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Es imparable. La gastronomía no puede desligarse ya del viaje. Sobre todo cuando probar una cocina determinada o descubrir una ruta en la que el producto es protagonista, se ha convertido en muchos casos en objetivo final del turista. Un turista que cada vez busca más la sostenibilidad como punto de partida al organizar el viaje. En Lanzarote se han reunido cocineros, productores y distintos responsables del sector para aportar su experiencia y animar a profundizar en la apuesta por el entorno como motor dinamizador en el Congreso Miniature Enyesques -como los pintxos en Euskadi- organizado por Miniature, Saborea Lanzarote y el Cabildo de la isla.
María Ritter, directora de Guía Repsol, explica en la gruta de los Jameos del Agua -el escenario donde se ha celebrado el encuentro- como “vemos que en la decisión del viajero la gastronomía es lo que mueve a la acción de los viajes. La gastronomía tiene que estar integrada en el ecosistema turístico. Hay que estar atento a qué demanda la gente que viene y hacer hincapié en satisfacer al turista que nos gustaría tener. Para generar ese ecosistema es importante crear comunidad entre productores y cocineros; solo estando unidos serán más fuertes”.
En esa misma línea, Txarli Prieto, vicepresidente segundo del Parlamento Vasco, territorio donde la sinergia entre turismo y gastronomía lleva funcionado desde hace décadas, apunta que “hay un potencial de negocio extraordinario porque cada vez hay más turistas. Es momento de decidir qué tipo de turista y de gastronomía se quiere elegir. Y ojo, que la gastronomía no son solo restaurantes, también productores, rutas ligadas a producto, tiendas o congresos”. Héctor Fernández, consejero delegado de Sociedad de Promoción Exterior de Lanzarote, incide en que precisamente “la gastronomía ayuda a poner un filtro sobre el cliente, a cualificar el destino. Aquí hay respeto por la naturaleza, por la sostenibilidad, algo que contribuye a cohesionar el destino. Es el deleite, el placer de la sobremesa, un elemento nuclear en unas vacaciones”.
En ese descubrimiento de la cultura y la idiosincrasia del lugar, los cocineros Julen Bergantiños, del restaurante 'Islares' (Bilbao), Yeray Gil, de 'Primario Gastrobar' (Lanzarote), Xavier Zabaleta, de 'Aratz' (Donostia), y la pastelera de 'Maitana' (Donostia), Lorena Gómez, coinciden en que “hay que decirle al turista que lo que está comiendo es de aquí al lado. El presente está en gente que se enfoca en el arraigo y en representar lo nuestro a través de la calidad. Hay que enganchar tanto al turista como al autóctono. Si hago pintxos y enyesques, que sean estupendos, respetando el producto y que cuenten el territorio en el que se están ofreciendo”, como defiende Bergantiños.
Yeray Gil insiste en que “si buscamos un turismo de calidad hay que enamorarle con lo nuestro, enseñarle el producto de aquí y cómo se cocina”. Y es que la honestidad y la transparencia en los fogones sirve también para generar negocio a los productores cuando desde los restaurantes se ilumina su trabajo. A Xabier Zabaleta le anima ver que en Lanzarote “se le da importancia al producto local y esa es la base para potenciar el sector primario. A un turista cuando viene hay que venderle la realidad tan bonita y diversa que hay en toda España. Fomentar que disfrute de la gastronomía que nos representa, que habla de cómo somos”.
En ese sentido se han desarrollado distintos proyectos donde la gastronomía ha sido la puerta de entrada para reivindicar a los productores. Vivir la experiencia de la vendimia, el trabajo en una quesería o cómo es el proceso de recogida de las manzanas y de elaboración de la sidra, cada vez cuenta con más demandantes. Un ejemplo de ese impulso es el proyecto de la ruta de la sidra en Euskadi, donde Sagardoa ha logrado unir a 55 sidrerías para organizar experiencias alrededor de su producción y consumo. Lo que ha permitido mostrar las raíces, los caseríos y el paisaje bucólico tan eco que define la cultura del territorio vasco, tal y como ha explicado Amaia Zubeldia de 'Sagardoa Route'. “La gastronomía es cultura, una manera de ser y diferenciadora de los territorios, y es interesante mostrarlo. Nosotros hemos detectado que en los últimos años, muchos turistas exigen la búsqueda de lo auténtico en las bodegas y sidrerías más pequeñas”.
Siguiendo el ejemplo, en Lanzarote se están impulsando desde el sector primario, tan arraigado al kilómetro cero en una isla con un entorno volcánico, iniciativas para dar a conocer a los visitantes el territorio y el producto local. “El vino ha sido el gran potenciador de nuestra despensa en el exterior”, asegura Aday de León, representante de la Asociación de agricultores profesionales de la isla. Precisamente, vincular a los visitantes al territorio a través de iniciativas agroalimentarias es lo que hace Daniel Lasso desde su empresa 'Lanzarote Natural', en la que “tenemos gente de distintos rincones del mundo que llegan y plantan su viña o su aloe vera y la ven crecer con cada visita a nuestro lagar, uno de los más pequeños de la isla”. El encuentro finalizó con una cena conjunta entre cocineros vascos y lanzaroteños en el 'Castillo de San José', donde productos de ambas regiones, como el atún rojo, el cochino isleño, las cocochas, la merluza en salsa verde o las manitas de cerdo, se dieron la mano para disfrute de los asistentes.