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Hace ya unos años que la fiebre de Halloween ha dejado, en cierto modo, paso a esa concepción mexicana de la Noche de Muertos. Colores vivos, catrinas, música, alegría y, por supuesto, la receta de pan de muerto. Así que, toca ponerse el delantal y endulzar la noche del 31 de octubre al más puro estilo centroamericano.
Fiestas y celebraciones en los equinoccios de primavera y de otoño –este último se corresponde con el de muertos– existen en todo el hemisferio norte de nuestro planeta Tierra. También existían en las culturas precolombinas de México, pues la tradición y los ritos acerca de la muerte se encuentran arraigados con fuerza en la cultura mexicana, se revitalizaron en las primeras décadas del siglo XX, gracias a la Revolución y su nacionalismo, y parece que tras haber languidecido unos decenios están cobrando de nuevo auge por el interés en recuperar las tradiciones en todo el mundo.
La llegada de los conquistadores, religiosos y colonos españoles asimiló una fiesta, la europea, a la americana, como suelen hacer los credos que intentan dominar a otros a los que invaden. Esta fiesta de muertos se celebra en el país azteca con preparaciones de maíz comunes durante generaciones y, cómo no, con el pan de muertos, que se hace con trigo y masa semejante a los panes europeos milenarios.
En cada pueblo, ciudad o región hay un tipo distinto de pan de muertos, cuyas diferencias se resumen en el tipo de grasa utilizada para amasar, en el aroma que perfuma la masa y en la decoración más o menos compleja de los panes. Pero la receta de la masa es un pan dulce sencillo, amasado con huevos y manteca o mantequilla, y con decoración que alude a los huesos –huesitos, dicen– del muerto.
Para 1 o 2 panes
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 15 minutos más de 30 de levado de la masa
TIEMPO DE COCCIÓN: 30 minutos de levado del pan más de 25 min de cocción
Preparación de Pan de muerto
Con el café combina perfecto. Foto: Shutterstock.
Diluir en un cuenco o taza la levadura fresca o seca en la leche o agua templada y batirla con 50 g de la harina prevista. Tapar la taza o cuenco con un platito. Mientras espuma un poco, mezclar en un cuenco grande el resto de la harina con el azúcar, la sal y el perfume elegido.
Marcar un hoyo en la harina del cuenco grande y echar en el mismo la levadura ya subida, los tres huevos y 30 g de la manteca o mantequilla. Pasar a la mesa. Trabajar a mano -o hacer todas las operaciones en máquina- hasta conseguir una masa elástica y lisa, no muy tierna. Entonces continuar amasando con el resto de la manteca o mantequilla hasta integrarla. Dejar la masa en el cuenco enharinado cubierto con paño a que leve al doble.
El amasado ha de ser ligero. Foto: Shutterstock.
Una vez subida la masa, romperla con un amasado ligero y dividir la masa en dos partes iguales. Separar de la bola como una quinta parte --para los huesitos--. Formar dos bolas con el resto de la masa, colocarlas un poco separadas sobre la bandeja del horno con papel o silicona y aplastarlas con el puño cerrado empujando en el centro para hacer unas tortas gorditas.
Dividir la quinta parte retirada de masa de cada bola en dos partes grandes y en otra parte como una canica gorda. Con cada una de las partes grande formar un rulo y estirarlo con la mano muy abierta en plano y con los dedos separados, de modo que se consiga una tira con tres partes finas -donde presionan los dedos, además de los extremos, también adelgazados- y cuatro partes redondeadas.
Dulce y esponjoso pan de muertos. Foto: Shutterstock.
Pintar con el huevo para pintar -o con un par de cucharadas retiradas de los 3 huevos batidos- los panes de muerto y colocar en cruz los huesitos de muerto alargados y en el cruce central, que tiene que coincidir con las partes delgadas centrales de los huesitos, las canicas de masa. Dejar levar al doble cubiertos con un paño.
Encender el horno a 200º C.
Una vez levado, pintar todo el pan o panes de muerto con el resto del huevo y cocer en el horno ya caliente, que se bajará a 175º C pasados 5 minutos desde su entrada.
Recién salido del horno, espolvorear el pan con el azúcar molido pasado por un cedazo o colador.
Hay quien los rellena y entonces las posibilidades se disparan. Foto: Shutterstock.
Nota
También es costumbre pintar el pan nada más salir del horno con manteca o mantequilla derretida para que el azúcar se pegue bien. Sin forrar de mantequilla se puede adornar con una glasa real y pintada con glasa teñida de colores en dibujos alusivos al día de muertos.
En algunos estados se preparan los panes de muerto casi con la forma de suizos y, en uno de los extremos de la hendidura central, se pone al salir del horno la cara del muertito reproducida en pasta de azúcar o mazapán teñido.