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EN RUTA CON IBAI ACEVEDO

"Una carretera bien retratada es una invitación al viaje"

Actualizado: 21/09/2018

Fotógrafo autodidacta y gourmet de batalla. Así es Ibai Acevedo, un creador de atmósferas oníricas que se conoce como la palma de la mano los bosques, playas y carreteras más fotogénicas de buena parte de España.
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Juega con la luz y los colores, partiendo de lo real para transportarte a universos paralelos, un estado de vigilia descrito a través de paisajes emocionales. Es la fotografía de Ibai Acevedo (Barcelona, 1984), uno de los fotógrafos españoles con mayor proyección de la actualidad, poseedor de un estilo personal e intransferible tanto en su faceta artística como en su labor publicitaria. "Como MacGyver con la ferretería, yo he encontrado un lenguaje con el que me ahorro más de mil palabras por cada imagen creada", dice en su página web personal. Y le creemos.

Los globos, el agua, los bosques y las carreteras son solo algunas de sus fijaciones, elementos que se repiten pero cobran nuevos significados en cada fotografía. Lo demuestra su colección de retratos e instantáneas en la que el viaje juega un papel fundamental. Recorremos con él algunos de sus paisajes fetiche y sus restaurantes de cabecera, dispuestos a sumergirnos en la neblinosa frontera entre realidad y ficción a la que invita su trabajo.

'Cosas que pasan'. Foto: Ibai Acevedo
'Cosas que pasan'. Foto: Ibai Acevedo

Se supone que la vida del fotógrafo tiene mucho de nómada, ¿qué tal llevas lo de estar en permanente movimiento?

En mi caso es intermitente. Tengo épocas en las que siento la necesidad de este movimiento permanente, visitando lugares y tomando todo tipo de fotos. Ese es el vicio del viaje. Puedes necesitar pasaporte y hablar en inglés o coger el coche e ir a un lugar que no conocías, que está a una hora de distancia y te parece igual o mejor que subir a un avión. A veces viajas buscando un paisaje o algo concreto. Ahora tengo planeado ir a las Bárdenas Reales, con su entorno desertizado y casi marciano, y ahí voy teledirigido, pensando siempre en la cámara.

Otras veces, en viajes con amigos, empiezo como civil y la cámara termina apareciendo porque encuentro sitios que me inspiran o siento la necesidad de retratar. Ese formato me atrae mucho porque mezcla el disfrute personal con la profesión. A veces descubres playas o bosques increíbles que no esperabas y, claro, tienes que aprovechar que estás ahí. Luego está la etapa posterior al viaje, como ahora mismo, que estoy editando el material, y que también disfruto mucho. Viajas dos veces: cuando vas al sitio y cuando revisas las fotos, rememorando lo que has visto y has vivido.

'Claro'. Foto: Ibai Acevedo.
'Claro'. Foto: Ibai Acevedo.

De esos bosques y playas increíbles, ¿cuáles son los que más te gustan en España?

Curiosamente no están muy lejos de donde vivo. Me encanta el Delta del Ebro, es un entorno que he visitado muchas veces, y lo conozco tanto en pleno verano como en pleno invierno, siempre recomendable. Bastante cerca tengo también el bosque del Parque Natural de Montseny. Tanto a nivel personal como profesional he pasado días enteros en ese lugar fascinante, lo recomiendo especialmente en otoño, porque es todo un festival de color. Hace bastantes años estuve por Galicia y me alucinó su costa, los bosques de eucalipto y un pueblo que se llama O'Grove, un sitio realmente precioso.

Los montes de Euskadi me apasionan. Mi madre y mis hermanos viven en Donosti y tengo una relación muy estrecha con esa tierra. Desde pequeño pasaba los veranos ahí y es una zona que tiene algo especial para mí. La playa de Zurriola me encanta, ya no sé si por el recuerdo de infancia o porque realmente es preciosa. Pasa como con el Delta, que según las mareas o el día que haga parece que estés a las puertas del infierno o en una postal del Caribe. Àger, en la sierra del Montsec, también me gusta mucho. Es llano y a la vez está a considerable altura… es famoso por la facilidad que tienes para ver el cielo nocturno y la Vía Láctea. En general me gustan los espacios abiertos, que invitan a respirar profundamente.

Ibai en una de sus playas favoritas, la de Zurriola, en Donosti.
Ibai en una de sus playas favoritas, la de Zurriola, en Donosti. Foto: Ibai Acevedo

Siendo tu familia de Donosti, seguro que el tema gastronómico lo tienes dominado...

Disfruto muchísimo comiendo. En San Sebastián hay un sitio que se llama 'El Juantxo', en plan bocatería batallera, que es espectacular. Ahí hacen unos bocadillos de tortilla con chaka o calamares con queso que notas el colesterol taponándote las arterias de felicidad. Hay otro que se llama 'Mala Gissona', una cervecería bastante famosa. Sirven unas hamburguesas tanto de carne como vegetarianas que están deliciosas. Este lo tengo muy fresco, porque hace un par de semanas estuve por ahí con mi hermano y aluciné con una cosa tan sencilla y tan rica. Te comes tu hamburguesa con una cerveza artesana, una Shackleton o una Apache, y tienes la sensación de que no te falta nada en ese momento para ser feliz.

Tampoco soy de morro fino, no necesito ir a sitios con comida muy elaborada para disfrutar. Hay un vegetariano en Barcelona al lado del MACBA, el 'Peggy Garden', que me hace sentir bien conmigo mismo porque disfruto mucho con comida más saludable de lo habitual. Tanto el menú como las hamburguesas de seitán son espectaculares. Y luego hay mil baretos del Rabal o el Born. Hay uno que se llama 'La lluna de Júpiter', que no es de ir a comer pero tienen tres o cuatro bocatas hechos con mucho cariño, no son los típicos de lomo con queso y aceite requemado.

'Dos veinte'. Foto: Ibai Acevedo
'Dos veinte'. Foto: Ibai Acevedo

¿Tienes algún plato que te haga pecar?

La cocina italiana en general. Y el sushi. Tengo un recuerdo de infancia asociado al 'Mario', un italiano muy bueno que cerró hace años. Continúo yendo de forma esporádica al 'Mario II'’, tienen una carbonara, una boloñesa y una pizza que están de muerte. No le pido más a la vida. Cerca del paseo de Gracia, al lado de Joanic, está 'Il Piccolo de Gràcia', que por fuera parece un lugar de blanqueo de dinero pero cuando entras descubres lo bien que se les da hacer pizzas. De la moda japonesa que empezó hace unos años me quedaría con el 'Machiroku', un local muy pequeñito cerca de la plaza de Catalunya, rollo clásico, con unos nigiris riquísimos. A nivel más creativo, con makis más variados, diría el 'Kibuka'. La comida casera también me encanta. Lezo, cerca de Donosti, solo lo conozco porque ahí está el 'Asador Iriarte-enea', al que vamos de vez en cuando para ponernos las botas. Tienen una carta supersencilla: entrecots, croquetas, escalivada… Todo espectacular, pura materia prima.

'La vuelta de ninguna parte'. Foto: Ibai Acevedo
'La vuelta de ninguna parte'. Foto: Ibai Acevedo

Revisando tu porfolio parece que tienes cierta fijación con las carreteras, ¿qué te llama la atención de ellas?

Una carretera bien retratada es una invitación al viaje. Crear escenarios o retratar escenas en las que la carretera, un trayecto o un coche tiene mucha importancia irremediablemente resulta invitador, te transporta ya a la idea de estar viajando. La mente funciona de esta forma, las ganas de explorar y vivir experiencias se ponen en marcha de inmediato cuando recibe una imagen tan poderosa. Hace unos años la gente pensaba que iba a ser feliz comprando objetos o acumulando bienes, pero yo creo que cada vez más personas ven claro que lo interesante es atesorar vivencias. Lo que persigo en esas fotografías es precisamente prender esa chispa, tanto de un viaje más terrenal como incluso una lectura más abierta, de cambio, de movimiento. Es una de mis debilidades.

Ibai disfruta estando en contacto con la naturaleza.
Ibai disfrutando en contacto con la naturaleza. Foto: Ibai Acevedo

¿Qué carreteras españolas te parecen especialmente fotogénicas?

En el Montseny, para ir al lago de Santa Fe, hay unas carreteras que estoy convencido que han aparecido en varios anuncios y películas. El entorno es espectacular, es una de esas carreteras que aunque puedas ir en cuarta bajas a segunda para ir disfrutando del paisaje. En el Cap de Creus, hasta llegar al faro, tienes la sensación de carretera virgen, de que ahí solo fueron a asfaltar y no hicieron nada más. Lo que te flanquea a un lado y a otro es bastante cercano a lo lunar. Recuerdo que fuimos con un grupo de música haciendo una promo y una de las ideas era ir a hacer fotos al amanecer para mezclar los primeros rayos del sol con la luz del faro. Era como estar en otro planeta, no necesité ningún tipo de edición posterior. Como estar en una luna cerca del mar.

'Cosas rodadas'. Foto: Ibai Acevedo
'Cosas rodadas'. Foto: Ibai Acevedo

¿Recuerdas con un especial cariño algún restaurante de carretera o aquel bocata que te supo a gloria?

Cuando era más pequeño e íbamos a esquiar siempre parábamos en el área de Guissona, en Lleida. Tenían un bufé libre de una cooperativa cárnica, por lo que la materia prima era excelente. Pero claro, tenía ese punto contraproducente si tienes que conducir, porque te ponías hasta arriba de comida y salías de ahí sin saber ni cómo te llamabas. Era un lugar bastante mítico al que la gente peregrinaba, desviaban su ruta para comer ahí porque tenía un precio asequible y se comía de maravilla.

"En viajes con amigos a veces empiezo de civil pero la cámara termina apareciendo". Foto: Ibai Acevedo.
Ibai Acevedo: "En viajes con amigos a veces empiezo de civil pero la camara termina apareciendo". Foto: Ibai Acevedo

¿Cómo acabaste tirando por la fotografía? ¿de dónde surge la vocación?

Fue de manera un poco inconsciente. Soy autodidacta cien por cien en fotografía y llevo ya diez años dedicándome a ello plenamente. Tengo formación de diseñador gráfico y, mientras trabajaba en un estudio, poco a poco me di cuenta de que mis intereses iban virando hacia la fotografía de una forma muy expeditiva. La cosa fue in crescendo hasta un punto en el que ya solo pensaba en fotos. Empecé a crear un portfolio y gracias a ese trabajo personal empezaron a llegar los primeros clientes. Si echo la vista atrás veo el camino, pero a la hora de andarlo nunca sabía cuál era el siguiente paso, ha sido un proceso muy intuitivo y con el que he disfrutado mucho. Haciendo fotos soy feliz, una de las relaciones más fructíferas que he tenido ha sido con la cámara. Trato de cuidarla para no quemarme y que siga siendo así. Siempre lo he afrontado desde un punto de vista muy visceral, el negocio siempre ha sido una consecuencia del portfolio personal en el que he estado trabajando todos estos años.

'Entre viñedos'. Foto: Ibai Acevedo
'Entre viñedos'. Foto: Ibai Acevedo

Uno de los retos a los que se enfrentan los fotógrafos es encontrar ese sello distintivo que te diferencie de los demás. En tu caso son las atmósferas oníricas...

Si haces fotos, ilustración o bocatas, da igual, y disfrutas haciendo eso, hay un momento en el que el propio estilo emerge. Yo vuelco mi ansia crónica por explorar, por vivir en un mundo con tintes fantásticos, y eso es lo que desde el principio me ha motivado mucho. Casi desde el principio me dediqué a crear escenarios que no son del todo situaciones abstractas, busco un punto medio para retratar cosas que se pueden describir de forma terrenal pero que no se puedan vivir así en la vida real. Me gusta que tengan ese punto de ensoñación que pueda volcar tanto en el lado luminoso como en el oscuro: un anhelo o una angustia.

El lenguaje gráfico siempre ha estado basado para mí en la luz y los colores, fundamentales a la hora de crear un discurso. Cuando pienso en lo del estilo, por un lado es una suerte y por otro acabas siendo prisionero. A mí me nace hacer las fotos que hago. Cuando tengo un encargo no tengo problema en ponerme en la piel que el cliente me pide, pero en el trabajo personal el estilo me ha llevado a mí. Me gusta experimentar, pero me doy cuenta de que al final siempre acabo orbitando en el discurso visual que a mí me gusta.

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