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Seas o no goloso, las navidades siempre incitan a comprar mazapanes, polvorones y turrones para llenar esa bandeja que da la bienvenida a familiares y a amigos. Es toda una tentación. Y si además eliges productos artesanos y sabores originales, el éxito está asegurado entre tus invitados. Te proponemos algunos turrones (y dónde comprarlos) con los que no fallarás.
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Cuando se trata de turrones, es inevitable pensar en la eminencia alicantina en esta especialidad: Xixona. La localidad ha conseguido su fama y reconocimiento gracias al centenario trabajo de maestros turroneros que han expandido los límites de este producto típico de la Navidad. La especialización de Xixona en torno al turrón ha hecho que proliferen las marcas y obradores por las calles de la localidad, por ello cada casa busca diferenciarse mediante alguna particularidad.
La ‘Fábrica Coloma García Artesanos’ ha conseguido destacar gracias a una combinación de tradición artesana y atención a las nuevas tendencias. Así han conseguido diversos premios a lo largo de su historia por sus elaboraciones de turrón blando -típico de Jijona- o duro -propio de Alicante- y sus productos del estrato gourmet, como el guirlache de ajonjolí o el de chocolate fondant. Toda una demostración de pasión y conocimiento de un producto que sí entiende de categorías.
Quizá una de las variantes menos conocidas fuera de la provincia de Alicante, el turrón a la piedra es todo un clásico navideño en estas tierras. Su carácter underground hacen de él toda una rareza en los comercios -sobre todo de la zona y tiendas especializadas; no es habitual encontrarlo en grandes superficies- y no es para menos, ya que este turrón tiene una consistencia tan blanda que hay que comerlo con cuchara. Además, sus ingredientes son diferentes a los habituales, constando de una mezcla de almendra tostada, azúcar, canela y corteza de limón, la cual deja matices muy distintos en el paladar de quien lo prueba.
El maestro repostero se erige como uno de los grandes referentes nacionales en el arte turronero. Sus creaciones sorprenden y deleitan cada año a los amantes de este dulce, y muchos deciden acercarse hasta su obrador en Tolosa para vivir más de cerca una experiencia que trasciende el momento goloso. En este templo del dulce solo se trabaja con materia prima de primerísima calidad, lo que también aporta un carácter más fugaz a la vida del turrón.
Reconocido apasionado del chocolate, Gorrotxategi lo emplea en todas sus elaboraciones, creando referencias como el turrón de chocolate cappuccino con nuez de Macadamia y pistacho, o el de trufa blanca -elaborado con chocolate blanco- con mandarina y yuzu, una idea de su padre. Sin embargo, es mejor dejarse llevar por la curiosidad y degustar algunas de las nuevas referencias que el maestro saca a la venta cada año.
Cataluña es también una gran tierra turronera y valga como ejemplo la herencia familiar de Nuria, tataranieta de jijonenco que llegaba a hasta Reus para vender las viandas más famosas de su localidad natal. Con el paso del tiempo y gracias a que la madre de la actual propietaria decidió fijar residencia en la localidad tarraconense, ‘Gelats i Torrons Xixona’ se ha convertido en toda una institución local en el arte de este dulce. Los sabores clásicos como el de Xixona, de frutas, de nueces y nata, de coco o de yema tostada y sin tostar son todo un ‘must’ en el negocio, aunque desde hace unos años ha ido ganando repercusión entre la clientela el turrón de ganxet, elaborado con una de las joyas gastronómicas de la comarca, la avellana negreta, una variedad especial que cuenta con gran arraigo.
Para llegar hasta estas avellanas solo hay que conducir unos 20 minutos hasta Vilallonga del Camp, donde Esther cuida los avellanos familiares que dan la excelente materia prima que necesita Nuria. La historia y el legado generacional es compartido por ambas mujeres, orgullosas de su trabajo y la herencia dejada por sus antepasados. Sus avellanas, más redondas y de sabor más profundo, han conquistado a algunos de los grandes maestros turroneros más importantes de los alrededores, otorgando un valor adicional a un producto de por sí único.
La tradición turronera de Agramunt es conocida en toda España. Son decenas de turistas los que se acercan hasta la localidad en las fechas cercanas a la Navidad para comprar las tabletas más populares de la ciudad, aunque hay unas que destacan por su especialidad, son las que elaboran Félix y Zoe Valero en ‘Torrons Félix’, un obrador en el que la tecnología brilla por su ausencia.
Su labor comienza con la selección manual del fruto seco tostado a emplear -siempre de proximidad- y, de ahí, a crear las tabletas. Con el mismo cariño y esmero elaboran el turrón de Agramunt auténtico, que varía del resto al tener forma redonda en lugar de cuadrada. Particularidades que, junto al proceso manual que caracteriza a este obrador, hace que sea una parada ineludible de los amantes del turrón que se acercan hasta aquí.
En el corazón de la comarca de La Serena destella una luz turronera con nombre propio: Castuera. En esta pequeña localidad, de apenas 6.000 habitantes, muchas casas viven de una industria nacida en los años 60, cuyos productos han conquistado los mercados internacionales a base de turrones de calidad. Su particularidad reside en el empleo de la almendra entera en los turrones, algo que los diferencia del resto, en los que normalmente va partida. El Museo del Turrón de Castuera resulta una parada imprescindible para los aficionados a este dulce, ya que cuenta cada detalle de sus elaboraciones -cada maestro tiene su secreto- y cómo la vida de los habitantes se ha visto marcada por los turrones desde hace generaciones.
El guirlache es una de la variedades turroneras con más solera de todo Aragón. Un dulce que se elabora en las tres provincias en obradores centenarios como el de la dulcería ‘Muñoz’, en Teruel, ejemplo paradigmático de cómo se debe elaborar un buen guirlache. La forma de medir los ingredientes de la receta (almendra y azúcar) da una pista del legado que ha transitado la receta hasta nuestros días: libra y cuarto de ambos. Con el tostado a fuego lento de ambos ingredientes a la vez se consigue que la mezcla se amalgame de tal forma que cada almendra quede cubierta de azúcar, dejando el conjunto listo para extenderlo y crear las barritas que quedarán atrapadas bajo la leyenda Guirlache de Teruel.
La particularidad que envuelve a esta pastelería es su aptitud para todos. En la familia de Teresa Consuegra, dueña del establecimiento, hay varios integrantes con distintas alergias e intolerancias, lo que la llevó a agudizar el ingenio para poder elaborar los dulces en las celebraciones familiares. Una afición que se convirtió en oficio y que ha hecho que sea una especie de hada madrina dulce para quien tiene problemas con alguno de los ingredientes tradicionales de la repostería. Aquí los turrones de chocolate y cookies, chocolate blanco y cereales, arroz y el relleno de trufa, para los más golosos, son elaborados respetando el proceso para que no exista contaminación cruzada y mantenga sus propiedades intactas de cara al consumo por parte de intolerantes.
Que Barcelona es una de las ciudades con mejores pastelerías de toda España no es ningún misterio. Sin embargo, su faceta turronera no es tan conocida para aquellos que no viven allí. El mítico turrón de yema tostada adquiere otra dimensión en lugares como ‘La Campana’, ‘Natcha’, ‘L’Atelier’, ‘La Colmena’ o ‘Canal’, varios de ellos centenarios y con varias generaciones de la misma familia al frente del negocio. Merece la pena pararse a probar estas delicias y dejarse encandilar por los nuevos sabores de estos creadores de felicidad gustativa.
En Palma de Mallorca también existe una larga tradición turronera. Similares en cuanto a composición a los de Alicante, aquí suelen resultar un poco más cremosos que los peninsulares. Muchos de ellos beben de los tiempos en los que la economía de subsistencia imperaba en la isla y los turrones se limitaban a la mezcla de pasta de almendra y azúcar. Hoy en día los sabores han evolucionado y abrazado las nuevas tendencias, aunque los más clásicos siguen siendo los más demandados. El ‘Forn Fondo’, ‘Es Bessó’ o la pastelería ‘Lluís Pérez’ son algunos de los establecimientos donde degustar turrones mallorquines y descubrir la cara más dulce de la repostería mallorquina.
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