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Esta propuesta se fundamenta en una sopa de garbanzos, que nada tiene que ver con el cocido, y que lleva huevo y limón. Lo más complicado quizá sea acordarse de poner los garbanzos en remojo. Por suerte, también se pueden usar garbanzos en conserva.
En Gran Canaria se cocina –al menos se cocinaba antes de finales del siglo XX– un plato semejante a éste con el nombre de rehogado de Semana Santa. La receta aquí presentada tiene en común con aquella el dulzor de las frutas secas, la acidez –allí del vino blanco, aquí del limón— y la canela. El cuajado con yemas, como en la salsa agristada de los hebreos, y el azafrán, son unos toques inconfundibles de cultura sefardí. Si se quiere dar un aire aún más sefardí a esta sopa deliciosa, añadir al final, justo antes de servir, 1 cucharadita de café de agua destilada de rosas. Fantástico.
Preparación de Sopa de garbanzos con huevo y limón
Las pasas y la miel dan un punto dulce a la sopa.
Lavar los garbanzos, que habrán estado a remojo con un puñadito de sal gorda desde la víspera, y echarlos en un puchero mediano con agua hirviendo que los cubra unos dos o tres dedos como máximo.
Espumar cuando rompa el hervor y añadir la canela, 1 ajo y 1 cucharada de aceite.
Dejar en hervor suave, añadiendo el agua caliente necesaria siempre que se queden secos.
Sofreír en una sartén con un poco de aceite la cebolla con el otro ajo entero, sin que tomen color. Esto es importante y a medio sofrito añadir las pasas.
Una vez que las cebollas estén tiernas, sacar los dientes de ajo -uno del puchero, el otro del sofrito-, pelarlos y machacar la pulpa, que se añade al puchero de los garbanzos junto con la miel.
Añadir una pizca de sal a las cebollas y pimienta negra recién molida, al gusto, pero no está de más ser generoso.
Cuando los garbanzos estén casi cocidos -se conoce porque abren el pico, como el de un pajarito- retirar la canela, añadir lo que quede de aceite, la mitad del perejil picado y el sofrito de cebolla, además de una pizca de azafrán molido. Esperar aún como 30 minutos más mientras continúa el potaje en hervor suave y añadir agua caliente si hiciera falta. Tiene que ser una sopa no demasiado caldosa, pero no seca.
Cuando los garbanzos ya estén en su punto, probar de sal y corregir lo que sea necesario. Bajar el fuego al mínimo.
En el momento de servir, mezclar las yemas con 2 cucharadas de zumo de limón y 3-4 cucharadas de agua fría. Verter sobre el potaje pasándolo por un colador de paso fino y remover de inmediato. Con el calor -no hervor- del puchero, el caldo espesará porque el huevo cuaja, pero hay que cuidar que no se corte.
Retirar del fuego, probar de acidez y sazón y corregir. Revolver con el resto del perejil y servir.
Nota:
Esta sopa también se puede hacer con garbanzos en conserva escurridos,
lavados y hervidos en agua que los cubra y con la canela unos 15
minutos, antes de continuar como indica la receta.