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Aunque se hable de ellos, a diario y con relevancia hoy, los superalimentos tienen poco de moderno, porque muchos de ellos alimentaron y curaron a civilizaciones como la maya, la azteca o la inca.
En la inmensidad de la Amazonía se produce este fruto, con el que mucho ha trabajado el cocinero brasileño Alex Atala, del restaurante D.O.M. Se trata de una baya color violeta oscuro (similar al arándano) que en ciudades como São Paulo, se sirve en refrescantes zumos de fruta o con guaraná, en un combinado tan energético que es habitual que los paulistas lo tomen en lugar del café. Se comercializa en polvo, es rico en vitaminas E, C y B y en antioxidantes, posee una gran cantidad de fibra y en Brasil se usa para tratar trastornos digestivos.
De pencas gruesas, carnosas y babosas, esta planta (muy usada en cosmética, para curar quemaduras y como supuesto antídoto para el mal de ojo) tiene una propiedad regenerativa de la flora intestinal y es una de las mejores aliadas para quienes sufren de gastritis, esofagitis o reflujo (háganos caso, pruébela en un zumo con papaya y cristal de aloe vera (la gelatina que hay dentro de cada rama).
En El Principito se habla de los baobabs como esos árboles gigantes “como iglesias”, que para muchos parecen haber sido plantados al revés, porque sus largas ramas recuerdan a las raíces. Su fruto, muy popular en África, es una gran fuente de antioxidantes, tiene más vitamina C que las naranjas y dos veces más calcio que la leche, escribe Carla Zaplana, nutricionista y dietista, en su libro Superfoods. En el mercado lo encontramos en polvo y si está fresco, bastará con moler su pulpa y mezclarla con agua para conseguir una bebida refrescante que se conoce como buoy.
La cantante Madonna es una de sus más fieles defensoras y para Victoria Beckham el snack perfecto para mantener la lozanía de la piel. Estas frutas, originarias de Mongolia, son un alimento cuasi milagroso y con superpoderes para combatir el envejecimiento. Es común comprarlas secas y tomarlas solas, con yogures, cereales y postres. También hay quienes las incorporan al universo salado, acompañando alguna ensalada.
Esta col rizada (o kale, que en inglés suena más fashion), que se cultiva en Europa, Japón y Estados Unidos, es una extraordinaria fuente de nutrientes y de calcio. Es perfecta si la licuamos con otros vegetales y frutas, si la salteamos o la convertimos en una contundente sopa. Además, es buena fuente de fibra, tiene cualidades antiinflamatorias y antioxidantes.
2013 fue su año, aunque se cultiva desde hace seis siglos en los Andes peruanos y bolivianos y se le conoce como la “semilla madre” por su inmenso poder nutritivo. Puede ser de color rosa, marrón o blanco, es rica en vitaminas B, C, y E, tiene un alto contenido en potasio y calcio y es fuente de proteína vegetal (muy importante en la dieta vegetariana y vegana).
También conocido como espinaca africana o india, este “pseudocereal" (con un sabor y cocción similares a los de los cereales) proviene de la región andina de América del Sur y se usa también en África, el Caribe, la India y China. Se consume, explica la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) como hortaliza o cereal. En otras palabras, sus hojas son la base de algunas ensaladas y también puede ser guarnición o ingrediente de una sopa. No contiene gluten, es bueno para las enfermedades cardiovasculares, el dolor de estómago y la anemia.
Originaria del norte de la India (hoy abundante en todo el trópico), de su árbol todo es comestible: desde la corteza, hasta las vainas, pasando por las semillas, raíces y flores. Las hojas, explica la FAO, se utilizan frescas o secas, las vainas se cosechan cuando aún están verdes y se comen frescas o cocidas. Con las semillas se puede hacer un aceite (que, por cierto, no se enrancia) o se comer verdes, tostadas y en infusión.
Perdónenos el símil, pero el noni es el hermano feo de la chirimoya. Procedente de Asia, es conocido por sus propiedades anticancerígenas, antiinflamatorias y antisépticas. Incluso, hay algún jarabe naturista en el que tiene un rol protagonista y algo pestilente. Sus hojas se toman en infusión y son bastante más simpáticas para el gusto que el fruto.