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Hay una calle en Madrid donde los amantes de la buena cerveza acuden en peregrinación cuando quieren tomar algo más que la típica caña que reina en los bares de la capital. Este peculiar lugar se encuentra en el distrito de Chamberí y son los 92 metros que separan los números 10 y 25 de la Calle Cardenal Cisneros. Dos manzanas que han convertido a esta zona en la travesía de Madrid donde encontrar cualquier tipo de cerveza, un auténtico paseo de la fama de la birra.
Su historia se remonta a 1986 y nace por casualidad. Ese año José Luis Ramírez, un apasionado de la cerveza, buscaba un local donde volcar esa pasión y servir cervezas de importación, algo poco habitual en un Madrid dominado por la caña nacional. La búsqueda le llevó a abrir Oldenburg (Hartzenbusch 12 esquina con Cardenal Cisneros) en un pequeño local de apenas 14 metros cuadrados situado en la esquina de Cardenal Cisneros con Albuquerque. En 2010, el local se había quedado pequeño y se trasladaron a su ubicación actual, haciendo esquina con la calle Harztenbusch.
Ahora es su sobrino, Juan Carlos, quien sigue con el legado familiar. “He estado en esta cervecería toda mi vida”, confiesa, en el local decorado con las mismas botellas que en 1995 le valieron el Récord Guinness al mayor número de botellas de cerveza por metro cuadrado. Un año después llegaría Nicolás Larraga, amante de la cerveza desde que probó una tostada alemana en un viaje a Canarias. Su pasado familiar en el sector de la hostelería le animó a abrir un local para servir cervezas de importación. Y la búsqueda concluyó en un garaje que se convirtió en 1987 en L´Europe (Cardenal Cisneros 19). A los trece años la historia se repetía con Manuel Torres y Carmen Camino que inauguraban Kloster (Cardenal Cisneros 25) en mayo de 2000. “Todavía no tenía el auge de calle cervecera”, nos cuenta Manuel, pero “la disposición del local” era perfecta para abrir la cervecería.
Esa triple casualidad sentó las bases de la que hoy se conoce como la calle cervecera de Madrid y atrajo a nuevos clientes y a nuevos locales para divulgar las excelencias de la malta y el lúpulo. En 2012 llegó The Beer Garden (Cardenal Cisneros 10), una bodega con degustación, a mediados de 2015 Madriz Hop Republic (Cardenal Cisneros 21), y en febrero de 2016, The Beer House (Cardenal Cisneros 16), todos llamados por el ambiente cervecero que ya había fermentado en la calle. Algunos incluso, como Guillermo Rioz de la Parra, dueño The Beer Garden,lo han tenido ahí toda su vida. Es vecino del barrio y “cliente de L´Europe y Oldemburg” desde que puede beber cerveza. Así que la elección de abrir en esta calle parecía clara.
La especialización es el punto en común que mantiene estos cien metros de Cardenal Cisneros como el eje cervecero de Madrid. Todos tienen la cerveza como protagonista, ya sea de importación, artesana, española, de grifo o de botella, pero como dice Manuel Torres, de Kloster, “siempre buena”. Los seis locales tienen claro que el trabajo en equipo es beneficioso para todos. Y así lo demuestran con actividades conjuntas como el Oktoberfest de Cardenal Cisneros o la cata de distintos estilos de una misma marca en cada uno de los locales.
En esta calle puedes encontrar locales donde sólo se despacha cerveza extranjera, como en Oldenburg (diez grifos fijos con cervezas como Krombacher o Scheneider Weisse, 2 rotativos, 200 referencias en botella de todo el mundo, un 80% de estilo belga) y otros en los que se sirve cerveza 'de la casa', como es el caso de Madriz Hop (siete de sus ocho grifos riegan cervezas de elaboración propia, de estilos tan variados como Stout, Lager o IPA, y uno con cervezas invitadas).
Otra opción es optar por alguna de las 60 referencias que tiene Kloster, entre las que se incluyen Erdinger, Veltins o Kwak. El ambiente de esta “cuna del jazz y la cerveza”, como lo definen sus clientes, invita a tomarse una pinta tirada desde un grifo escondido en un saxofón. Aunque si lo prefieres, puedes llevártelas a casa para tomarlas tranquilamente.
A la hora de acompañar la cerveza, las salchichas, codillos, quesos o foundes son algunos de los platos más habituales. “Platos sencillos y para compartir”, como describe Nicolás la carta de L´Europe. También los nachos o tostas de diversos sabores se pueden pedir en BeerHouse y Kloster respectivamente.
Aunque la gastronomía está más enfocada a platos que sirvan para “acompañar a la cerveza, más que para comer” como dice Juan Carlos, de Oldenburg, también se puede ir un paso más allá. En Madriz Hop Republic han hecho una apuesta personal por la comida vietnamita, ya que Jaime estuvo unos años aprendiendo los secretos de esta comida en un pequeño pueblo cercano a Ho Chi Min. Además, “maridar esta comida con cerveza artesana atrae a clientes más transgresores”, reconoce Fernando O´Connor. El resultado es una pequeña carta en la que juntar sus propias cervezas con gyozas, rollos vietnamitas o langostinos mekong.
Si se quiere ir ahondar en la riqueza de combinaciones, The Beer Garden ofrece catas privadas para grupos, después de su horario comercial. L´Europe y Oldenburg ofrecen también esta experiencia bajo la batura de especialistas en la materia.
La auténtica piedra filosofal del éxito de la calle está en su público. Aunque ha cambiado mucho, “en cantidad y calidad”, como reconoce Manuel Torres, sigue siendo muy fiel. Tanto que algunos que venían de niño con sus padres, acuden ahora con sus retoños, “e incluso celebran la comunión de sus hijos”, como cuenta Nicolás Larraga, de L´Europe.
La fidelidad a algunos locales llega a tal extremo que medio centenar de personas tienen su propia jarra depositada en Oldenburg. Una de las paredes del local cuenta con un mural de pequeños armarios que guarda como tesoros las jarras y copas que usan estos fieles cerveceros. “Algunos llevan viniendo desde el primer día a tomarse su cerveza y aparecen identificados aquí con una foto de cuando eran pequeños" , cuenta orgullo Juan Luis.
El deporte también hace de argamasa. En el BeerHouse lo saben y por eso han instalado grandes pantallas en las paredes del local. “Tenemos clientes que saben que aquí ponemos fútbol, baloncesto y otros deportes”, cuenta Alin, y esos suelen repetir de una semana a otra para disfrutar del espectáculo con una buena cerveza.
No obstante, los años no pasan en balde, y la parroquia también ha ido evolucionando. “El público de ahora es más especializado y que sabe que aquí tiene gran variedad de cervezas”, cuenta Nicolás Larraga, de L'Europe. Dato que corrobora Manuel desde Kloster, donde ha visto cómo el público está cada vez más preocupado por los estilos y métodos de fabricación. En Cardenal Cisneros, el trago de rubia bien merece una garganta sabia.