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No todos tenemos la suerte de estar inmortalizados en la línea del tiempo de 'elBulli', tampoco de haber sido lo suficientemente innovadores como para ser etiquetados de ¡incomprendidos! Albert Raurich no solo fue jefe de cocina en el restaurante de Cala Montjoi entre 2001 y 2007 sino que su idea de abrir, justo un año después, un restaurante asiático en un bar de atrezo típico español, le convirtió en el "raro" del momento, como le ocurrió a Antoni Gaudí al término de La Pedrera.
Así nació 'Dos Palillos', un lugar que reivindica el tapeo a la manera patria –como concepto informal– y los palillos como la cubertería que sirve para llevarse los alimentos a la boca y sujetar uno o varios ingredientes a una rebanada de pan.
Junto a su mujer Tamae Imachi, mejor conocida como "la jefa", consiguió que un local del Raval fuera "la casa en la que mejor se come en Barcelona [risas contagiosas]". Dirección a la que se suma, desde hace un par de meses, 'Dos Pebrots' que, inspirado en su "casa matriz", repite localización (un bar) con cocina a la vista.
Asegura ser un cocinero "un poco atípico", que aprovecha sus lunes para preparar "la mejor cena del mundo" en su propia casa. "Pero como no está abierta a todos, te voy a decir los sitios a los que voy, dejando claro que no menciono a mis amigos (Adrià, Aduriz o los Roca) no vaya a ser que piensen que no están entre mis preferidos".
Reconoce que es uno de los grandes "que nunca recibe el reconocimiento que merece" pues Rafa Peña, "además de cocinar como los ángeles", ha logrado una memorable bodega de vinos naturales. Una de sus especialidades es la ensaladilla rusa de buey de mar.
Los hermanos Max y Stefano Colombo hacen una cocina veneciana auténtica "sin más anhelos que lograr que sea buena. ¡Menuda pretensión!". Imprescindibles de la carta: los spaghetti al nero di seppia y el tiramisù.
"Un clásico de la ciudad "con fantásticos callos, cap i pota en vinagreta, albóndigas con sepia y caracoles".
Este pequeño restaurante de Poble Sec, donde elaboran una fusión asiático-mediterránea, ha sido capaz de lograr un lleno casi a diario durante dos años seguidos con su “cocina sencilla pero con mucho oficio y cariño que es, en definitiva, lo que se necesita”.
"¡Qué bien cocina Toni Romero!", exclama Albert al referirse al trabajo del jefe de cocina, discípulo de Carles Abellan, en estos dos espacios contiguos. Del primero ensalza las "sutilezas" al combinar los productos –como las alcachofas del Prat con cecina, mollejas y mayonesa de trufa–. Del segundo, que es "bueno y arriesgado" aunque "solo falta que vaya más gente".
"No hay mejor relación calidad-precio en un japonés en la ciudad", sentencia, porque ha logrado replicar una izakaya de "auténtica cocina nipona, con mucha humildad y gran profesionalidad".
Ah, y un par de bonus track (excepciones que desvela para nuestros lectores):
"ahora que es temporada de trufa, la tienen para ponerla donde quieras"
"De la gente del barrio, con su marisco fantástico a un precio fabuloso".
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