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El barrio portuario de Santa Lucía era un hervidero de mercantes y comerciantes procedentes de distintos rincones del mundo, sobre todo asiáticos y rusos. En Cartagena, el puerto español más cercano al Canal de Suez, los archivos reflejan que en 1927 había registrados alrededor de 130 bares en la zona. No resulta extraño que en ese ambiente de pescadores que madrugaban para salir a faenar a las almadrabas, de marineros que cargaban y descargaban buques, y astilleros de la antigua La Bazán que afrontaban el frío con papel de periódico bajo sus uniformes, el alcohol fuera un recurso habitual para entrar en calor.
En el café de esas tascas portuarias no faltaba, por tanto, el chorrito de coñac, que reclamaban soviéticos y filipinos. "De ahí el nombre con el que se popularizaron estas bebidas, porque los locales reclamaban a los camareros que les sirvieran lo mismo que a esos extravagantes extranjeros: a mí, ponme lo que le has puesto al ruso o yo igual que el asiático", cuenta José Díaz Beltrán, cartagenero apasionado del Asiático y uno de sus principales embajadores.
La leche condensada, el tercer protagonista de la bebida, también era muy popular en los barcos. Patentada en Estados Unidos en 1853, era una forma perfecta para conservar la leche en largos viajes, que no se contaminaba ni transmitía epidemias, como sí ocurría con la leche fresca. "Mi abuela Inés, al igual que tantos niños de su generación, se criaron con ese alimento, que se llegó a vender en farmacias como reconstituyente", apunta José.
La fórmula tradicional del Asiático era la de los tres tercios: misma cantidad de leche condensada, café y coñac, que era el licor de los marineros. "Ahora los tiempos han cambiado y se ha rebajado la cantidad de alcohol, que es una mezcla de brandy y Licor 43, un espiritoso murciano cuya fórmula guarda en secreto la familia Zamora desde hace casi 80 años", explica Fran Bernal, gerente de 'Cafés Bernal'.
En el techo de este laboratorio-cafetería, abierto hace tres años en el antiguo tostadero familiar de la calle Carmen Conde, cuelgan decenas de cafeteras italianas. "El Asiático purista debería extraerse por expreso; pero como los 35 ml de café que se consigue de manera óptima a través de este método se quedan cortos, el resto lo obtenemos con los metódos AeroPress y Prensa Francesa", apunta el barista Juan Antonio Martínez.
En esta casa, que en breve abrirá su tercer establecimiento en la histórica y céntrica Casas del Rey –el edificio civil más antiguo que se conserva en Cartagena (1598)–, el café es 100 % arábico, procedente de pequeñas cosechas y "con cuerpo, un punto de acidez y aromas achocolatados, para que su sabor no se diluya con el alcohol", señala Martínez, mientras remata uno con una corteza de limón y unos toques de canela, "por aquello de la reminiscencia asiática".
Además de su característica composición, el Asiático tiene el honor de contar con su propia copa. Al principio se servía en una de vermú que fabricaban en la Unión Vidriera de España, con sede en la misma Cartagena. Era el mítico modelo 249, ancho por arriba, para el sifón, y de cristal reforzado, para resistir su constante uso en bares. En 1932 pierde la pierna, para darle mayor estabilidad en las bandejas de los camareros.
"En 1955, nuestro abuelo José Díaz García, Pepe el Leva, decide sufragar íntegramente la fabricación de un nuevo molde, después de que se rompiera el original", cuenta con orgullo José Díaz Beltrán. Él, junto a su hermano Carlos, representan la tercera generación al frente de una empresa que acaba de cumplir los 120 años de historia. Comienza entonces a producirse en serie la actual copa, con un tallado externo con lanzas, líneas de puntos y facetas, que sirven de guía para la preparación exacta del café. "Actualmente la fabricamos en vidrio reforzado, tensionado en aire, y también tenemos una versión en polietileno resistente al calor", añade Carlos.
Los Díaz Beltrán recuerdan con cariño a Pedrín, Pedro Conesa, aquel propietario de un pequeño bar de carretera de El Albujón, a medio camino entre Murcia y Cartagena, que popularizó el Asiático en la segunda mitad del siglo XX. Conesa, junto a su mujer Dolores Pagán, presumían de servir este café al entonces príncipe Juan Carlos cuando se formaba en la Academia Militar de San Javier y al mismísimo rey Balduino de Bélgica. Hasta 5 kg de tueste al día se gastaban en la época dorada del establecimiento, parada obligatoria para taxistas, camioneros y militares.
Para José y Carlos, cuya empresa familiar ha pasado de producir unas 20.000 copas anuales a superar las 100.000 en 15 años, el Asiático "es todo un símbolo de Cartagena". En la actualidad hay más de cien sitios registrados en toda España donde se sirve esta bebida y se exportan kit con todos los ingredientes y copas a Alemania y países escandinavos. "Nuestro reto, como embajadores de esta bebida, es que se incorpore a la carta de cafés con origen en cafeterías y restaurantes. Igual que en cualquier rincón del mundo te puedes tomar un irlandés o un cappuccino italiano, queremos que la gente pueda disfrutar del Asiático de Cartagena más allá de nuestra magnífica ciudad", rematan los Díaz Beltrán.