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Remedios Bartolomé era una devota belenista. Todas las Navidades, desde la década de los 90 del pasado siglo, abría las puertas de su casa de Jerez de los Caballeros (Badajoz) para que sus vecinos contemplaran el misterio de escayola que colocaba en la entrada. Año tras año sumaba al pesebre una figura más: un pastor por aquí, un rebaño de ovejas por allá, las casas de madera que confeccionaba su marido Manuel con retales de la carpintería familiar... "Creció tanto que llegó a ocupar toda la recepción de la vivienda y nos tocaba pasar por debajo de él para entrar en nuestras habitaciones por la noche", recuerda Manuel Delgado, su hijo.
Él, de niño, odiaba el belén. Confiesa que llegó a romper alguna figura, sin querer queriendo. Pero con la adolescencia se hizo converso y empezó a ayudar a la madre a pintar a mano las últimas incorporaciones al nacimiento. "En 2004 decidieron sacarlo de la casa, aunque durante cuatro años no se expuso por la delicada salud de doña Remedios", explica Juan Izaguirre, co-responsable del Belén Bíblico Monumental Santa Ángela de la Cruz. "Luego vivió un exilio de dos años en Arroyo de San Serván, hasta que la insistencia de algunos vecinos jerezanos nos convenció para volver a traerlo aquí".
Desde mediados de octubre, el bullicio de los puestos del Mercado de Abastos de la Plaza Santiago se cuela en el local anexo donde Manuel y Juan tienen instalado su nacimiento de 500 metros cuadrados, repartidos en distintas alturas. "Montar y desmontar un belén de estas dimensiones, con más de 15.000 figuras, es una misión titánica; por suerte, hace dos años el Ayuntamiento nos cedió este sitio y la estructura, al menos, la dejamos puesta", apunta Juan. "Pero Manuel siempre nos hace cambiar algo, porque le va la marcha y quiere que la gente vea cosas nuevas cada Navidad", apostilla María Eugenia Carrasco, otra de las promotoras.
Estas últimas semanas antes de la inauguración, un nutrido grupo de voluntarias se afanan entre botes de pintura, cola de pega, poliespán y moldes de escayola. Ataviadas con delantales de cocina y del Salón del Jamón Ibérico –otro de los reclamos turísticos del pueblo–, Eugenia, Isabel y su hija Rocío pasan la tarde pintando un rebaño de ovejas y tejiendo cestitas, mientras Consuelo, pincel en mano, se encarga de darle color a varias piezas del mobiliario de las viviendas. Con 84 años, es la más veterana del grupo junto a Manuel, el viudo de Remedios, que se dedica a deshilachar cuerdas de esparto con las que confeccionar el pasto.
Una de las más jóvenes de este taller de manualidades es Noelia, que trata de reproducir las pinturas originales del pilono del Templo de Lúxor a partir de unas imágenes que ha encontrado en internet. "Cada temporada nos vamos curando en salud con los que vienen a buscar pegas y fallos históricos", reconoce Celia Carrasco con cierta ironía.
Historiadora, es la principal encargada de asesorar a Manuel y a Juan para que cada escena se represente en el lugar geográfico que le corresponde y que los elementos que aparecen sean los que había en aquella época y zona. "Además de ser una tradición cristiana, el belén es cultura y arte histórico. Nos visitan muchos colegios y los profesores aprovechan la excursión para darles una clase de Geografía e Historia a los niños", añade.
Por eso en este nacimiento, el río está en Nazaret, y no en Belén, que es tierra árida –craso error lo del papel aluminio que toda la vida se ha puesto en el pesebre de casa–. Tampoco hay pastores con gorros de lana y zamarra, ni caganer, ni matanza de cerdo, aunque sí del chivo –que estamos en comunidades judías–.
"Cuidamos mucho esos detalles. Al tratarse de un belén bíblico, se tienen que representar todas las escenas desde la Anunciación a María hasta la huida a Egipto, sin que falte el sueño de San José. Pero lo que nos diferencia del resto es que cada una de esas escenas está ubicada geográficamente en su lugar y en su orden cronológico. Por ejemplo, la pedanía de Ein Karem, donde vivía santa Isabel, prima de la Virgen, está colocada entre Nazaret y Belén, con sus empinadas calles que la caracterizan. Muchos la colocan junto a la casa de los padres de María, lo que es un error", indica Juan.
En esta séptima edición se ha ampliado la parte del pesebre donde nació el niño Jesús, que queda iluminado por un haz de luz dentro de la gruta-establo, se ha incorporado un acueducto, decorado el templo de Lúxor y construida una gran plaza de mercado en Nazaret, reutilizando algunas piezas de otros años. "Aquí reciclamos mucho, no solo en materiales, sino customizando personajes. Las figuras que en su día fueron San José o la Virgen, ahora son pastores", afirma Juan, quien confiesa que en su día Remedios llegó a convertir en una recatada aguadora bereber a una escotada y sensual Jessica Rabbit que le regalaron.
Aunque han perdido ya la cuenta, las más de 15.000 figuras –personajes, animales, plantas, mobiliario, casas y detalles como frutas o platos– no son suficientes para Manuel y Juan. Ambos aprovechan cualquier puente o semana libre de trabajo para viajar por España y recorrer las tiendas especializadas. "No sé cuánto me habré gastado ya, aunque el belén está tasado en 400.000 euros", reconoce Manuel.
Él siente especial cariño por las cotillas, el apodo con el que han bautizado a las pastoras hebreas del lavadero de Nazaret, "la única zona en la que las mujeres podían ir sin la compañía de un varón". Ambos presumen de los detalles de la escena de los Desposorios de Jesús y María, con una cuidada recreación de una boda judía, con su comida típica, su candelabro de siete brazos, el rabino y las palmeras decorando la vivienda. Tampoco han escatimado en detalles para representar escenas cotidianas del día a día, los oficios más representativos de la época, los mercados bulliciosos, el poblado romano en las afueras de Belén o la ajetreada vida que existía en la ribera del río Nilo.
Las piezas más pequeñas, como las hortalizas de los huertos, los mariscos y frutas del mercado egipcio, las vajillas de los puestos y la alfarería o los diferentes pájaros –desde los cuervos que despiden al matrimonio y al niño Jesús tras la Matanza de los Inocentes hasta los ibis negros del Valle de los Reyes– se hacen a mano con pasta de cerámica.
"Son estos detalles los que hacen también especial a este belén y atraen a tantos turistas". En 2016 recibió 29.700 visitas, sobre todo de gente procedente de Badajoz, Cáceres, Sevilla, Huelva, Madrid y Cataluña. "Hay quien viene todos los fines de semana y muchos son belenistas, incluso de Francia, Italia y Japón, que se organizan sus vacaciones por el mundo para disfrutar de estas recreaciones".
En Jerez de los Caballeros, además de este belén bíblico, también pueden aprovechar para visitar desde principios de diciembre y hasta el día de Reyes otra quincena de nacimientos repartidos por este municipio extremeño de 9.500 habitantes. Como dice Juan, "el belenismo se ha vuelto a poner de moda". En su caso, como en el de Manuel y los voluntarios de la asociación, la afición se ha convertido en todo un arte.
BELÉN BÍBLICO SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ- Mercado de Abastos. Plaza Santiago. Jerez de los Caballeros, Badajoz.
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