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En Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera las brazadas en el Mediterráneo llegan aderezadas de productos locales que apenas empiezan a conocerse. Más allá de la sobrasada, la primera, la más grande las islas, es rica en almendros que, a finales del siglo XVII, fueron el punto de partida de la leche de almendras, que se logra con algo de agua, azúcar, cáscara de limón y canela en rama y se puede tomar sola o con una rica coca de patata (similar a un bizcocho).
El mágico valle de Sóller, en la costa noroccidental de Mallorca, inunda de aromas de azahar a esta localidad entre las montañas de la Serra de Tramuntana. Con sus jugosas naranjas, que suman unos 600 años en suelo mallorquín, se prepara un licor muy afrutado y apenas amargo que se bebe con algo de hielo o en un cóctel con cava. Y de las piscinas de la playa d’Es Trenc emerge una capa sutilísima de sal que Flor de Sal d’Es Trenc convierte deja secar al sol y envasa a mano.
Hablando de espirituosos, en Menorca destaca su ginebra (con Indicación Geográfica Protegida) aún poco conocida en la Península. También los licores de hierbas, el de mandarina, naranja, melocotón o limón. Pero uno de los más característicos es el estomagale, con una historia de más de un siglo y donde la clave está en la camomila (la manzanilla menorquina), perfecto para terminar una comida. Para el invierno el calent, una nada nimia infusión de hierbas, anís, canela y vino, que se toma caliente o con hielo.
Y de origen griego, pero asentado en Menorca desde el siglo XVIII (cuando familias del país heleno llegaron a trabajar), el licor de rosas que, literalmente, lleva sus pétalos, en conjunción con agua de azahar, canela, clavos y aguardiente vínico. ¿La clave? Dejar macerar casi todos los ingredientes durante 24 horas, añadir el agua de azahar y algo de jarabe azucarado y no beberlo hasta un día después. Habrá que ser pacientes, pero son solo 48 horas. ¡Merece la pena!
No hay quien deje Ibiza sin probar su famoso licor de hierbas ibicencas, con una receta bastante flexible en la que el anís es la amalgama de, dependiendo de la receta, una veintena de hierbas (entre otras, tomillo, romero, albahaca, orégano) con cáscaras de naranja y limón.
Las influencias fenicia, griega y romana dejaron una importante impronta en el cultivo de la vid en Ibiza. Hoy son tres bodegas (Can Rich, Can Maymo y Sa Cova) las que elaboran vino, todavía en cantidades discretas, con las uvas tintas monastrel y garnacha y con la blanca malvasía.
Cerramos en Formentera, donde se produce una de las sales marinas españolas con menos sodio. De las cristalinas aguas de sus playas, ricas en Posidonia oceanica (una planta propia del Mediterráneo), se extrae una sal que ha encontrado en el formato líquido su mejor vía de comercialización.