Actualizado: 28/02/2018

¿Tenedor y cuchillo? ¡Vade retro! El mejor cubierto para comerse unos huevos fritos es un buen trozo de pan con el que romper la yema y mezclarlo con la clara. Un manjar que se remonta a los fenicios o a los romanos y que, por fortuna, podemos seguir degustando por un módico precio.
Dicen los expertos que el primero en mencionar el huevo frito (y añadir que para que fueran realmente buenos había que utilizar aceite de oliva) fue el filósofo Averroes allá por el siglo XII. Aunque nunca se ha hecho un estudio en profundidad sobre el tema, hay quien se aventura a situar el primer ejemplar de este manjar en algún lugar entre los fenicios y los romanos.
Sea como fuere, no hay quien se resista a comerse uno de esos hijos de la gallina de cuando en cuando, pero –como recuerda el chef Óscar Manresa– jamás de los jamases hay que utilizar cubiertos para degustar el plato. Lo que hay que utilizar, y no hay resistencia que valga, es un buen pan.
Aunque el Código Penal no lo incluya (aún) debería ser un crimen no untar un buen pedazo de pan en la yema, mezclarlo con la clara y saborearlo como si el mundo fuera a acabarse. Eso sí, repetimos, con un buen pan. Un gran pan. Un pan extraordinario.
P.D. Damos por sentado que los huevos también deben serlo.
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