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"Los mallorquines tenemos un dicho para cuando las cosas vienen mal dadas y buscamos seguridad: tocar mareta. Igual que los niños corren prestos al cobijo de las madres, con esta crisis la gente ha buscado la protección del campo y la tierra". Miquel Gual jamás podrá olvidar su estreno como presidente de la agrupación de cooperativas y payeses 'Camp Mallorquí'. El 6 de marzo ocupó el cargo y, una semana después, "se nos abría un precipicio insólito e incierto para el sector".
El estado de alarma, con el cierre de las comunicaciones aéreas y marítimas y sin la llegada de los millones de turistas en vísperas de la Semana Santa "nos avocaba a los campesinos mallorquines a una situación verdaderamente angustiosa", que Gual cree que es común a todo el campo español. "Esos primeros días no hacía más que recibir el temor de cientos de compañeros que iban a perder sus cosechas y decidimos ponernos a buscar soluciones". Lo prioritario, en ese primer momento, era darle salida a ese género que había dejado de distribuirse a restaurantes, hoteles y cafeterías (canales HORECA), cerrados hasta nueva orden.
El sábado 21, "con la ayuda de un amigo publicista, montamos una campaña sencilla para promocionar la venta directa a domicilio de verduras y hortalizas recién recolectadas de la huerta y naranjas de temporada del valle de Sóller. Y, aunque no teníamos experiencia en este sentido como agrupación, resulta que ese domingo estábamos gestionando ya 600 encargos. En la web y el WhatsApp no paramos de recibir cada día más".
Ahora no hay opciones para comer fuera de casa, por lo que las compras de alimentos se han disparado en los hogares. Los datos recopilados durante estos días por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) constatan un incremento progresivo en la compra de verduras y hortalizas (31,2 % de subida en la semana del 30 de marzo al 5 de abril con respecto a 2019) y de frutas frescas (23,1 %), por encima incluso de la media del consumo general de alimentos en ese mismo periodo (un 22,2 % más).
"Nosotros, hasta mediados de abril, hemos distribuido 35.000 cestas", se felicita Gual, que también se alegra de haber podido vender a consumidores finales los 3.000 cabritos que tenían los ganaderos de la asociación. Para este payés, la crisis del coronavirus está siendo "una lección de humildad para toda la humanidad. Nos hemos dado cuenta de que no podemos darle la espalda al campo, menospreciar el trabajo del campesino, minusvalorar el precio que tienen los productos más básicos –¿qué es más importante tener: un saco de patatas o la última versión del iPhone?–. Incluso algunos habrán reparado estos días que las huertas tienen sus ritmos naturales y no siempre podemos tener todo lo que queremos en todo momento". Pero, como dicen en Sóller, 'no todo el agua se pierde por el mismo sitio', "por eso es importante que los agricultores se metan de lleno en el siglo XXI en lo que respecta a las relaciones comerciales y así conseguir que sociedad y agricultura vuelvan a ir de la mano".
Precisamente corrían los primeros años de este siglo, cuando en 2004 la familia Cabrera empezó a vislumbrar el negocio de enviar cada semana a particulares una cesta con los productos de temporada que cultivaban en sus tierras de Carabaña (Madrid). "El proyecto era idílico en el papel, pero muy complicado de ejecutar en la realidad", recuerda Roberto Cabrera. Aquella idea original de los padres de Roberto, José y Amparo, quedó aparcada en un cajón. Sus tomates con sabor a tomate, lustrosas acelgas, prietos manojos de espárragos verdes o tiernas judías conquistaron las cocinas de soleados chefs de todo el país y desde 2016 son protagonistas indiscutibles del restaurante 'Huerta de Carabaña' (1 Sol Guía Repsol) que comandan Roberto y el cocinero Ricardo Álvarez.
Con la puerta del establecimiento cerrada, como la del resto de colegas –"el 35 % de nuestra producción se destina al sector de la restauración"–, la familia Cabrera desempolvó el proyecto de hace años. En el campo continuaban brotando las lechugas, las patatas y los últimos brócolis de la temporada. "Lo único que ha cambiado es la implementación de todas las normas de seguridad, utilizando mascarillas, distancia de seguridad y la desinfección de todas las instalaciones de empaquetado y vehículos de transporte con ozono".
En pocos días, la web se convirtió en una tienda online y a las casas de sus clientes de la Comunidad de Madrid empezaron a llegar los productos recolectados 24 horas antes. "Se trata de un servicio básico en estas difíciles circunstancias. No está pensado para ganar dinero; de hecho no hemos subidos los precios como ha ocurrido en la sectorial. Hay mucha gente que no puede ir al mercado o esperar tantos días a que le lleguen los pedidos que hacen en grandes almacenes y ahora, más que nunca, es importante alimentarse y alimentar a los nuestros de la mejor manera", insiste Roberto.
Pero, ¿tendrá continuidad este modelo de negocio cuando volvamos a la nueva normalidad? Según los datos del ministerio, en las últimas semanas, las compras por Internet "se han convertido en una importante alternativa en la adquisición de alimentos". De hecho, entre los días 6 y 12 de abril, se han incrementado un 100 % con respecto a la misma semana de 2019. "Nosotros los primeros días pensábamos que esto iba a ser algo transitorio, pero viendo la respuesta de los clientes y cómo está transformándose a gran velocidad la compra online de productos básicos, ganándonos la confianza de seguridad del consumidor, ahora mismo nos estamos planteando seguir con ello", remata Cabrera.