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Se abre la puerta y, ¡zas!, apareces en un restaurante con aires ochenteros: de neones, colores chicle y letreros luminosos. Apetece cardarse el pelo a lo Armas de Mujer y marcarse un bailecito al son de la mítica canción de Radio Futura. Lo cierto es que hacía mucho tiempo que no me lo pasaba bien comiendo, sin tanta celebridad y formalismo.
Y aún más, hacía mucho tiempo que no comía tan bien por un precio casi irrisorio en Madrid. Y, por matizar mucho más, hacía mucho tiempo que no me encontraba una carta de vinos tan tentadora y diferente y a precios razonables. Conclusión, esta locura de restaurante que lleva nombre de canción de La Movida es una de las grandes novedades de esta ciudad.
Se encuentra en ese tramo de la calle Atocha anodino, en el que parece que nadie nunca acude para comer. Pero ahí está, como las cosas buenas hay que buscarlas con ganas. Se encuentra justo a la entrada del 'Hotel Axel'. Lo primero que ves es una hermosa barra rectangular y alrededor de esta, unas cuantas mesitas de tintes de otro tiempo. Si preguntas te cuentan que hay unos salones contiguos para comidas y cenas privadas.
Pides la carta y ya comienzas a sonreír. Primero porque todos los platos aparecen escritos en unos vinilos de papel ¡ingenio! Y después porque el nombre de los mismos es un pasaje a la nostalgia: Papa Luci Boom (chips con vinagre y pimentón dulce de la Vera); la Tosta Maripili, con anchoa, brevas y crema de queso ahumado; las Patatas Massiel con espuma ligera de alioli; Nacho Pop, guacamole con gambas, salsa criolla y totopos crujientes; Vainica Doble, ciruelas al armañac con helado de vainilla y chantilly; o el Champú de Huevo, espuma de crema catalana con sorbete de manzana ácida…
De nuevo un viaje al recuerdo de las pelis de Almodóvar, la música de los Pegamoides o los temazos de éxito de Massiel. Sinceramente, ante semejante carta al principio piensas que una vez más te encontrarás con un restaurante con una oferta de nombres rimbombantes y poca cocina (por desgracia tan en auge en Madrid) pero ¡qué sorpresa!
Pido el menú degustación (unos 34 euros, sin incluir el vino) y comienzo con una esfera de aceituna gordal que ya, a estas alturas, no sorprende pero que aprecias como bien elaborada y con el plus de que te la sirven en un Madelman despatarrado y servicial que porta bajo sus pies esas pequeñas esferas…
Continúo con cada uno de esos platillos divertidos bien ejecutados, sabrosos con matices, picantes y texturas. Recetas sencillas y tradicionales pero con una mirada diferente, especial y con sentido del humor. Todo va servido en mesa en un concepto de vajillas muy divertido y diferente: el Madelman servicial, las piernas que portan el tartar, la cabeza de pez…
Un equilibrio entre calidad y precio, con el plus de que todo lo que encuentras está vestido de una originalidad nada usual en la ciudad de Madrid. Indagas y descubres quién dirige esa cocina; te encuentras con el chef Pedro Gallego, recién aterrizado de otros mundos y con un bagaje profesional que le avala junto con Sergi Arola, Alberto Chicote o con Gordom Ramsey.
Pero aún hay más, estamos en el primer proyecto de restauración del Grupo Iglesias con casos de éxito como 'Tickets', 'Bodega 1900' o 'Espai Kru', entre otros. Es decir, que detrás del equipazo archipreparado de Madrid se encuentran Miguel Estrada y Robert Gelonch, vinculados a los hermanos Adrià.
Ah, y por último, la carta de vinos… tan solo dar las gracias por salirse del Ribera y del Rioja y tentarnos con vinos del Priorato o de El Monsant. Toda una oda a la creatividad, al sabor y a la apuesta.
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