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Se cumple más de un año desde que David López llevara su 'Local de Ensayo' al corazón de Murcia, a pocos pasos de la catedral. Hoy, con 2 Soles Guía Repsol, su sueño cumplido luce una sala amplia y elegante, con manteles blancos, pilares de hormigón y ladrillo, cava vista y suelos hidráulicos originales que dan un toque de “seriedad” a un proyecto que nació en 2016 en la pedanía de Puente Tocinos. Un restaurante "más formal" pero con el mismo trato cercano de siempre, ese que hace de David un gran anfitrión murciano.
Con una propuesta más compleja curtida por la experiencia del cocinero, el corazón manchego de David sigue latiendo con fuerza por la riqueza de la despensa murciana. Su menú es un idilio con la huerta y los pescados del Mar Menor, aquellos que les surten las lonjas de Águilas, Cartagena y San Pedro, sobre todo. Presume de haber sido el cocinero tras el primer menú vegetal gastro de una Gala -Guía Repsol 2024- y ahora, sus menús 'Desfibrilador' y 'Endocardio' prometen hacer feliz al comensal.
Hay rincones llenos de encanto en este nuevo espacio, como las mesas situada bajo la gran ventana que se asoma a la cocina vista; la que se refugia frente a las estanterías con objetos llenos de corazones del antiguo local; o las que se apoyan en paredes con obras del artista y profesor de universidad Lucas Prox, que aluden a ese órgano que tanto identifica a David, y a platos icónicos como el estofado de setas.
El sumiller Giovani Morabito se encarga de abrir el menú preparando frente a la mesa un vermut 61 Verdejo con fino Pando que sirve de cóctel de bienvenida y deja listas las papilas gustativas para el disfrute. Después, la infusión de moluscos con berberechos y alga codium llega como un reconfortante sorbo que te zambulle directo en el Mediterráneo.
Los primeros snacks suponen un gran despliegue de ingredientes y técnicas: brioche fermentado frito y relleno de emulsión de alcaparras y mostaza; caballa a la llama con toque cítrico de limón verde; bombón de caza con paté de jabalí, foie ecológico y chutney de fresa; tartar de tomate a modo de steak, sobre merengue de aquafaba y hoja de champiñón; y tortilla de patata spunta fluida -un hit- con puré de cebolla tierna inyectado y trufa negra de la Sagra.
David no oculta su debilidad por el buen pan y convierte el brioche casero del obrador 'La Madrugada' de Javier Moreno en protagonista de un pase. Su superficie brilla con cada pincelada de mantequilla que dan en sala, antes de colocarlo al centro de la mesa con una ramita de romero, junto a un aceite de oliva cornicabra de Ortega de Teclas infusionado con setas, hongos y musgo; y una mantequilla de trufa aireada. Imposible no pecar.
Con una nueva boina recién estrenada, David sale de cocina para presentar el siguiente plato: una ensalada de remolacha almirall y remolacha morada del huerto inspirada en una receta turca. “Primero la asamos a la sal durante 40 minutos a 180 grados de temperatura y después la laminamos. Debajo lleva una nata agria aderezada con ajo, comino, caviar de arenque y aceite de hinojo”, detalla el chef. A la vista es una belleza de plato; en boca, una explosión fresca y vegetal.
La berenjena blanca, una variedad recuperada por el banco de semillas de la Universidad de Murcia con la que colabora David, protagoniza el siguiente pase que acompaña con pimiento de cristal, ajo negro, miso, hongo reishi y limón verde rallado. “Con la técnica tradicional murciana del arrope y calabazate, curamos las berenjenas blancas en cal para obtener así una textura dura por fuera. Después, se guisan en un potente caldo de miso, reishi y limón verde -un producto muy denostado- terminando el plato con una emulsión de ajo negro fermentado, la ceniza de la piel de la berenjena y pimiento asado de cristal”, cuenta el cocinero que se surte de estas joyas vegetales en 'Del Bancal a Casa', una huerta ecológica situada en El Esparragal.
El menú marida la huerta con el Mar Menor con el gazpachuelo de cañaillas de la lonja de Cartagena que acompaña con espinacas -antes lo hacía con acelga- y guisante negret, un pase que brilla sobre la vajilla que simula un ojo de pez. También el pañuelo de sepia, súper sedoso en boca con guiso de sus huevas es toda una sorpresa. “Traemos una sepia bruta -sin limpiar- y con sus patas, aletas y tinta hacemos la salsa. Bajo el pañuelo, preparamos un sofrito encebollado con sus huevas y terminamos con una acelga muy jugosa que salteamos con aceite y agua para darle un brillo extra”, comenta David. “Es un plato con mucho trabajo detrás, porque lo que parece la sepia cruda es en realidad una elaboración que hacemos con carne del animal triturada y un 10% de clara de huevo cruda que cuajamos a 50 grados en la roner”. Para terminar, un poco de perfume de Palo Cortado de Jerez.
El rape negro del Mediterráneo y el chato murciano se funden juntos en el siguiente plato. Curado primero el rape en salmuera para romper la fibra, David lo envuelve en tocino de chato antes de asarlo a la brasa con la idea de aportar sabor -luego lo retira-. Acompaña pil pil del colágeno del rape, coliflor cruda, hígado del rape frito, pimientos del piquillo de Tudela y cenizas del propio pimiento quemado.
David siempre hace alarde del recetario murciano y su cocina sigue mimando esos platos que hablan de tradición y memoria: guisos, arroces y carnes a los que el manchego impregna una mirada personal y moderna con sabores renocibles que no diluyen la esencia. Un ejemplo es el caldo de pelota murciana, que en lugar de guisarlo, lo prepara al horno con un caldo concentrado para obtener una textura al dente, al que añade un toque de hinojo y trufa negra de la Sagra.
O el arroz bomba de Calasparra con verduras de temporada que elaboran con caldo de raíces de tierra ahumadas en el kamado (nabo, chirivía, zanahoria, remolacha, espárrago blanco…), azafrán de la Mancha y trozos de bacalao cuajados dentro del arroz. La vajilla es de Carlos del Amor -el mismo que elabora los Soles Guía Repsol- y muestra el logotipo del corazón, algunos dibujados por los hijos mellizos del cocinero. También trabajan con otros artesanos como Berta Garrido, murciana asentada en Castellón que trabaja la cerámica contemporánea; o Antonio Pérez de Fuente Álamo, especializado en alfarería tradicional.
El estofado clásico de setas con salsa Périgueux y coulant de yemas es otro pase icónico con sabor a campo que esta temporada preparan con unas colmenillas guisadas con mantequilla de oveja de la Quesería Ruperto. “Es un plato lácteo de gran cremosidad. Hacemos una mantequilla ahumada con carbón y montamos la salsa con un foie ecológico de Sousa & Labourdette. Utilizamos yema de huevo campero de la granja murciana Abuela Flora”, apunta David.
El último pase salado del menú es la codorniz de huevo marinada en papada -que compra a Higinio Gómez, del Mercado Vallehermoso de Madrid- con salsa de ave, uvas y naranja, acompañada del ravioli de bola de arroz relleno de guiso de las patas con lenteja caviar, puré de apionabo con trufa, capuchinas y aceite de hinojo.
En bodega, la carta de vinos de 'Local de Ensayo' se cuida con el mismo corazón que la cocina. El sumiller Giovani Morabito propone una armonía que incluye etiquetas como el albariño Leirana de las Rías Baixas, el italiano Pinot Grigio Livio Felluga, “un vino de montaña donde predomina la acidez”; o el blanco Domaine La Croix Montoire de Vézelay (Borgoña), de “perfil elegante y equilibro espectacular”. También sugiere El Rapolao, un vino del Bierzo de Raúl Pérez; el tinto Casa Castillo Las Gravas “un mencía muy afrutado con una acidez final y cremosa”; y el cava Rosat de Mestres, que acompaña los bocados dulces del menú. Vinos bien seleccionados que recorren toda la geografía española, pero que también cruzan fronteras para descubrir nuevos placeres en la copa.
El menú alcanza su parte final con un refrescante prepostre de apio, kefir y remolacha que da paso al "Flan de libro”, como define el manchego, un flan de leche fresca del Barranquillo, con yema de huevo campero, chantilly de vainilla, fondo de caramelo y una gallega de avellana que se mimetiza con el dibujo de la vajilla. “Es un flan tradicional sin claras, solo lleva nata, leche y yema. Lo cocinamos al vapor (100 grados) durante unos 40 minutos, y previamente le quitamos el aire en la envasadora. Con una cocción perfecta conseguimos un flan sin agujeros”, presume el cocinero, que confiesa no poder quitar ese postre de la carta, porque la gente siempre lo pide.
Los últimos caprichos dulces llegan en forma depetit fours: bombón de chocolate de 70 por ciento; kikos y avellana; merengue de mascarpone con remolacha fresca; y caramelo de Hellín, un homenaje a la "Ciudad del tambor" que David lleva más de ocho años sirviendo en el restaurante y que le lleva directamente a los recuerdos de la infancia. Un último bocado en el que el cocinero pone todo su corazón.
'LOCAL DE ENSAYO'. C. Fuensanta, 5, 30001 Murcia. Teléfono: 620 90 92 44.
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