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Joaquín Boti comenzó hace siete años con una pequeña tienda de ultramarinos y vinos en la calle Canales 20. Su carisma y buen producto pronto atrajeron a clientes fieles y horas de aperitivo interminables. Hoy, ya en un local más amplio, 'El Vinagrillo' es un bar donde conviven cuadros de Marilyn Monroe y Elvis Presley firmados por Chris Consani, con mesas forradas de fotografías de medio mundo, antiguos sacacorchos enmarcados, estantes de latas de conservas y ristras de longaniza blanca seca colgando tras el mostrador.
De su carta, la tosta de Garum es la estrella. Y la que atrae hasta aquí a cocineros como María Gómez, de 'Magoga' (1 Sol Guía Repsol), que siente debilidad por este bocado hecho de salazones. "Es original de 'El Vinagrillo'", presume Joaquín. "La hacemos con hueva de maruca rallada y aceite de oliva. Se sirve sobre pan tostado y con una almendra por encima". Esta tapa, que hace un guiño a ese condimento romano que antiguamente se elaboraba en Cartagena, tiene otras versiones, como la Garum 2.0 con mejillón, o la Malasombra, servida con jamón.
Otra tapa que es todo un acierto es la Mariperla. "Es la competencia de la marinera murciana", dice Joaquín entre risas. Aquí la preparan como una ensaladilla de marisco con surimi, gambas y mayonesa, a la que le añaden caviar de caballa ahumada por encima. "Lo servimos sobre una tosta negra de pan de masa madre y corteza dura que simula una concha de mejillón y que no se reblandece", puntualiza. A diferencia de la tapa murciana, aquí no hay rastros de la anchoa ni de la rosquilla.
A Joaquín le pirran los quesos y lo demuestra con la gran selección que exhibe en su vitrina: tiene alemanes, italianos, mexicanos y lituanos, además de los nacionales. Le encantan el gouda con wasabi, el manchego con guindilla, el moliterno al tartufo, el moulis de vaca y el morbier francés, entre otros. Entre los embutidos, también ofrece mucha variedad: lo mismo te sirve un salchichón de Vic, que un chorizo ahumado de Asturias o un morcón de Cartagena.
Otras tapas que hay que probar en la barra de Joaquín son el pulpo a la cartaginesa, "un pulpo pequeñito que hacemos a la plancha con un aliño de vinagre, limón, aceite y pimienta"; la ensaladilla rusa que "es todo un espectáculo"; la alcachofa con sal de limón; el salmón con soja al wasabi; o los lomos de anchoa del Cantábrico en conserva con mantequilla que trae directamente de Santoña.
La brisa de la Manga del mar Menor llega hasta el centro urbano de Cartagena con 'La Cangreja', el nuevo local del chef José Cremades. Un restaurante de "fast good" decorado con sombrillas de brezo en los techos, cubos y palas de niños en las paredes, y ventanas con vistas al mar rescatadas de su primer chiringuito en la playa de Galúa. Un restaurante que huele a verano, a infancia y a playa, mucha playa, con una carta impresa en un cuadernillo Rubio que combina platos populares de su 'Cangreja' original con otras recetas muy viajeras del Easy Run de 'La Palera', el restaurante que triunfa en Cabo de Palos.
De ahí que podamos probar desde un taco Pig Head con careta de chato, majado de tomate seco, aguacate, pico de gallo y chipotle; a una quesadilla Chicken Satay de pollo asado, plátano, mantequilla de maní y queso emmental; o una tosta de sardina ahumada con guacamole, mayonesa de piparra y cebollino. Aunque de lo que más presume José es de su corner de Din Sum, desde donde sale una gran nube de vapor que empaña el cristal de su cocina vista.
"Me gusta mucho trabajar con vapor y tenía muchas ganas de tener un rincón para hacer dumplings y siu-mai. La vaporera de bambú japonesa que utilizamos la trajimos directamente de Hong Kong", cuenta el chef. Entre sus bocados favoritos están el dumpling de jarrete asado, setas shitake y mayonesa de pimiento frito; calabaza asada con langostinos y mayo chily garlic; y el siu-mai de cerdo marinado. "Todo está hecho en casa con ingredientes de máxima calidad", apunta el cocinero, que también dedica un lugar especial a platos para niños, como la afamada Cangreburger con pan artesanal de La Colegiala, carne ibérica de Beher y queso ecológico del Campo de Cartagena.
De cada viaje que hace por el mundo, José incorpora los platos que más le han marcado. De China, por ejemplo, trae las alitas glaseadas. "En Hong Kong las cuecen muy lentamente, las deshuesan y después las glasean", detalla. Los últimos en llegar han sido las Pho's, unas sopas vietnamitas acompañadas de noodles de arroz. Su cocido en Saigón o su Only Vegans te llevan directamente a los sabores del país asiático. "Nuestro próximo destino será Panamá y Costa Rica. Y de allí seguro que traeremos cosas muy interesantes", promete el cocinero de cara al próximo año.
Un lugar mítico en Cartagena para tapear es el 'Bar Sol'. Fundado en 1927, este local de la plaza de San Ginés fue en sus tiempos el sitio de moda para tomar un licor, un pincho de tortilla o un café asiático; un local en cuya barra se codeaban militares, futbolistas y aficionados al dominó.
Con casi un siglo de vida, sigue siendo un imprescindible en la ruta de caña y chapina en torno al Barrio del Foro Romano. Su estética recién renovada mantiene esa solera de antaño que tanto gusta a los clientes más asiduos que buscan cada tarde un hueco en la barra que asoma por las ventanas. Su carta también renace con aires más modernos y apuesta por platos para compartir como los canelones rellenos de pato, foie y salsa de boletus; los corazones de alcachofas con piñones, jamón, foie y reducción de reparo caramelizado –una bebida típica que se elabora con coñac y mistela–; o las gyozas de langostino con salsa de soja.
Carmelo Martín conoce muy bien su historia. Lleva trabajando en este bar desde los 12 años, cuando empezó a servir a domicilio los cafés que le pedían por teléfono los trabajadores de Hacienda y Correos. "Con esa edad ya manejaba de lujo la bandeja", recuerda este cartaginés de 52 años que se ocupó del bar los últimos nueve. Junto a él están Yerai López, –el encargado–, y José María García –el nuevo gerente–. Yerai sirve un vermú rojo de barril a unos clientes, mientras Carmelo saca un pincho de tortilla con guisantes de varios centímetros de grosor. "En cada una de ellas utilizamos casi 4 kilos de patatas y entre 14 y 16 huevos", explica Carmelo, cuya caricatura forma parte de la carta del bar. "Estas tortillas hicieron famosos nuestros desayunos", dice con orgullo.
Entre las raciones que salen de cocina está el popular pulpo San Antonero, una receta tradicional que procede de un barrio de la periferia de Cartagena. "En las fiestas patronales de San Antón, los bares sacan planchas a la calle para cocinar toneladas y toneladas de pulpo", cuenta Yerai. "Es un plato que se caracteriza por tener una textura más gomosa. Aquí lo hacemos tierno tierno, con un poco de vinagre de Módena, aceite de oliva y sal gorda", explica. "A la gente le encanta".
En la misma plaza de San Ginés, en un edificio de principios del siglo XX donde el artista Manuel Ussel de Guimbarda desarrolló parte de su obra, se encuentra 'El Aperitivo del Pintor'. No sabemos si al cubano le gustaba el queso, lo que sí es seguro es que a Susana Lirón y a su marido Diego Rizo les apasiona. Lo mismo que los vinos. Dos productos que siempre han guiado su vida: "Somos consumidores insaciables de quesos y vinos. Cuando viajamos organizamos nuestra salida en torno a estos productos, visitando bodegas y queserías por mero placer", cuenta Susana. Una pasión que hace cinco años la pareja convirtió en su forma de vida con este espacio gastronómico que intenta aproximar el trabajo de algunos "genios" a cualquier persona dispuesta a dejarse sorprender.
Susana aún se acuerda del primer queso que entró en la tienda: fue el Río Vero, un queso artesanal de cabra del Pirineo aragonés. También le gusta mucho el asturiano Massimo de Rey de Silo, de vaca y con carácter afinado con magaya de manzana; y el Bleu de Severac, un queso azul de granja de la región francesa de Aveyron elaborado con leche de oveja. Según la temporada, su carta propone entre 80 y 130 referencias (en Navidad es cuando más surtido tienen). Entre el 70 y el 80 por ciento son nacionales y el resto viajan entre Portugal, Francia, Inglaterra, Italia, Suiza y Austria. Hay tantos que lo difícil aquí es elegir, aunque dejarse llevar por el criterio de Susana siempre es un acierto. Sus tablas combinan quesos de diferentes texturas, curaciones y leches con delicadas mermeladas artesanas y trozos de fruta fresca.
En cuanto a vinos, el matrimonio trabaja con varias D.O, tanto nacionales como internacionales. "Nos gustan mucho los vinos con acidez, también el champagne –en temporada alta pueden llegar a tener 100 referencias– y el vino de añadas antiguas", comenta. De la Región de Murcia sienten debilidad por dos vinos de Jumilla: las Gravas, de Bodegas Casa Castillo; y el Paraje de las Chozas, de Bodegas Bruma del Estrecho de Marín. Para los fans de los Ribera del Duero, proponen el Pago de Santa Cruz de Viña Sastre. "Aunque para Diego el mejor vino sin lugar a dudas es un champagne de Dhondt-Grellet Millésime, de la bodega francesa Le Vieux Moulin", concluye Susana con una amplia sonrisa.
El tapeo en Cartagena no puede entenderse sin 'La Uva Jumillana'. Esta bodega de 1919, restaurada hace pocos años, sigue siendo uno de los lugares preferidos por los locales para tomarse un chato de vino con unos buñuelos de bacalao, unos chips de berenjena con miel de caña o unos tradicionales michirones. Por su barra desfilan vinos del Campo de Cartagena, reparos y vermús de barril que acompañan tapas de croquetas caseras de cocido, montaditos de jamón con huevas de maruca y pequeños guisos de ternera en salsa. Todo a precios muy económicos.
En su cocina vista limpian los calamares frescos que después lanzan a la freidora para servirlos calientes en un cucurucho de papel. Es una de las raciones que más éxito tiene junto a las patatas bravas –cuya salsa no quieren desvelar– y el caldero que preparan los fines de semana. "El caldero es un con arroz caldoso al que damos sabor con un intenso fumé de marisco", explica Abel Flores, el encargado de que todo marche bien.
"Todo se pide en barra y se sirve en bandeja", cuenta Abel. Luego la gente se va acomodando en los diferentes rincones del bar cuyas paredes de piedra desnuda muestran antiguos retratos enmarcados y un gran cartel taurino del siglo XIX. En la terraza, los barriles de madera sirven de mesa. Son los primeros sitios en ocuparse cuando cae la tarde veraniega y el calor por fin da un respiro en el casco histórico de Cartagena.
Los bocados más marinos del barrio los propone la 'Bodega La Fuente', donde la anchoa protagoniza gran parte de la carta con tostas como el Matrimonio sevillano con salmorejo, boquerón y tomate cherry; montaditos como la Costera con queso roquefort y limón; o la tradicional Marinera, una tapa hecha con rosquilla de pan y ensaladilla. También utilizan anchoa en el Tropical, con aguacate y salmorejo; o en el Calafate, una tosta a la que además añaden pimiento asado y queso fresco.
"Las anchoas nos llegan en barriles desde la lonja de Santoña", cuenta Irene Santaella, la encargada del local. "Después las limpiamos aquí, en la misma barra del bar, a vista de los clientes", explica justo antes sacar una pizza de boquerones y aceitunas verdes del horno. La coloca junto a la que tienen de anchoas con atún, alcachofas y pimiento, mientras introduce otra en el horno, la de anchoas con aceitunas negras. Tres pizzas de pescado que, junto a la empanada gallega, vuelan en poco tiempo.
La 'Bodega', que se inauguró el 12-12-12, recrea una calle histórica del centro de la ciudad del siglo XIX, con adoquines, balconadas y rejas modernistas que llevan al reservado del local, donde pueden sentarse a comer entre 6 y 16 personas. "Siempre hay que reservar porque se llena", avisa la encargada. En el centro del local destaca una réplica de una fuente, donde puedes apoyar tu caña, y junto a la barra, una escultura de hojalata de Fructuoso, un antiguo cliente del local al que cogieron tanto cariño que incluso tiene su propio montadito de paté de anchoa con cebolla morada.
Para Irene, la mejor manera de disfrutar de la anchoa es en ración. "Es un plato para compartir donde cada uno se va montando su tapa". La sirven con unas pequeñas tostadas de pan prensadas, pimiento asado y ajo picado. La ración de mojama de atún, la de boquerones o la de sardinas ahumadas son también un hit. Y para los que se queden con ganas de más, también se pueden pedir las anchoas para llevar casa.
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