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"Cuando empecé, ningún mercado tenía locales de restauración. Pero era algo muy típico de Japón". Hablamos con Yoka, ex peluquera y masajista, de madre cocinera, que cambió Kawasaki por Madrid hace 10 años y montó un minúsculo puesto en el Mercado de Antón Martín. En principio, nos sonríe, para practicar su español. Yokaloka es hoy uno de los restaurantes japoneses más populares de la capital y foco de difusión de la cultura de su país. Situado en la planta baja del mercado, tiene cocina, dos barras y un pequeño comedor en maderas y rojos. "Crecimos poco a poco, gracias al boca a boca. Y desde hace unos tres años, más acelerado", dice Yoka, que actualmente tiene 18 trabajadores y un chef de alta cocina japonesa.
El Mercado de Antón Martín, situado en la última zona preferida del Madrid más artístico, castizo y underground, está a una manzana del bello edificio de la Filmoteca Nacional. Yoka comparte mercado con el mexicano Cutzsmala o el escondido puesto taiwanés Bee Healthing Shop, en el que un compatriota delgado y con visera espera paciente para llevarse su ración de arroz con té de Oolong. En la planta superior, son conocidos el vegetariano Botanique o el italiano La Saletta, que se ha montado un salón –literalmente- al fondo de uno de los pasillos del mercado donde sirve pizza y a sus sabrosos risottos. Fuera, en uno de los bajos, Buns and Bones tiene un local abierto a la siempre animada calle Santa Isabel con parrilla y unos deliciosos bollitos (los buns) de estilo oriental y diferentes rellenos. Y así hasta 16 establecimientos. Todo un boom.
Nos encontramos con otros dos pioneros de estos anti-mercados-gourmet en el Mercado de los Mostenses, escondido detrás de la Gran Vía, de marcado aire asiático y latino. Lilly, originaria de China, regenta desde hace 8 años con su marido y chef su popular chino-peruano –cocina chifa- que triunfa los mediodías con su económico y delicioso ceviche, sus platos combinados de arroz y tallarines con carnes y verduras y su adictivo pisco sour en el Lilly-Xu. Muy recomendable.
También en los Mostenses montó Miguel Ángel su Asadero en torno a un crepitante horno de carbón del que salen carnes, pollos y pescados. "En Ecuador la gente come también mucho en mercados, es barato y sabes que el producto es bueno", me cuenta, mientras saboreo un vaso de un batido fresco y delicioso hecho de avena Quark, canela y fruta. Su horno, sus sopas típicas (de caldo de pata, el encebollado...) y sus bolones (bolas de chicharrón con plátano) atraen a compatriotas, madrileños y turistas. Pronto montará un comedor en uno de los locales que quedan libres en el mercado. "Ya estoy trabajando en la carta", se sonríe.
Un poco más al sur, en el cruce de caminos culturales que es Lavapiés, se asienta el popular Mercado de San Fernando, una construcción que data de 1944. Sus locales no exigen fidelidad a unos clientes que se mueven a placer entre los puestos cogiendo comidas y bebidas de aquí y de allá. La oferta es tan económica como variada: el japonés Yan Ken Pon Washoku Sushi, el bar San Fernando, Vinos y Vinilos, el asturiano Guaje de Lavapiés, the Fish Market, el griego Exargia... Te lo comes o te lo paseas por sus pasillos y por su plaza central, que se abarrotan de gente que mezcla carnes, tortilla, albóndigas, bravas y quesos asturianos con ostras, vinos selectos, cervezas artesanas y sushi. Este mercado, apto para carritos y niños corriendo, se anima con gente del barrio y de fuera a mediodía –ese aperitivo que se alarga- y de noche, como primera parada de más que vendrán. Y, nota para cinéfilos, ha servido de escenario para que Ricardo Darín y Javier Cámara se tomaran una caña en la película Truman (en el bar Mochuelo, para concretar).
El Mercado de Vallehermoso, en el barrio de Chamberí, ha sido uno de los últimos en subirse al carro del combo restauración+mercado tradicional. Y con considerable éxito: en menos de un año, ha pasado de estar casi al borde del cierre a recibir hasta 60 solicitudes para tres puestos que quedaban libres. "La gracia que tiene es que se conserva el sabor que tenía el mercado hace 30 años", nos cuenta Ana, de Al vino pan, y viceversa, mientras sirve tropecientas cañas y vinos. Nos lo confirma José Manuel García Viejo, gerente del mercado, que ha apostado por una oferta de abastos mezclada con gastronomía moderna.
Aquí nos encontramos con un abarrotado Kitchen 154, que abandera el asiático picante, con el As de Tacos o el japonés Wasoku, que reparte bandejas de sushi a una impaciente y ordenada fila de críos de metro y medio. Hacia noviembre, además, acabará la reforma de uno de los laterales del mercado e incorporarán 19 puestos –estos de alimentación- de productores de proximidad."Los mercados están obligados a mutar", asegura José Manuel. Sea en la versión que sea, añadimos, y en honor a nuestras abuelas, ¡larga vida al mercado tradicional!
C/ Santa Isabel 5
De lunes a sábado cierra a las 23:30h.
Los domingos permanece cerrado
Plaza Mostenses 1
Entre semana, el mercado cierra a las 20h y los sábados, a las 17h aprox.
No abre los domingos.
C/ Embajadores 41
Entre semana, el mercado cierra a las 21h. Los viernes y sábado, amplía el horario de restauración hasta las 23h.
Los domingos, permanece abierto de 11h a 17h
C/ Vallehermoso 36
De lunes a sábado, abre hasta las 23h
Los domingos, de 11h a 18:30h
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