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Geoda de Pulpí apertura geoda

Mina Rica y geoda gigante de Pulpí (Almería)

Un corazón blanco en las entrañas de la tierra

13/12/2024 –

Actualizado: 17/10/2022

Fotografía: Francisco Bonilla

La Mina Rica, en Pulpí (Almería), custodia la geoda más pura y grande de Europa y la única visitable de todo el mundo. Se cumplen tres años de la apertura al público de las galerías de la mina que llevan a esta joya geológica capaz de arrancar sonrisas y alguna lágrima.
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No era su pretensión, pero era el sitio y fue el momento. En el descubrimiento de la geoda de Pulpí, considerada una joya geológica sin parangón en el continente europeo al ser la de mayor tamaño, pureza y la única visitable en el mundo, intervino principalmente la casualidad.

Geoda Pulpí
Un 'paseo' de uno de los minerólogos fue el causante del hallazgo.

Miembros del Grupo Mineralogista de Madrid se dieron cita, como otras veces, en la cueva Mina Rica del Pilar de Javaría (Pulpí) para seguir investigando bajo tierra, como les gusta. Uno de ellos decidió que no quería picar y se marchó a “dar una vuelta”. Se introdujo por una galería mediante la que accedió del tercer nivel, en el que se encontraba, al cuarto. Al rato dio un grito. No podía creer lo que acababa de ver. Había encontrado un corazón blanco en las entrañas de la tierra.

Geoda Pulpí
La riqueza en minerales de esta mina la convirtió en uno de los polos económicos de la comarca.

Eso fue en 1999, pero la cueva no se pudo visitar hasta diez años después. En los tres años que lleva abierta al público la geoda ha recibido la visita de alrededor de 200.000 personas. Teniendo en cuenta que la misma quedó interrumpida por la alerta sanitaria generada por la pandemia y que las visitas se hacen por grupos reducidos -de unas 12 personas-, el ritmo es espectacular. Argentina, Perú o Colombia fueron algunos de los países de origen de los primeros visitantes, ávidos de saber y de comprobar con sus propios ojos que existía tal maravilla.

Geoda Pulpí
La gran Mina Rica mantuvo en secreto la geoda gigante durante siglos.

Aunque el principal reclamo es la geoda, el visitante no imagina el rico patrimonio geológico y mineralógico que se exhibe a su paso. Celestina, epsomita, baritina o el yeso tienen gran valor patrimonial por su grado de cristalización o por el tamaño de los cristales. También es de interés la luminiscencia de algunos minerales como la calcita o la estronciocalcita. Lo más curioso de la mina es que revive las experiencias laborales de quienes la explotaban y las circunstancias en las que lo hacían, y todo está tan bien diseñado y explicado que, lo que fue en su día, se torna ahora algo presente.

Geoda Pulpí
Algunos minerales brillan con determinada luz.

Recuerdo permanente a los mineros

Mila Carretero, la coordinadora de la geoda, se pone y nos pone en la piel de los mineros durante las cerca de dos horas que dura el recorrido. “No podemos perder de vista que no estamos en una cueva, esto es una mina que hicieron los mineros”, dice, pero cuesta creerlo.

Geoda Pulpí
Mila Carretero es la coordinadora de la geoda y guía durante la visita.

La mina, engancha. Nos recuerda que lo que ahora podemos pisar, el museo minero que tenemos a nuestros pies, era un bloque macizo de tierra y que las galerías y cavidades las han hecho quienes trabajaban allí . Y lo hacían duro. Tan sólo una pareja de mineros extraía 38 vagonetas al día de mineral que, en total, tenía cerca de una tonelada de peso.

Geoda Pulpí
Durante la visita se cuenta cada detalle de la vida en la mina.

“Si no fuera por los mineros, no estaríamos aquí” y, por supuesto, no se hubiera descubierto la geoda. Por eso, precisamente, se les rinde homenaje a estos hombres en prácticamente todo el trayecto, ya sea guardando y exhibiendo parte de los utensilios que empleaban en sus labores, los botellines de cerveza que tomaban en el descanso, los paquetes de Celtas Cortos o preservando las señales que hacían en las galerías y las firmas que dejaron para inmortalizar su paso por Mina Rica, como es el caso del minero José Marín ,que escribió su nombre en 1918.

Geoda Pulpí
Los botellines y el tabaco permanecen en el mismo lugar donde se dejaron hace años.

Otro minero, Martín, que reside en Pulpí, mantiene viva la memoria de sus compañeros y Mila rememora en la visita extractos de las largas conversaciones que ha mantenido con él. “Su misión era encontrar plomo, plata o hierro, dependiendo de la época, pero no sabían el valor que tenían las geodas” y antes de llegar a la geoda gigante, de ocho metros de longitud por dos metros de altura, el visitante encuentra varias de diverso tamaño junto a las que la guía invita a posar para una foto –los particulares no hacen fotos, las hacen los guías durante el recorrido y, también, al culminar en la geoda-.

Geoda Pulpí
No podía faltar un espacio dedicado a Santa Bárbara, patrona de los mineros.

“Cuando le pregunté a Martín si recuerda haber visto más geodas me dijo que anda que no habían explotado ‘geordas’ de estas”, cuenta Mila con una sonrisa en la cara. Y tuvo que haber muchas. Existen hasta tres de tamaño métrico antes de llegar a la geoda gigante de yeso y hay, además, decenas de geodas más repartidas por toda la mina de tamaños variables de entre los diez y hasta los 60 centímetros de diámetro.

Geoda Pulpí
Las cristalizaciones vaticinan el asombro que produce su igual a gran escala.

Luz y belleza en estado puro

La geoda gigante está al final del recorrido -menos de un kilómetro desde la entrada a la primera galería- y al contemplarla se experimentan todo tipo de sensaciones. Dicen los minerólogos que hay que entrar a verla con la mirada de un niño, que hay que dejar aflorar nuestra parte más infantil. Y entonces se escapa la sonrisa y, ¿por qué no?, alguna lágrima.

Geoda Pulpí
Apenas entra una persona por la cavidad que da acceso a la geoda gigante.

Es la naturaleza, la hermosura en estado puro. Los guías, además, le confieren gran expectación al momento. La cavidad que alberga la geoda se puede ver de manera individual. El visitante, cuando llega su turno, sube un peldaño y coloca su cuerpo semitumbado en la geoda como formada por yeso le indican los guías, que facilitan guantes para evitar daños en la misma, que tiene una de las durezas más bajas (dos).

Geoda Pulpí
El uso de mascarilla es obligatorio cuando se observa la geoda gigante.

El uso de la mascarilla no es obligatorio durante el recorrido de Mina Rica, pero sí para ver la geoda, donde los niveles de humedad bajan y hay menos oxígeno. A raíz de la pandemia se pensó en dejar la mascarilla exclusivamente para los cerca de 30 segundos en los que se permite disfrutar del espectáculo de cristales blancos, tiempo suficiente para retener el tesoro en la retina y en la mente para siempre.

Geoda Pulpí
Tras la visita se entiende el sacrificado oficio de los mineros.

Una vez que se ha estado cuerpo a cuerpo a solas con la geoda, se echa la vista atrás y se observan las galerías y las cámaras de explotación, y se recuerda todo lo que ha tenido que pasar para que ahora, en el siglo XXI, podamos disfrutar de esta maravilla de la naturaleza -la geoda y la mina son Monumento Natural que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad- cobra todo el sentido pensar que todo esto ha sido por azar.

Geoda Pulpí
La geoda se suma a los encantos naturales del Cabo de Gata.

Hace millones de años que el agua entró en contacto con el magma volcánico en la zona de Terreros (Pulpí) y Cabo de Gata. Ese magma se enfrió y, al cabo de millones de años, quedaron las aguas termales que empezaron a inundar de abajo hacia arriba los huecos que se habrían generado en la roca caliza, en la que abundaban el sulfato y el calcio, elementos necesarios para la formación del yeso que fue haciendo durante años los grandísimos cristales que hoy cortan la respiración a medio mundo. La geoda fue creciendo y fue una casualidad que esta mina atravesara la misma y que pudiera, por tanto, ser descubierta.

GEODA DE PULPÍ - Polígono S-AG2A, 33. Pulpí, Almería. Tel. 950 96 27 27.

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