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La Graciosa en Bici bici en playa

10 rutas en bici por ríos, playas y pozas

Suelta la bici y date un chapuzón

13/12/2024 –

Actualizado: 14/06/2023

El refrescante estímulo de darse un chapuzón tras kilómetros sobre el sillín está garantizado en estas rutas en bici por ríos y playas. Ya sea en pozas de aguas cristalinas, las hermosas costas que se sumergen en los mares que rodean la península o con una visión diferente de islas casi vírgenes, estos itinerarios aúnan el pedaleo con la naturaleza más atractiva.
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1. La Graciosa (Islas Canarias)

La Graciosa guarda una de las rutas en bicicleta más singulares de todo el país. Se trata de la senda que atraviesa el norte de la isla a través de caminos no asfaltados, mostrando la naturaleza más primigenia de este rincón de las Islas Canarias. Para realizarla es necesario ir bien pertrechado con el agua y la comida suficientes, ya que no existen negocios en los que adquirir víveres, y se recomienda el uso de una gorra para aliviar el calor propio de este entorno.

La Graciosa en Bici Playa de Las Conchas

Muchos consideran la playa de Las Conchas como una de las mejores del archipiélago. Foto: Hugo Palotto

Toda esta preparación se ve recompensada en cuanto se comienzan a descubrir playas de ensueño como la de Las Conchas o la del Ámbar, los antojos geológicos que dan como resultado monumentos naturales como Los Caletones y paisajes dunares que, una vez el ciclista se ha acostumbrado al terreno arenoso, hipnotizan con sus ondulaciones.

La Graciosa en Bici Los Caletones

Merece la pena bajarse de la bici para admirar cómo rugen Los Caletones. Foto: Hugo Palotto

La facilidad de poder alquilar la bicicleta mejora la experiencia a los turistas, que no necesitan cargar con su vehículo de dos ruedas en el barco les lleva desde la localidad lanzaroteña de Orzola hasta Caleta de Sebo, núcleo principal de La Graciosa donde desembarcan. Además, las instrucciones y recomendaciones de sus responsables harán que, dependiendo de si se trata de una excursión familiar, en pareja o en solitario, el recorrido y los puntos de interés se adapten a las expectativas de cada uno.

2. La isla de Arousa (Pontevedra)

El perfil llano de la Illa de Arousa la convierte en uno de los destinos más accesibles si se quiere disfrutar de una jornada de ciclismo en este paraje en el que naturaleza terrestre y oceánica se dan la mano. A pesar de que es la parte sur de la isla el que mayor volumen de visitantes atrae gracias a sus playas paradisíacas, es en la parte norte donde se encuentra esta apacible ruta a dos ruedas.

En cualquier alto del camino, las playas y el faro se perfilan sobre la ría repleta de bateas.

En cualquier alto del camino, las playas y el faro se perfilan sobre la ría repleta de bateas. Foto: Hugo Palotto

Desde Porto de Xufre parte este itinerario por un carril bici -la isla cuenta con este tipo de pista por todo su perímetro- en el que en todo momento acompaña al ciclista la perspectiva de las famosas bateas que se ubican en esta parte del Atlántico, además, hay tramos que atraviesan el bosque sobre una tarima que facilita el ciclado. Cada pocos metros dan ganas de bajarse de la bici para zambullirse en pleno océano ya que, a pesar de ser menos famosas que sus vecinas sureñas, playas del norte como la de Area da Secada invitan a tumbarse sobre el arenal y aliviar el calor con estas frías aguas.

La Playa da Area da Secada, con su bandera azul, es de las favoritas de la isla

La Playa da Area da Secada, con su bandera azul, es de las favoritas de la isla. Foto: Hugo Palotto

Como destino para cargar energías a base de buen producto gallego, hay que poner rumbo hacia el restaurante del Faro Punta Cabalo. Es necesario hacer una reserva previa para poder sentarse en alguna de sus mesas, pero merece la pena. Mariscos y pescados de proximidad, arroz de marisco, croquetas sedosas… Todos platos que ensalzan su sabor si se maridan con una buena copa de albariño.

Las zamburiñas negras de la ría, un buen entrante en Faro Punta Cabalo.

Las zamburiñas negras de la ría, un buen entrante en Faro Punta Cabalo. Foto: Hugo Palotto

3. Los nacederos del Júcar y el Cuervo (Cuenca)

Como si del nacimiento de dos hermanos gemelos se tratase, el macizo de San Felipe alumbra las primeras aguas de los ríos Júcar y el Cuervo, que han hecho de la Serranía de Cuenca una de las predilectas de los aficionados a la bicicleta de montaña. A pesar de que sus nacederos se ubican a escasos kilómetros de distancia, la orografía hace que sus desembocaduras no se sitúen siquiera en el mismo mar, ya que el primero termina en el Mediterráneo y el segundo en el océano Atlántico.

Rio Cuervo Serrania Cuenca

El nacimiento del río Cuervo deslumbra desde que se divisa. Foto: Miguel Cuesta

La mejor forma de observar cómo brotan sus respectivos cauces es rodear el mencionado macizo, ya sea el camino de las Acebeas -en la cara occidental; 35 kilómetros- o por el carril de Rilaga -en la vertiente oriental; 45 kilómetros-, más exigente, aunque atravesando el famoso Estrecho del Infierno. Uno de los grandes reclamos de esta última es poder pedalear por la conocida como pista del Tajo, ya que el río más largo de la Península Ibérica, cuyo nacimiento se sitúa unos kilómetros más arriba, se puede divisar durante el recorrido.

Baño Cuervo

Nada mejor que refrescarse en las aguas del río para aliviar el esfuerzo de las pedaladas. Foto: Miguel Cuesta

Además de las impresionantes vistas de ambos nacederos, con mención especial para el del Cuervo, declarado Monumento Natural por la belleza de sus formas, los ciclistas que transitan por estos caminos pueden hacer alguna parada y refrescarse en las múltiples pozas que se crean en esta zona de la serranía conquense, una dosis de vitalidad que ayuda a completar la ruta con mayor brío.

4. Ruta de los castros (Asturias)

Pedalear por caminos con más de 3.000 años de historia es posible cuando los ciclistas toman las rutas que unen El Franco, Coaña y Tapia de Casariego. Lo atestiguan los castros que los albiones construyeron para proteger sus tierras en la Edad de Hierro ante los invasores que llegaban por el Cantábrico. Una ruta en bicicleta en la que el pasado se da la mano con el presente en forma de pueblos con encanto y playas de postal.

Cabo de San Agustín

El cabo de San Agustín es el punto de partida de esta ruta a pedales. Foto: Javier Martínez Mansilla

La orografía del terreno combina tramos de cuestas y otros más llanos en los que la constante es la perspectiva de las verdes colinas cántabras con un mar bravo al fondo. Durante el trayecto, además de casas indianas que reclaman la atención, bajar de la bici y asomarse a los acantilados que miran al Cantábrico resulta casi una obligación para admirar la belleza del entorno.

Mirador castros

La ruta de diferentes lugares en los que reponer fuerzas y admirar el Cantábrico. Foto: Javier Martínez Mansilla

Son múltiples los espacios habilitados para descansar y reponer energía con un tentempié, aunque en cualquiera de estos pueblos, o incluso en algunas de sus playas, existen restaurantes y chiringuitos en los que degustar recetas tradicionales que a buen seguro aportarán las fuerzas necesarias antes de volver a la bicicleta para finalizar el recorrido programado.

Puesta de sol Asturias

La puesta de sol a la orilla del mar es un cierre perfecto a esta ruta en bicicleta. Foto: Javier Martínez Mansilla

5. Aguas dulces y saladas en Málaga

La provincia de Málaga ofrece varias rutas ciclistas que recorren sus ríos o siguen el perfil costero con el Mediterráneo, pudiendo observar parajes naturales bucólicos o remojarse en el mar tras unas pedaladas antes de pedir un espeto en los múltiples chiringuitos que pueblan la costa.

Peñón del Cuervo

El carril bici que recorre la zona del Peñón del Cuervo anima a cualquiera a pedalear. Foto: Daniel Pérez

Con la imagen más icónica de la Costa del Sol perenne en el horizonte, desde el Peñón del Cuervo discurre una ruta que combina firmes de distinta naturaleza -hay tramos de carril bici y otros que transitan por una pista de arena- hasta la playa de Chilches, ya en Vélez-Málaga. A lo largo del recorrido se atraviesan los históricos túneles de la Cochinita, el antiguo tren que circulaba por la comarca, espacios naturales como el río Granadilla y asoman sugerentes chiringuitos en los que reponer las fuerzas empleadas durante la etapa.

Chiringuito ciclistas

Los chiringuitos de la zona se llenan de ciclistas que buscan reponer fuerzas. Foto: Daniel Pérez

Por otro lado, la pasarela que salva el río Guadalhorce, a las afueras de la capital, ha facilitado el tránsito de bicicletas en una de las zonas de mayor valor ecológico de la comarca, donde la vegetación autóctona sirve de refugio para aves migratorias que encuentran en este cauce su hogar. Eso sí, es necesario apearse para poder acceder hasta los observatorios, evitando molestias innecesarias a la fauna.

6. 'Los Bosques del Sur' (Jaén)

La inmensa masa forestal que alberga el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ha hecho que a este entorno se le conozca como Los Bosques del Sur, un espacio natural que alberga una de las rutas más atractivas para los aficionados al cicloturismo a nivel europeo. No es de extrañar, ya que el buen estado de las pistas -algunas incluso asfaltadas- por las que discurre el sendero GR 247 y su longitud hacen que su recorrido pueda planificarse a lo largo de varios días de etapa en los que, en su mayoría, el esfuerzo es moderado.

Ruta bici Sierra Cazorla, Segura y Las Villas cascada

El Borosa se abre camino a través de diversas cascadas. Foto: Miguel Cuesta

La profusión de ríos y arroyos que aquí discurren, con el nacimiento y primer tramo del Guadalquivir como gran emblema de estas sierras, dibujan paisajes de todo cuño en los que se alternan cascadas inspiradas en cuentos nórdicos, espesuras que parecen sacadas de los lejanos montes asturianos y llanuras infinitas con los característicos mares de olivos de la comarca. Una colección de panorámicas en las que aprovechar para darse un baño en las pozas que se generan a lo largo del río Borosa, que antes de desembocar en el Guadalquivir regala a los ciclistas sus refrescantes remansos en varias áreas recreativas.

Ruta bici Sierra Cazorla, Segura y Las Villas poza con bañista

Un agradable baño en las pozas de este área recreativa. Foto: Miguel Cuesta

Además, durante el recorrido se puede aprovechar para visitar los pueblos con encanto que se despliegan en las sierras, conociendo las virtudes de la gastronomía tradicional de la zona o los diversos alojamientos rurales que dan cobijo a los turistas. En esta última cuestión del descanso, también es posible hacer noche en alguno de los refugios de montaña que se encuentran en la senda, pudiendo comenzar la etapa siguiente nada más despertarse.

7. Eurovelo 8 por Cádiz

El Corredor Ciclista Eurovelo une Cádiz con Chipre pedalada tras pedalada, recorriendo algunos de los pueblos más hermosos de la costa gaditana y alternando valor ecológico e histórico a partes iguales para disfrute del ciclista. La ruta comienza en la propia Tacita de Plata mostrando lugares icónicos como el Campo del Sur -conocido como el malecón gaditano- y la playa de Cortadura antes de entrar en el Parque Natural Bahía de Cádiz, donde el rumbo a seguir lo marca la meta en Tarifa.

bolonia bici

Llegando a Bolonia por su espalda se entiende el mito. Foto: Juan Carlos Toro

Por el camino se van dejando atrás los carteles que marcan el inicio y el fin de pueblos como San Fernando, Chiclana, Barbate, Conil o Zahara de los Atunes, donde, además de una buena dosis de gastronomía de nivel basada en platos elaborados con el atún rojo de almadraba, sus múltiples playas kilométricas harán que los ciclistas cambien la bicicleta por el bañador para darse un chapuzón en las aguas atlánticas, con la playa de Bolonia y su duna como parada obligada para el descanso.

loma puerco chiclana bici

En la Loma del Puerco se libró la famosa Batalla de Chiclana en 1811. Foto: Juan Carlos Toro

Una ruta con patrimonio histórico donde no puede faltar la visita al yacimiento arqueológico de Baelo Claudia, ciudad-factoría romana en gran estado de conservación que vincula su existencia al legado trimilenario de la capital como la ciudad más antigua de Occidente. Más recientes, pero de igual valor, durante la ruta se reconoce la huella dejada por los asedios napoleónicos a los que fue sometida la comarca, con la placa que corona la Loma del Puerco y recuerda el baño de sangre que supuso la Batalla de Chiclana como gran ejemplo, y la presencia de las pocas salinas artesanales que se mantienen en activo, herederas de una tradición centenaria.

8. El río Escabas (Cuenca)

Desde la pequeña localidad de Cañamares arranca una de las rutas más cómodas para descubrir la Serranía de Cuenca y sus virtudes naturales. Llega hasta el área recreativa de Los Lagunillos, aunque desde el inicio de la carretera de montaña las claras aguas del río Escabas han generado un buen número de pozas donde zambullirse y disfrutar del agradable entorno.

Ruta río Escabas

Es preferible pedalear unos cuantos kilómetros hasta llegar a las mejores pozas. Foto: Miguel Cuesta

El tramo completo del recorrido cubre alrededor de 30 kilómetros, para los que no es necesario contar una gran preparación física, en el que se atraviesa la conocida como Puerta del Infierno -tres túneles consecutivos excavados en roca- para adentrarse en la la Selva Negra Conquense, sobrenombre de esta gran masa forestal tras la que se encuentra el punto de mayor esfuerzo de la ruta.

Pozas río Escabas

Las pozas entre los pueblos de Fuertescusa y Poyatos son algunas de las mejores. Foto: Miguel Cuesta

Salvado el repecho, el barranco del Escabas agradece al ciclista su tenacidad con una bajada que desemboca en pozas en las que el reto supone elegir la más apetecible, pues todas albergan los atractivos necesarios para cambiar la bici por el bañador y sumergirse en el río.

9. Las pozas del Alberche, Tormes y Jerte

El interior de la península atesora la combinación perfecta para quien siempre tiene un hueco en la mochila para el bañador cuando monta en bicicleta. Por la Sierra de Gredos y sus inmediaciones discurren los afamados ríos Alberche, Tormes y Jerte, cuyas aguas limpias en sus primeros tramos han creado una buena cantidad de pozas y piscinas naturales que atraen a veraneantes de interior cada estación.

Río Tormes

Solo hay que elegir dónde dejar los pedales y ponerse el bañador. Foto: Miguel Cuesta

Por lo general, salvando aquellas que se encuentran en localidades como Navaluenga o Burgohondo, para llegar a las mejores pozas es necesarios adentrarse en los campos a través de caminos que siempre resultan más agradables si se recorren en bici. Un esfuerzo que merece la pena no solo por la mayor belleza de esos parajes, sino porque además se garantiza una dosis de privacidad extra.

Poza de las Chorreras.

Poza de las Chorreras, cerca del nacimiento del Tormes. Foto: Miguel Cuesta

10. A pedales por la Costa Brava

El recorrido que antiguamente cubría el conocido como Tren Petit, aquel que unía las localidades de Palagurgell y Palamós, se ha convertido en una de las vías verdes más transitadas por los ciclistas que circulan por este rincón de la Costa Brava.

La playa del Castell es el arenal dorado más amplio de la Costa Brava.

La playa del Castell es el arenal dorado más amplio de la Costa Brava. Foto: Javier Martínez Mansilla

No es de extrañar, ya que aquí se asienta la famosa playa del Castell, uno de los arenales más vírgenes de toda la comunidad autónoma sus dunas, acantilados de granito y bosques de pinos como ejemplo de preservación del ecosistema, que se une a la atractiva oferta gastronómica de la comarca, con la gamba roja como emblema del buen comer.

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