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Fuerteventura es una isla para recorrer en coche, y no solo por su orografía o llevados por el deseo de conocer más arenales y rincones, sino también por su gastronomía, desperdigada por todo su territorio, en forma de pequeños templos del comer. Porque, y aquí viene algo muy bueno, pese a ser un lugar eminentemente turístico, una nutrida muestra de sus establecimientos guarda la esencia de la tierra canaria, concebidos para el disfrute de sus visitantes locales y foráneos.
Esa es la sensación que tiene uno al visitar el 'Restaurante Don Antonio', en Betancuria, en el interior de la isla. Bajo la apariencia de un bar-restaurante más, se oculta un patio canario frondoso, verde, bonito, de aspecto colonial y repleto de majoreros (gentilicio de Fuerteventura). Gastronomía isleña 100 %, en la que destaca el estofado de carne de cabra con papas arrugadas, un imprescindible que no se puede dejar de probar de la isla y, a ser posible, aquí. La ropa vieja también es interesante en 'Don Antonio': sabrosa, jugosa y con los garbanzos en su punto. Una buena alternativa al afamado 'Casa Santa María', ubicado en la misma zona.
Dejarse aconsejar por locales a la hora de comer siempre funciona. Y muchos en esta isla coinciden en su recomendación: 'Los Caracolitos', en las Salinas del Carmen. El hecho de que atendieran para comer tarde (más allá de las 15.30 h) y la playa en la que está ubicado son motivos de peso para probarlo. De nuevo, una carta repleta de especialidades isleñas y, sobre todo, dada su ubicación, de pescado, estupendo, cocinado a la espalda (como por ejemplo, la vieja, una especie muy común en Canarias, que es frecuentemente la captura del día). Y, además, con vistas al mar.
Si algo hay que pedir para acompañar bocados más contundentes son las espléndidas raciones de jugosos tomates y de queso majorero, muy recomendable en casi cualquier lugar de la isla. Además, por supuesto, siempre son bienvenidas las papas con mojo. Combo perfecto de entrantes, todos ellos configuran el "santo y seña" de la gastronomía de Fuerteventura.
Visitar Punta de Jandía –la zona más occidental de la isla–, atravesando kilómetros de pistas de arena y grava, requiere armarse de valor, paciencia y pericia al volante. Vale la pena por el entorno, por la soledad que allí se respira, por las vistas… y por la comida. Un par de chiringuitos situados junto al Faro de Jandía ofrecen un caldo de pescado sobresaliente. Y en el restaurante 'El Caletón' hay, además, opción de degustar este preciado manjar de pescadores mirando al mar, paladeando su especiado gusto. Acompañando, un excelente gofio escaldado para comer con trozos de cebolla, como si de unos nachos con guacamole se tratase. En conclusión, un lugar para volver en cualquier visita a Fuerteventura.
El Islote de Lobos es visita obligada sea cual sea la duración de la estancia en la isla. A él se llega en ferry, con horarios regulares, o en uno de esos divertidos water taxis. Una vez allí, además de admirar el turquesa impoluto de sus aguas, lo que hay que hacer es reservar mesa en su único chiringuito. Dada su capacidad reducida y al más o menos elevado número de visitantes, hacen un par de turnos de comida que se agotan pronto. Así que es mejor prevenir. Una vez sentados, los precios son irrisorios y la comida, más que decente. Una paella dignísima se deja comer, al tiempo que por las sencillas ventanas uno se quede eclipsado por la belleza de la pantonera azul. El pescado fresco es la otra opción, francamente recomendable, también.
También en la Isla de Lobos se vende pescado secado al sol, al que los lugareños más mayores se entregan con devoción. Con certeza puede resultar un snack de lo más nutritivo y sano, ¿qué mejor ocasión para probarlo?
Quien visite este paraiso no se puede ir sin pasar una velada a la luz de la luna en la magnífica terraza de uno de los pocos restaurantes de Las Playitas, una minúscula localidad en el centro de la isla donde hay un resort. El 'Bar Restaurante Las Playas' está en pleno embarcadero, por lo que se puede sentir la brisa del mar tan cerca. En sus escasas mesas plantean una sencilla propuesta de platos del mar cocinados al estilo de Fuerteventura. Excelente lugar para tomar unas buenas almejas a la marinera, chipirones, mejillones o salpicón de pescado.
Interesante es también su selección de vinos, con algunas opciones procedentes del archipiélago. 'Donde fueres bebe vino del sitio' es una adaptación libre del clásico refrán para los que están siempre dispuestos a dejarse sorprender. Ricos blancos y tintos de Canarias están esperando al visitante más sibarita, o al que, simplemente, quiera probar algo nuevo. Es un pedacito de Canarias que se puede llevar a casa de vuelta también, exactamente igual que el queso majorero. Se puede adquirir en el interior de la isla, repleto de naves y pequeñas ventas, donde muchas veces directamente del productor.
Playa, paisajes casi lunares, deportes acuáticos, relax (mucho relax) y gastronomía hacen de este lugar el destino idóneo para unas vacaciones espectaculares para los cinco sentidos en cualquier momento del año. Un as en la manga con el que tiene la suerte de contar España.