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Merece la pena mirar la imagen con detenimiento. Sobre el muro, una fila de hombres se recorta en el horizonte, mientras otros forman grupos alrededor de la robusta obra. A simple vista no se percibe, pero al fijarse se puede ver como algunos llevan escopetas, mientras otros están encadenados. La fotografía se tomó en 1855 y recoge la construcción de la presa del Pontón de la Oliva, gran parte de cuya mano de obra estuvo compuesta por cuerdas de presos. Charles Clifford, fotógrafo galés afincado en España, fue su autor.
Aparte de por estos detalles, hay que recordar la imagen por su significado. A mediados del siglo XIX, Madrid estaba en el furgón de cola del desarrollo de las capitales europeas. Una “residencia desagradable y malsana”, según la describe el viajero Richard Ford. El agua era muy escasa en la ciudad y solo provenía de pozos y de los viejos viajes del agua árabes.
Para remediarlo se proyectó construir un canal de más de 70 kilómetros de longitud. Traería las aguas desde el río Lozoya, iniciándose en la citada presa del Pontón de la Oliva. Fue la obra civil más importante de su tiempo y, junto con la instalación del alumbrado en las calles y la llegada del ferrocarril a la ciudad, supuso los primeros pasos de nuestro país hacia la modernidad.
De todo ello nos da cuenta Clifford con sus fotografías de la Puerta del Sol, la Carrera de San Jerónimo, la Calle de Alcalá y otras vistas en las que se ve el despertar a los tiempos modernos de aquel “pueblo grande y revuelto”, como Galdós definió a Madrid. El trabajo documental del británico no se limitó al aspecto documental. Convertido en fotógrafo de cámara de la monarquía española, realizó numerosos trabajos para la Casa Real, en los que destacan sus retratos de Isabel II.
Cerca de un centenar de estas imágenes junto con otros materiales, como una de las cámaras utilizadas por el autor y el pequeño poste utilizado para que sus modelos reposaran la cabeza y no saliesen movidos en la fotografía, forman parte de la exposición Clifford. Vistas del Madrid de Isabel II.
Es una de las dos muestras organizadas por el Canal de Isabel II con motivo del 170 aniversario de su fundación. La segunda, Alfonso. Cuidado con la memoria, abre sus puertas en las salas del emblemático depósito de agua de Santa Engracia. Ambas componen un apasionante recorrido por la historia de nuestro país desde mediados del siglo XVIII hasta el final del XX.
Quedan atrás los tiempos que vivió Clifford, cambian los protagonistas, pero el lugar es el mismo: esa España nuestra. Las fotografías ahora muestran un campesino fusilado, cuerpo anónimo tirado en cualquier esquina; Alfonso XIII y sus amigos de cacería; las fiestas de San Antonio; unas esquiadoras en la Sierra de Madrid... y así casi hasta el infinito. Cualquier suceso de importancia, cualquier personaje que tuviese algo que decir, eran atrapados por el objetivo de Alfonso.
La rúbrica no corresponde a un único autor, sino a la saga fotográfica más transcendente de la historia de España, la formada por Alfonso Sánchez García y sus hijos Alfonso, Luis, José, Victoria y María Sánchez Portela, testigos infatigables de todos los avatares que sucedieron en la convulsa historia de la España del siglo XX.
La proclamación de la II República, banderas al viento en inolvidable imagen de la Puerta del Sol; la pavera vendiendo sus aves y su alegría a partes iguales en la Plaza de la Santa Cruz; las celebraciones que alegraban la vida a la sociedad española de hace un siglo. Imágenes que han quedado incrustadas en la memoria colectiva, ignorándose casi siempre quién estaba detrás de la cámara.
Las fotografías reunidas en la muestra de la Sala Canal destilan un transcendente significado sociológico. Pastores de la Extremadura profunda y milicianas del Madrid sitiado, unidos todos por sus puños cerrados en alto. La alegría de los mismos madrileños y madrileñas, primero en las fiestas de San Antonio del Madrid republicano de 1933 y pocos años después, en 1939, celebrando la entrada de las tropas franquistas a la capital.
Organizada en cuatro capítulos, el último de ellos dedicado a los retratos, resume bien el omnipresente trabajo de los Alfonso. Manuel Azaña y Francisco Franco; Primo de Rivera e Indalecio Prieto; Ramón y Cajal y Alfredo Di Stéfano; Juan Belmonte y Ortega y Gasset, establecen un diálogo que tanto nos dice de esta España nuestra.
Absolutos precursores del fotoperiodismo español, el legado de los Alfonso lo componen casi 120.000 negativos recogidos en el Archivo General de la Administración -de donde proceden las 144 imágenes de esta muestra-, que también reúne diferentes documentos y una de las cámaras utilizada en el estudio del patriarca hace ahora un siglo.
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