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Multitud de cantos de aves se entrelazan en el aire. Desde la ventana de una habitación del hotel 'Don Fadrique', al fondo, muy lejos, se perfilan las montañas azules de la Sierra de Béjar y Gredos, con el Almanzor poderoso en las alturas. Y a la izquierda, recogida sobre sí misma, la localidad de Alba de Tormes, abrazada a su torreón medieval, bañada por el río que aporta su apellido y con el recuerdo permanente de Santa Teresa de Jesús, que aquí encontró su último descanso.
No hay mucho más en este paisaje salmantino. Un pueblo, el campo charro, la carretera y 'Don Fadrique', un hotel-restaurante familiar que acaba de celebrar su 20 aniversario con un gran banquete, donde invitaron a cocinar al primer chef de la casa: Víctor Gutiérrez. Porque aquí se viene a comer y a descansar, o viceversa. "El hotel para nosotros es un complemento. En realidad lo nuestro es la cocina, pero viene bien porque con las celebraciones y los eventos las habitaciones se llenan", cuenta Nicolás Sánchez Monge, cocinero, sumiller y uno de los propietarios junto con su hermano, Manuel, y sus padres, Ángela y Nicolás.
El patriarca y fundador, Nicolás, ya se dedica más a al huerto que a los menesteres hoteleros, en parte para entretenerse y en parte para surtir la despensa del restaurante con verduras y hortalizas frescas. Él fue quien un buen día compró un terreno baldío. Un balcón natural con una vista privilegiada de su pueblo natal. Con mucho esfuerzo, la familia levantó un caserón de dos plantas de altura, al estilo castellano clásico, con gruesos muros de piedra y maderas nobles, que se amplió con el paso de los años.
Hoy, por su ubicación estratégica, es un reclamo más del entorno. "Es una postal. Viene muchísima gente a sacarse fotos", dice Ángela. Cada año tratan de mejorar y hacer cosas nuevas, lo último será la inauguración de un salón de eventos con capacidad para 500 personas. Un servicio más que añadir a un complejo que consta de un jardín-mirador, el restaurante, una terraza acristalada, una poderosa barra de bar de madera de nogal, diferentes saloncitos y zonas comunes para leer o tomar algo y 20 habitaciones dobles (72 € + IVA con desayuno incluido), seis de ellas abuhardilladas, conectadas por una escalera ancha de madera de castaño.
"Las habitaciones tienen cada una su decoración particular, no hay ninguna igual; es cosa de mi madre, tiene un gusto y una sensibilidad especial, y es capaz de ver lo que necesita cada espacio", asegura Nicolás. Ángela tiene predilección por los ángeles y los querubines, y también por los muebles antiguos, que pinta y restaura ella misma. Arcones, mesas, sillas, lámparas, máquinas de coser, pequeños cuadros... Su inspiración está por todas partes.
La amplitud, la luz natural y la paz de las estancias es la norma. Al lado de la cama, como bienvenida, una tabla con una longaniza blanca ibérica elaborada por el clan Monge bajo su propia marca: Cerdos & Rosas, además de un bollo de pan, un cuchillo, una servilleta de tela, una copa y una botella de champagne metida en una cubitera con hielo. "Una de las cosas más importantes de aquí es el clima familiar, podemos tener carencias, pero lo suplimos haciéndote sentir como en casa", comenta Nicolás.
Es sorprendente la energía que tienen los Sánchez Monge. Debe de ser el aire puro o los genes que imprimen una capacidad para abrir mil frentes a la vez y hacerlo todo bien. En este sentido, su fuerte es la gastronomía. Gestionan tres huertas que proveen sus mesas de productos de temporada, tienen sus propias gallinas, ovejas, elaboran queso, sus propios vinos (tienen viñas en Toro) e incluso sus ibéricos. "Unos amigos tienen una finca en Villanueva de Córdoba y tenemos cerdos ibéricos que alimentamos con bellotas para hacer nuestros embutidos: jamón, lomo, chorizo, salchichón, panceta curada o jamón de pobre, como lo llamamos", cuentan.
El restaurante de 'Don Fadrique' (1 Sol Guía Repsol) comenzó su andadura con el chef peruano Víctor Gutiérrez a los fogones (2 Soles Guía Repsol en su restaurante homónimo), quien estuvo dos años al frente; luego pasaron otros cocineros hasta que los hermanos, que empezaron como sumilleres, agarraron las sartenes por el mango. "Nos fuimos metiendo en cocina, primero mi hermano ('Mugaritz' [3 Soles Guía Repsol], 'Mas de Torrent' [1 Sol Guía Repsol]…) y luego yo. Somos muy de producto, de cercanía, de estacionalidad y de aplicar una transformación correcta y coherente", asegura Nicolás.
El restaurante recuerda a un típico asador castellano, pero actualizado. Destaca una enorme cava acristalada con casi 400 referencias vinícolas de las que Nicolás es un apasionado. El comedor tiene de 85 a 90 plazas, pero se deja siempre en 45 para comodidad de los comensales. La carta se nutre de los productos locales y cambia según la temporada. Algunos éxitos de la casa son la borraja y cardillo con almejas, las manitas de cerdo con langostinos, las albóndigas de secreto, la tosta de jamón y foie o el 'limón serrano', un plato típico de la zona a base de limón, naranja, chorizo, huevo y vino tinto (y aquí le añaden solomillo de cerdo ibérico).
Además, ofrecen tres menús degustación: Sabor de la memoria (45 €), con platos que por el producto o forma de hacerlo siempre traigan un recuerdo; Denominación de origen (55 €), consagrado al cerdo ibérico; y por último, Instinto (64 €), donde ponen su creatividad, técnica e intuición al servicio de la cocina de temporada. "Una de las cosas fundamentales para nosotros es el sabor y equilibro gustativo, que todo te diga algo y el conjunto sea muy positivo", explican.
Por si fuera poco, también gestionan los eventos del 'Casino de Salamanca', en el Palacio Figueroa (un edificio del siglo XVI). "Nos metemos en muchas historias", confiesan. Y de momento, pueden con todo. Cada vez tienen más público que llega al hotel con el plan de comer y alojarse. En días laborables, la mayoría es gente de Salamanca y provincias aledañas, y los fines de semana se suele llenar con visitantes de Madrid.
El despertar en 'Don Fadrique' es imposible de olvidar. No es por el cielo, inmenso, que también, ni por los trinos de los pájaros ni por la visión bucólica de las vacas pastando en las praderas, sino por los desayunos que se gastan y sirven en la terraza con vistas a la campiña. Como buenos productores de ibérico, los embutidos son protagonistas en la mesa. Además, unos churros caseros adictivos, bollería artesana, panes y mantequilla, tomates de la huerta, zumo de naranja, café… es muy, muy fácil pecar.
Sin embargo, tal y como relataba el prior de los Carmelitas de Alba de Tormes, amigo de la casa, en una anécdota de Santa Teresa de Jesús, a veces hay que darlo todo. "Cuentan que Santa Teresa llegó a la comarca y un bienhechor la acogió en su casa. El hombre había hecho un guiso de perdiz y la religiosa comió, y mojó pan con ganas y gran disfrute. Ante la sorpresa de su anfitrión, la monja dijo: 'Cuando perdices, perdices, y cuando penitencia, penitencia', y se quedó tan ancha".
Además, siempre se pueden quemar calorías con un paseo por el legado patrimonial de Alba de Tormes, que entre otras cosas conserva los restos de la conocida "santa andariega, mística y reformadora", en el monasterio de la Anunciación. También hay un Museo Carmelitano con numerosas obras de arte, además del castillo de los Duques de Alba, el puente y las murallas. Desde 'Don Fadrique' igualmente organizan otro tipo de excursiones: salidas micológicas, de ornitología y visitas a ganaderías de toros bravos, entre otras cosas Y sin olvidar al río Tormes, manso en su transitar y esplendoroso en sus verdes riberas de álamos, alisos y fresnos. Nicolás lo tiene claro. "Esto es una maravilla y encima la vista que tenemos aquí es bestial".
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