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En Madrid la oferta es muy variada, aunque es cierto que el horario y el lugar del concierto marcan las posibilidades de saciar el apetito a unos pasos de la sala o la necesidad de pegarse una caminata hasta el restaurante abierto más cercano. Porque no es lo mismo salir a las 10, cuando te dan de cenar en cualquier sitio, que encontrarse a las 12 de la noche con el estómago vacío.
Si el concierto es de los grandes, el escenario no puede ser otro que el Barclaycard Center (antiguo Palacio de los Deportes). El cierre de la cervecería Santa Bárbara, bar mítico que se llenaba hasta los topes durante los pre y post conciertos, ha dejado a muchos aficionados a la música huérfanos de pinchos y tapas. Que no cunda el pánico, hay otras opciones.
En la calle Fuente del Berro, detrás del Palacio, hay unos cuantos sitios para zampar a gusto: la Taberna Basarri, De Pura Cepa, La Croquetta, Taberna La Gaditana… La mayoría ajustan horarios los días que hay concierto, con cierres entre las 24:00 y la 1 de la madrugada. Si hay que recomendar uno, por tradición y por relación calidad-precio, sería El gran barril, una marisquería de toda la vida. Eso sí, hay que ser rápido y, si se tiene mucha gusa, salir corriendo antes de los bises, porque dada la afluencia de público suele ser complicado encontrar sitio.
La segunda sala de conciertos de la capital por aforo (no así por la acústica, que sigue dejando mucho que desear) es el Palacio de Vistalegre. Justo enfrente está el Paraíso del Jamón, típico bar de raciones, bocatas y platos combinados donde ponerse las botas. Si se busca algo un poco más elaborado -aunque menos económico-, en las cercanías hay dos lugares para saciar el apetito: la Taberna Lalternativa, con gran variedad de tostas, roscas y huevos rotos, y la Parrilla Argentina Santa Cruz, para amantes de la carne a la brasa.
En la ribera del Manzanares se encuentra La Riviera. Tradicionalmente, a la salida del concierto hay un par de puestos de bocadillos de chorizos asados, nada recomendables si se desea una noche sin sobresaltos. Si eso o la habitual hamburguesa de una cadena de comida rápida no convencen, cruzando el Puente de Segovia nos encontramos con El Chacón, restaurante gallego de toma pan y moja. Lacón con grelos, pimientos de Padrón, pulpo a feira… en raciones bien abundantes y bastante ajustadas de precio. La otra opción es más exótica y está un poco más lejos: se trata de Seoul, uno de los mejores coreanos de Madrid.
En pleno centro, a escasos metros de la Puerta del Sol, está Joy Eslava, habitual escenario para grupos españoles a punto de dar el salto a los primeros puestos de las listas de ventas y de lo más granado del indie internacional. Pese a la abundancia de oferta, aquí no hay dudas. El mejor de la zona es El Escarpín (Hileras, 17), una taberna en la que degustar los platos tradicionales de la gastronomía asturiana, del clásico cachopo al cabrales a unos chipirones “afogaos”. Una opción todavía más asequible es la Taquería Mi Ciudad, con una amplia variedad de tacos y cervezas mexicanas a muy buen precio.
También en el centro, a unos pasos de la Gran Vía, está la Sala El Sol, uno de los templos de La Movida madrileña, que ha sabido reconvertirse y seguir siendo local de referencia para las nuevas generaciones. A escasos metros de la puerta, en la misma calle Jardines, está El rincón del ibérico, un pequeño bar extremeño ideal para tapear en el pre concierto (imposible sin reserva previa), en el que la estrella son las migas y los callos. Muy cerca también está la opción mexicana, la que ofrece la franquicia La venganza de Malinche, o el sabor americano de un Foster's Hollywood.
Hay muchas opciones si el concierto es en la sala Arena, pero la más especial sin duda es la que ofrece el restaurante Zhou Yulong, en el túnel subterráneo de Plaza de España: todo un clásico semiclandestino para quienes buscan comida china auténtica, sin europeizar. Sopas de noodles, pollo con cinco vegetales y otras delicias. La Sala But y el Teatro Barceló están en pleno Tribunal, así que no hay más que acercarse a la calle Fuencarral para encontrar hasta bien avanzada la madrugada pizzas, kebabs y alguna que otra sorpresa, como el japonés Ninja Ramen
Con Clamores el paseo obligado nos lleva a la Plaza de Olavide, con multitud de terrazas y bares de tapeo. A dos minutos de allí, La Casa de la Tortilla ofrece barra libre de comida y bebida por 13 €, la solución perfecta si el concierto nos ha dejado exhaustos. Por su parte, el Costello Club marca la obligada visita a El Rincón Abulense, taberna castiza donde las haya. A tiro de piedra también está el Carmencita, un bar especializado en hamburguesas, cuya cocina cierra a las 2 de la madrugada, ideal para los más rezagados.
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