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Los bares de toda la vida mantuvieron su cocina perpetuando la memoria familiar con ingredientes pobres e inolvidables sabores, investigaron nuevas combinaciones para jóvenes clientes, ampliaron sus cavas y nos enseñaron a conocer nuevos vinos. Los más jóvenes pisaron fuerte el terreno formándose en fogones internacionaleso descubrieron de la noche a la mañana que su vocación no podía esperar. Con las puertas de la ciudad abiertas para recibir a miles de visitantes en la bienal de la feria nacional del vino, cuatro locales de referencia gastronómica nos abren las suyas de par en par.
Angelito Calvo lleva toda su vida detrás de la barra. Su padre, don Ángel Calvo, decidió abrir un local en la calle Alfonso X, frente al mercado de abastos, en 1952, cercano a la catedral de Santa María del Prado y en el antiguo barrio de la Morería, donde tratantes y tenderos eran fieles a las patatas cocidas aliñadas con pimiento seco, vinagre, aceite y perejil; una combinación de sabores que actualmente se mantiene en las vitrinas del histórico bar.
Ángel junior, respetuoso con su herencia culinaria, supo modernizar lo que aprendió cuando era niño y ahora brillan cada día los salazones que elabora él con sardinas curadas en aceite de oliva, sal gorda y cebolla tierna, una tapa que los clientes la conocen cariñosamente como guardia civil. Pequeños bocados de calidad para acompañar a los que buscan la mejor cerveza de barril de la ciudad o a los que quieren descubrir alguno de los cincuenta vinos que mantienen con esmero.
De nuevo el apreciado pimiento seco, ahora con bacalao en salmuera, ajo, cebolla y aceite, conforma uno de los platos imprescindibles de la tradición manchega, el tiznao, un guiso que nos recuerda que con ingredientes humildes e imaginación se alimentaba a un pueblo de un territorio con pocos recursos. La hamburguesa de rabo de toro acompañada con un Petit Hipperia, de la bodega Valle García, con uvas cabernet franc, Merlot, cabernet Sauvignon y petit verdot es la última recomendación del bar 'Ángel' antes de seguir nuestra ruta por el centro de la ciudad.
BAR ÁNGEL - Avenida Alfonso X el Sabio, 10. Ciudad Real.
"Espacio libre de fútbol y televisión". Una advertencia socarrona pero cierta nos recibe en otro de los pequeños gigantes de nuestra ruta de tapas. El bar 'Dallas', en pleno barrio de El Perchel, a dos minutos de la iglesia de Santiago, es un lugar que nos llama la atención por los libros repartidos en todos sus rincones. Paco Llamosas, el alma mater del 'Dallas', recorre todos los días las tiendecitas del barrio para comprar los ingredientes de sus platos. "No me gustan los productos tan bonitos que ofrecen los grandes, intento que la mayoría de los que utilizo en la cocina sean de gente cercana, de negocios pequeños, como el mío", nos comenta Paco, el hostelero que llegó de Cantabria. La alcachofa rellena con mousse de atún y bacon, langostinos y frutos secos, es la tapa que acaba de salir de la cocina; una ganadora de algunos de los seis premios que el 'Dallas' ha obtenido en los concursos de tapas.
La clientela de universitarios que internacionaliza este ochentero local se cita en el 'Dallas' para escuchar buen jazz y degustar las tortillas de bacalao con verduras, una propuesta de la que Paco LLamosas se siente orgulloso porque ganó con ella otro galardón, en esta ocasión en Valmaseda, la localidad vizcaína cercana a Bilbao. Las originales tostas y los menús de 12 euros son otras de las atracciones culinarias de este bar al que LLamosas le gusta llamar "humilde casa de comidas".
El Sentero, un vino de tinta de Toro, de bodegas Pagos del Rey, es uno de los favoritos de "Paco Dallas", un tinto que el grupo empresarial de la familia valdepeñera Solís elabora en tierras zamoranas. El bar Dallas está situado en la calle Hervás y Buendía y son absolutamente estrictos con su horario, de 10 a 16h y de 20 a 23h.
DALLAS - Calle Hervás y Buendía, 3. Ciudad Real.
Todas las ciudades españolas tuvieron al menos una sinagoga y Ciudad Real no iba a ser menos. Si la buscamos no la encontraremos en pie pero nos quedaremos al lado de lo que fue si vamos a 'La Orosia', un bar tan joven como los hermanos que lo regentan. Rubén y Luis Simón decidieron ser hosteleros de la noche a la mañana y lo consiguieron cuando estrenaron en 2014 su local en la calle de La Libertad, en la antigua judería de Ciudad Real.
Los hermanos Simón son buenos conversadores y hablan con pasión de su proyecto y sus preferencias culinarias, que van desde el clásico pisto manchego hecho con paciencia, hasta el pato confitado con crema de ciruela. La variedad de sus tapas va acorde con los colores cálidos de sus paredes; el salmón marinado con ensalada tropical de aguacate, lima y mango es una de las preferidas por la mayoría de sus clientes.
Orosia fue una mujer que murió joven y no pudo ver a sus nietos detrás de la barra de un bar. Luis y Rubén quisieron tener presente a la abuela dándole su nombre al local que dirigen, como hizo el bodeguero Luis Cañas con el vino que nos recomiendan los Simón, el rioja Ángeles de bodegas Amaren, un joven de uva tempranillo y graciano dedicado a su mujer fallecida.
OROSIA - Calle Libertad, 12. Ciudad Real.
Ni la iglesia de San Pedro del siglo XIII ni la tapería el 'Txoko' del XXI podrían faltar en esta ruta urbana. La estrecha calle Lanza alberga estos dos lugares de interés general para los amantes de la historia y la buena cocina. Una enorme pizarra nos recomienda modales de urbanidad y otra nos aconseja vinos de todo el país en el interior de este local para jóvenes y maduritos. Cristina Jiménez, experta conocedora de los mejores caldos, nos habla del J Fernando, un vino manchego de la provincia de Toledo compuesto de uva garnacha, tempranillo y cabernet Sauvignon elaborada por la bodega Venta don Quijote.
Su recomendación es perfecta para lo que prepara Juan, su compañero y chef que sale de la cocina con un taco de ternera con guarnición de piquillos, patatas en texturas y crujiente de boñato. La coalición de esta pareja, tan joven como experimentada, asombra a los que visitan la tapería por primera vez. Juan Baraínca se formó al lado de grandes cocineros vascos como Ruben Trincado, chef del restaurante 'Mirador de Ulía', donde aprendió que la cocina no tiene ni fronteras ni muros, sino que sirve de puente de unión entre culturas y países. Así es su bacalao confitado a baja temperatura con una base de asadillo manchego y crujiente de puerro, una combinación adecuada de cocinas diferentes.
TXOKO - Calle Lanza, 9. Ciudad Real.
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