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Sí, un cocido. En Lhardy gran parte de su carta está también disponible para llevar. Y sin salir de los clásicos madrileños, Edelweiss es otro que ofrece su codillo en modo take away. Continuamos en la capital con Alabaster, el restaurante que trajo a Madrid la cocina gallega de Alborada. En la barra podemos adquirir su empanada y tomarla en nuestro salón.
También en Picsa, la pizzería argentina de los artífices de Sudestada y Chifa, nos dan la posibilidad de llevarnos sus platos -o que nos los traigan a casa si vivimos en Chamberí, que lo traigan directamente a casa-. Pizzas singulares como las de queso azul y setas, pato e higos o papada de cerdo ibérico y alcachofas. Las pizzas también son la oferta de Andrea Tumbarello en Piccolo Andrea, nueve locales con el sello del cocinero para probar la pizza al corte, las pastas, las ensaladas o el café.
Tras Asiana Next Door, Jaime Renedo revoluciona la escena gastronómica madrileña con Pink Monkey, un local desenfadado en el que predominan los neones y los sabores asiáticos con influencias peruanas, mexicanas y mediterráneas. Si llamamos para preguntar sobre los platos para tomar en casa, una amable voz responderá con un certero “por supuesto, salvo las sopas”. Bastará con avisar un rato antes y pasar a recoger el pedido. Y gracias a Tuk tuk, especializado en street food asiática, llegarán a nuestra puerta un curry picante thai, unas brochetas de cerdo marinadas en ajo o una sopa
Junto a la plaza de Chueca encontramos Pollo Gamberro, un local con comida para llevar bajo la firma de Sergi Arola. Además de asado (con salsa de coco y curry o mostaza antigua), el pollo aquí se toma en canelones, croquetas o hamburguesa (en la parte de abajo, Let’s Dog hace lo propio con los perritos calientes). Y sin salir del barrio encontramos Celso y Manolo, una neotaberna con croquetas de bacalao, rabas o gambas rojas de Palamós listas para comer (en casa).
En Barcelona la oferta de comida preparada no tiene nada que envidiar a un restaurante al uso. Es el caso de Can Ravell, queha reconvertido una antigua tienda de ultramarinos y mantequería en un establecimiento con una carta en la que figuran confit de pato, capón del Penedès, canelones de pie de cerdo con butifarra negra y varios asados.
En El Viti Taberna (Passeig de Sant Joan) las propuestas son diversas y variopintas, desde mini burgers con carne de ciervo hasta ensaladilla rusa con ventresca. Y todo se puede poner para llevar. También en el Bar del Pla, conocido por sus croquetas, que, nos dicen “se envuelven en papel de plata sin problema”.
En Bilbao, Lautxo comenzó como tienda de bacalao y hoy es el punto de encuentro de los adictos a sus 17 variedades de croquetas (txipirón encebollado, Idiazábal, espinacas, gambas y setas, bacalao a la vizcaína...) y a los canelones, los pimientos rellenos, los caracoles o el bacalao al pilpil.
Y en Valencia Rausell, un restaurante familiar con cerca de medio siglo de vida que decidió ampliar su oferta a la cocina preparada y ahora vende, al peso, ensaladilla rusa, frituras, arroces o carnes.
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