosque y, al mismo tiempo, contribuye a ese alma eco-friendly que no falta ni en el algodón de la ropa de cama.
Ese mimetizarse con el bosque autóctono es posible en la terraza, mientras disfrutas del jacuzzi, dando un paseo por el entorno y también dentro de la propia cabaña. En el interior, se aprovecha la luz natural al máximo y los grandes ventanales se abren por completo y “es como que una sensación de que estás integrado, como si estuvieras fuera. Estás en el salón sentado y sin embargo, te viene la brisa de la brisa y escuchas las hojas…”.
Una vez que pones un pie en este complejo, te invade la serenidad, no escuchas un claxon, te sientes como aislado del mundo, aunque a pocos kilómetros tengas la playa y las villas de Marín y Bueu. Y ya no necesitas salir para nada. Te recibe siempre una botella de vino mencía de la bodega Joaquín Rebolledo, de la Denominación de Origen Valdeorras, y unos bombones, y, bajo demanda, podrás completar el recibimiento con originales ramos de flores y detalles de bienvenida personalizados.
Una cocina totalmente equipada te permitirá explorar sabores y luego disfrutarlos en estancia abierta con un moderno salón comedor o podrás servirte una copa y disfrutar de la puesta de sol, de ensueño en verano e invierno tanto sobre el mar como sobre la montaña. Y, tras un sueño reparador, por la mañana, puedes encargar el desayuno, que sirve una emprendedora local con café, infusión, tostadas de pan del país con tomate o mantequilla y mermelada, bollería, churros y un buen surtido de frutas y quesos.
El don de gentes de la anfitriona es uno de los rasgos más destacados en las reseñas de los huéspedes, que recalcan su trato cercano y acogedor que completa la experiencia en estas cabañas que son como apartamentos con todas las comodidades y un gusto minimalista en la decoración. Y a pocos se les escapa el plus que supone, en medio de un plan de eco-turismo, las bañeras de acero del interior de la cabaña, todas iguales y cada una diferente, pues están hechas a mano en el propio lugar por unos maestros artesanos de Gondomar (Pontevedra) que firmaron esta como su última obra antes de la jubilación, forrando a mano este lujoso baño.
Todo está pensado para que la experiencia sea única, concebida cada cabaña para un máximo de cuatro personas, parejas, familias con niños y mascotas, pues, como amante de los animales que es, Silvia Portela tiene un complejo pet-friendly en el que los peludos de la familia son bienvenidos. Un refugio de desconexión del mundo y conexión con la naturaleza para todos los perfiles y edades.
'CABAÑAS DE XARÁS'. Poblado Cabodevila, 7. Marín, Pontevedra. Tel. 651 871 954
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