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En este rincón de la geografía alicantina la campaña de la joya de la huerta comenzó oficialmente en noviembre, pero la buena alcachofa llegó a partir de enero. Aún no sabemos hasta cuándo podremos comprar y comer este vegetal, ya que el clima manda, como siempre en el campo. Puede que hasta abril o, quizá, hasta finales de mayo, porque la alcachofa necesita frío y una primavera fresca y lluviosa. Ella, como el resto de frutos de la naturaleza, representa a la perfección la certeza imprevisible de lo efímero.
La Vega Baja del Segura es la principal zona productora de alcachofa de la Comunidad Valenciana. Estamos en Algorfa, en una plantación de cuatro hectáreas, aunque aquí se habla en tahúllas, una unidad de superficie agraria que corresponde a 1.118 metros cuadrados. En ella hay unas 40.000 plantas de alcachofa separadas por 80 centímetros entre una y otra. En toda la temporada, cada planta de alcachofa produce dos kilos. Cada hectárea, por tanto, unos 20.000 kilos. Todos estos números nos los da nuestro cicerone, Carlos Ferrández, de Hortofrutícola 3 Puentes, mientras cuatro operarios se afanan en su tarea de recolección: hoy se estima que recojan unos 3.500 kilos.
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De noviembre a abril, aproximadamente, recolectan alcachofas un día a la semana. El signo exterior que les hace entender que una alcachofa ya se puede recolectar es el grosor del rabo. En sus canastas de plástico, también llamadas “goles” o “cachumbos” y que llevan a la espalda como si fueran mochilas, habrá alcachofa de primera para el mercado, de segunda, que se destina a las industrias conservera y de congelados, y también una alcachofa de tamaño más grande que se dedica a la exportación. A pie de campo, uno de ellos se dedica a seleccionarlas y separarlas en diferentes cajas de plástico de color naranja. De aquí van directas a la subasta que tiene lugar cada día, de lunes a viernes, y durante toda la temporada.
Esta alcachofa, en concreto, es de la variedad blanca de Tudela, que se planta con esqueje y se riega por goteo, aunque el método más habitual en la Vega Baja del Segura es el riego a manta, también llamado por inundación. “Eso hace que tengamos una calidad muy superior a otras zonas”, argumenta Carlos Ferrández a Guía Repsol. “La alcachofa blanca de Tudela está desapareciendo de los lineales de los supermercados porque las alcachofas híbridas tienen una vida útil mucho mayor y se oxidan menos. Es la que también se ha impuesto para la exportación, porque, además, llega a tener mucho más calibre”.
Le preguntamos sobre la productividad de cada mata. “Por desgracia, por cansancio del suelo, degeneración del esqueje o el clima, cada año producen menos. Por eso al agricultor le sale más rentable cultivar plantas de alcachofas híbridas, que vienen de golpe. En un mes ya la has recolectado, aunque hay que plantar de forma escalonada, en muchas parcelas, o bien emplear una hormona de crecimiento, que es lo que induce la flor”, nos explica Carlos Ferrández.
Actualmente en la Vega Baja del Segura hay unas 2.100 hectáreas dedicadas a este cultivo, cuyo origen en esta zona se remonta a la ocupación árabe y a la expansión del regadío a lo largo del siglo XVIII, debido a la desecación realizada por el Cardenal Belluga en el tramo final del río Segura y a la creación de una extensa red de riego con acequias y azarbes, que también descubrimos en nuestro recorrido.
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Es en los años 20 y 30 del siglo pasado cuando la alcachofa comienza a tener presencia en la producción agrícola de la comarca para abastecer a la creciente industria conservera, aunque su auge productivo se vivió en la década de 1960, con la caída de plantaciones tradicionales en la zona, como el cáñamo y el algodón, por la aparición de las fibras de plástico.
En ese momento, la alcachofa se convirtió en el principal cultivo de la comarca vegabajense por los elevados índices de producción, superficie y exportación. Y, a pesar de que alcanzó máximos históricos en los 80, poco después el sector sufrió una crisis por varios motivos como el abandono del campo debido al auge de la construcción y del sector servicios.
La alcachofa fue perdiendo protagonismo en la huerta hasta que, a finales de 2011, se produjo su renacer de la mano de un grupo de empresarios y del Ayuntamiento de Almoradí, que crearon la marca Alcachofa de la Vega Baja del Segura para recuperar la fortaleza de esta joya verde que es el símbolo de la comarca.
Además de ser un exquisito vegetal que todos los cocineros y cocineras de la zona emplean en sus platos, así como los vegabajenses en sus hogares, la alcachofa de la Vega Baja genera unos 5.000 puestos de trabajo directos en toda la comarca durante la campaña. ¿Sabías, además, que esta comarca alicantina es la principal exportadora de alcachofa de toda España y que casi el 50 % de las alcachofas nacionales que se venden en el exterior proceden de la Vega Baja?
Después de conocer en profundidad y a pie de campo todo lo que rodea a la alcachofa, nos dirigimos a Hortofrutícola 3 Puentes, en el municipio de Dolores. Una de sus naves está llena de cajas naranjas que van llegando desde las plantaciones para su venta. Aquí sigue teniendo lugar uno de esos rituales atávicos con jerga propia: la “corrida”, una subasta a la baja que se celebra diariamente, mientras dura la temporada, y en la que una decena de compradores con caras de concentración pujan en torno a las 14:30 horas para comprar la alcachofa que más les interesa.
Antes han tenido lugar las subastas de otros productos de la huerta vegabajense, como el boniato o las habas. Después de la alcachofa, el otro producto estrella, aunque a bastante distancia, es el brócoli. Pero eso es otra historia. Hoy nuestra protagonista es la alcachofa… y Aurora Torres nos está esperando en ‘La Herradura’ (Solete Guía Repsol): ha preparado varios platos típicos de la zona para que probemos este vegetal, como una olla viuda que también lleva este delicado manjar.
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