Actualizado: 19/03/2018
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La barra fresca, ácida y picante de Bérgamo y Correa
A la vieja usanza, como un millonario ruso, pero con un presupuesto más modesto. Coloca una pequeña cantidad de caviar de trucha sobre la zona que se sitúa entre la muñeca, el pulgar y el índice. Luego, ya es decisión del comensal si ataca el manjar como un tigre a una gacela o con un estilo más sensual y provocador.
No es necesario explicar demasiado del caviar. Popularizado como un clásico de los manjares exclusivos que solo los muy ricos pueden permitirse, las huevas del esturión han adquirido un estatus legendario y es imposible cerrar los ojos y no imaginar a un señor ruso bebiendo el mejor vodka mientras mete la mano en una lata de Beluga.
Sin embargo, el caviar también se ha democratizado y ahora es posible comerse unas huevas de trucha y disfrutar de un sabor magnífico sin necesidad de excederse en el presupuesto. Este plato empezó a elaborarse –dicen los que saben– en la Patagonia y se extendió como un incendio gracias a un precio razonable y una calidad notable.
Óscar Manresa (chef y director de 'Food & Music') aconseja comerse el caviar a la vieja usanza, aprovechando la temperatura del cuerpo humano: solo hace falta depositar una cantidad (al gusto, pero con cuidado, que no se nos caiga) en la zona de la mano que se sitúa entre la muñeca, el pulgar y el índice. El resto depende del estilo del comensal. Algunos atacan el manjar como un tigre a una gacela; otros prefieren un enfoque más sensual y relajado. Buen provecho.