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¿Cómo es posible que estemos en un restaurante del centro de Madrid y no podamos tomar un vino de Madrid? Esa situación, y la consecuente perplejidad momentánea, fue el punto de partida para que José Manuel Jurado empezara a pensar que había llegado el momento de que los habitantes de la ciudad supieran que sus alrededores están sembrados (nunca mejor dicho) de poblaciones agrícolas que, explica el director del Mercado de Productores, “producen cosas maravillosas”.
Hace 12 ediciones Matadero (centro de creación contemporánea) se convirtió en el gran escaparate de 45 productores artesanos que encontraron la mejor alfombra roja posible para dar visibilidad a lo que hacían. Este fin de semana serán más de 90. Entre ellos las verduras “tiernas y gustosas” de José Luis Fernández, fiel defensor de la temporalidad, y quien volverá lleno de satisfacción para atender a loscerca de 2.000 clientes que hacen que “siembre más, esté más motivado y contento”.
También repetirá Sotero Martínez, de la empresa Cuerda Larga, que trabaja con la raza frisona, “la vaquita blanca y negra de siempre”, perfecta porque produce carne sabrosa y suave y porque, tras un proceso de curación de unos 14 días, tendremos un filete que no se ahogará en un lago de agua en la sartén. Martínez, un hombre sincero y conversador, no escatima en explicaciones. Así como nos atiende con esmero explica a sus clientes, con paciencia, porqué es importante conocer lo que hay detrás de lo que comemos. “La gente se va preocupando por lo que consume y cada vez se interesa más los pequeños productores. Por eso nuestro eslogan es ‘de nuestra granja a tu mesa sin intermediarios”.
El Mercado de Productores nació (y vive) para recuperar sabores tradicionales, crear empleo y compartir cultura y gastronomía. Tenemos que recurrir al manido, pero siempre elocuente, ejemplo del tomate que sabe a tomate o de la carne de antes. “Ya ha terminado la temporada, pero la gente se volvía loca por comprar el tomate y se lo comía, incluso, sin sal”, recuerda José Manuel Jurado.