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2016 es el Año de las Legumbres. Son económicas, nutritivas y versátiles en cocina. Además de tomarlas en guisos, ¿por qué no intentar con una rica ensalada? Lentejas, alubias, judías, soja o garbanzos son igualmente ricos en frío, con otras verduras troceadas y un buen aceite de oliva virgen extra. Dos raciones a la semana son suficientes.
Escribía hace unos días el crítico gastronómico José Carlos Capel que hay una vibrante tendencia verde, en la que triunfan el tándem equilibrio nutricional- placer gastronómico y los superalimentos como el algarrobo, las semillas de chía, la quinua, el ajo negro o las algas chlorella. Por cierto, es la época, cuenta Capel, de los zumos cold-pressed (prensados en frío) que, nos explicaba el cocinero Luis Bartolomé, se hacen con una prensa en lugar de con una licuadora para conservar intactas sus propiedades nutricionales. Una buena idea: un concentrado verde, muy verde, resultado del prensado de la hierba del trigo.
Nosotros, los consumidores, demandaremos alimentos más naturales, menos procesados, respetaremos la temporalidad y (casi) obligaremos a las grandes compañías de la industria alimentaria a eliminar ingredientes artificiales. Esta es una de las conclusiones del informe Global Food & Drink Market que predice cuáles serán las gastrotendencias de los siguientes 12 meses.
También es probable que este año recurramos más a las compras online, que el protagonismo se lo lleven las entregas a domicilio, que estemos mucho más concienciados con la sostenibilidad (y con cómo somos parte del problema y, por supuesto, de la solución).
Nos seguirá gustando compartir en nuestros perfiles de las redes sociales recetas, platos o el pre, durante y post detrás de cada elaboración y no olvidaremos a quienes viven solos, porque habrá cada vez más (eso vaticinan) envases unipersonales. Los pop-up y los food trucks (o lo que es lo mismo, restaurantes que hoy están, mañana no y las furgonetas de comida) llegarán para quedarse.
Lo viejo es lo nuevo. Es probable que no volvamos a la época en la que el móvil ocupaba casi una maleta entera, o a esa en la que había que llamar a la operadora previo a escuchar a quien tratábamos de contactar, pero el back to basics no es demodé. Todo lo contrario. Estamos cada vez más interesados en productos artesanales, que hayan sido elaborados con materias primas de calidad, de los que conozcamos la procedencia y nos cuenten una historia. Lo decíamos al empezar: quizás nos hayamos pasado y sea tiempo de volver (o acercarnos) otra vez al origen.