Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Es toda una tentación asomarse al mostrador de ‘La Empanadería Argentina', en el Puerto de Santa María. Sus empanadas de asado criollo, provolone y tomates secos, o rabo de toro son una auténtica delicia. En total cuatro variedades premium (2,70 euros/unidad) y 12 clásicas (2,20 euros/unidad), cuyos sabores no siempre suenan muy argentinos: la estilo gallega -que lleva atún-; la de pollo al curry; champiñón, queso y jerez… Sabores a los que Diego Percivaldi y Cecilia Oliver se han rendido al enamorarse de la gastronomía del lugar donde se encuentran.
Este matrimonio aterrizó en El Puerto de Santa María junto a sus tres hijos el verano del 2020. Volaron desde su Argentina natal dispuestos a comenzar de cero haciendo empanadas. Un plan pensado rápido. El plan B que reemplazó al plan A: recorrer el mundo viajando. “Si vengo con el concepto cerrado de empanada y gastronomía argentina, me coarto yo mismo la expansión. Así que teníamos dos retos: el más difícil era que acá tomasen las empanadas como una opción de plato", explica Celicia, que celebra el éxito que tuvieron al llegar. "La piden por teléfono o la recogen acá y la tienen lista en cinco minutos. Se la comen en cualquier lugar y sin manchar. El otro reto era que teníamos que ver qué sabores tienen acá, qué se come y qué gusta. Queríamos que para nuestros clientes fuese algo rico y práctico”, detalla.
En esta investigación, algunos productos -como el rabo de toro- fueron toda una sorpresa para ellos. “En Argentina cuando vas a la carnicería a pedir huesos para los perros te dan rabo. Acá me dijeron que probase las croquetas de rabo de toro. Cuando las probé, flipé, como dicen en España. Y pensé que teníamos que hacer una empanada de esto. Es una de las que más se venden”, apunta el cocinero.
Otra de sus recetas más exitosas es la de champiñones, queso y jerez. Este vino no era extraño para Diego. “La casa de mi abuelo olía a fino. Estar aquí es una cachetada de recuerdos con este aroma. Me siento en casa”, cuenta, añadiendo que está probando a hacer una empanada de mejillones con oloroso. “El vino de Jerez, especialmente el oloroso, parece que fuera creado para los mariscos. Unas almejas o mejillones a la provenzal con oloroso o fino es la maravilla más rica que hay. Quiero meterlo en una empanada”. Del mismo modo, está trabajando para elaborar en este formato otro de los guisos más típicos de esta zona de Cádiz: las papas con choco.
En Argentina, la pareja dirigía dos restaurantes que llevaban en funcionamiento más de veinte años. En 2018 vendieron uno de ellos -el otro se lo quedó el hermano de Diego- y compraron un autobús que adaptaron como autocaravana. Inscribieron a sus tres hijos -ahora de 16, 14 y 10 años- en la educación a distancia y viajaron durante año y medio por diferentes países de Latinoamérica.
El coronavirus irrumpió cambiando la vida de la humanidad, así que la familia canceló su vuelta al mundo y volvieron a Argentina. Sin casa, sin restaurantes y sin poder viajar. Fue el hijo mayor de los Percivaldi quien vio claro el siguiente paso: “Si la idea era acabar viajando a España, vayámonos ya, nos matriculamos en el colegio y estamos un tiempo allá hasta que podamos volver a ver mundo”. Vendieron su autocaravana y cruzaron el Atlántico.
Tener doble nacionalidad española fue un gran punto a favor que les facilitó las cosas. El abuelo de Diego era de Zamora y su abuela de Bilbao, pero ni Diego ni su familia habían pisado nunca España. Eligieron la localidad gaditana porque aquí tienen unos amigos argentinos ya asentados y esta ciudad cumplía con lo que buscaban: una ciudad no muy grande, asequible económicamente y al lado del mar.
Mucho trabajo de campo -inmersión en la vida y las costumbres españolas a pasos acelerados- y, en pocos meses, Diego y Cecilia abrieron su negocio de empanadas. Un negocio más estable en estos tiempos y una propuesta que los portuenses han recibido con tanto entusiasmo que ya da trabajo al matrimonio y a cuatro empleados más. “Estoy fascinado con El Puerto”, dice Diego, “lo lindo de acá es la convivencia”. “El día que abrimos, todos los vecinos de los negocios de al lado vinieron a comprar. Todos, el 100%. Los queríamos invitar y no se dejaron, todos querían colaborar para que nos fuese bien”, recuerda.
En la pizarra de ‘La Empanadería’ no podían faltar sabores argentinos, como la de “carne clásica”, aunque ellos le han dado su toque. “Esta empanada, según la región argentina, varía los componentes. Suele llevar carne picada, huevo duro, cebolla y la parte verde de la cebolleta. Dependiendo de la zona se le agrega papa, pasas, aceituna, azúcar a la masa para que dore y dé sensación de crujiente y dulce... Vimos que en El Puerto se come mucha aceituna, pero cuando hicimos pruebas el 80 % de los clientes la eligió sin ella”.
Si meten entre su masa clásicos de la gastronomía andaluza, ¿cómo no hacerlo de la argentina? Para ello está la de asado criollo, otra de las premium más demandadas. “Esta empanada no la verás como tal en Argentina, pero queríamos darle representatividad y tener un sabor argentino haciendo una de asado con chimichurri”. Un sabor que sin duda les conecta con su tierra.
El matrimonio disfruta feliz de este giro de guión que les ha impuesto la realidad. De hecho, están pensando en abrir otra empanadería para finales de año y aún están estudiando la localidad donde ponerla. Aún así, eso no les impide que quieran volver a viajar. Todo lo contrario.
“El mundo es muy grande para despertarse siempre en el mismo sitio”, dice Diego. “Mi idea no es hacerme rico vendiendo empanadas, pero sí quiero asentar estos negocios para que nos permitan volver a vivir viajando. Una vez que has probado esa vida, ya no quieres volver a lo de antes”.