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Entre Sierra Nevada y la costa del Mediterráneo, Granada esconde pueblos y valles cargados de mitos y leyendas nacidos de una rica historia. Plantaciones de olivos, mares de invernaderos, formaciones arcillosas en el desierto, la sierra o la costa mediterránea hacen de Granada una provincia única. La riqueza de sus productos son el fruto de esta diversidad. Aquí te contamos algunos ejemplos de la infinidad de posibilidades que ofrece.
En el municipio de Motril, el paisaje despacha brillos plateados en los días con sol, como si el centelleo del mar se hubiera colado en forma de rectángulos en las tierras extensas que bajan hacia la costa. Son los invernaderos de Motril. Uno solo puede imaginarse lo que esconden cuando llega a la Cooperativa La Palma, con más de 50 años de historia y 710 agricultores, esta cooperativa despacha más de 73.000 kilos de productos al año.
Una importante variedad de tomates, entre los que se encuentra el Amela, la variedad japonesa que está considerada una de las más caras del mundo, pimientos, pepinos, berenjenas o frutas tropicales. Pero ahora también, con productos gourmet como el aceite AOVE, pisto, gazpacho o salsas picantes de mango o pitaya están a disposición del cliente en su tienda en Carchuna, por ejemplo, o en su tienda online para aquellos que no les resulte tan fácil llegar a Granada. Además, la innovación de esta cooperativa no se detiene en mejorar sus productos, una política sostenible y de aprovechamiento está permitiendo recetas muy interesantes como sus minihamburguesas veganas.
Motril, famoso por sus quisquillas, ofrece visitas guiadas en su puerto en las que se explican los diferentes tipos de pesca y embarcaciones de las que dispone el puerto -como los barcos de arrastre, de cerco o naseros- y cómo y cuándo se celebra las subastas de la lonja. Hay una por la mañana, para la pesca de cerco, donde el pescado protagonista es el jurel, la sardina o la caballa; y por la tarde, para el producto que traen del mar los barcos de arrastre: quisquillas, cigalas, pulpo, rape, etc.
Muy interesante dar un paseo por el puerto granadino especialmente entre las 17 y las 18 horas de la tarde cuando llegan las embarcaciones de arrastre y descargan para la lonja. La flota de Motril, de una veintena de barcos (12 más o menos son de arrastre), es un buen ejemplo de pequeños pescadores bien organizados. Como la venta de la lonja es para pescaderías, bares y restaurantes, el planazo es sentarse después de la visita a comerse unas tapas en el propio 'Bar de Pescadores' y saborear el pescado fresco.
En una cueva, donde la temperatura media es siempre la misma (19ºC) los vinos de la 'Bodega Toral' esperan a alcanzar su punto óptimo. Pablo Toral y Noelia Lucena se encargan de mimar las uvas de sus cuatro viñedos desde la vendimia hasta que llegan a la cueva donde se transforman en unos vinos naturales sin filtrar bastante atrevidos. Este joven matrimonio cuida de sus tierras de forma orgánica, como lo aprendió Pablo de su padre y del padre de su padre. El amor por el campo fue el origen del nacimiento de este proyecto, que empezó Pepe, el padre de Pablo, con la intención de hacer vinos para casa, donde ya se hacían conservas, matanza, aceite... Se recomienda contratar la degustación en la bodega y así probar los vinos con el embutido casero y los quesos de la zona. ¡Una delicia!
Atrapasueños, Abuelolito, Luna de Abril o Serendipity son algunos de los nombres que tiene los vinos de esta bodega con una producción de 6.000 botellas anuales. El último, Serendipity, por la casualidad de haber recuperado una uva, la torretés, que ha dado unos resultados increíbles. Con la uva cinsault, que dejan pasificar en la propia vid, han hecho unos vinos dulces, como el Guiño Dulce, que han enamorado a restaurantes como 'Ugo Chan' (2 Soles Guía Repsol), que los ha elegido para maridar con sus ostras.
Aprovechando la visita a la 'Bodega Toral', hay que hacer un alto en el camino en Los Covarrones de Cortes. Una serie de habitáculos usados como refugio y escavados en la arcilla por el hombre en el siglo X en un territorio que trae a la memoria la Capadocia turca. Un punto increíble para descubrir una de las casas más antigua del Geoparque de Granada, en el conocido como Desierto de Gonofre.
Desde esta casa, que dispones de tres alturas -la primera se usaban para los animales; la segunda, para el grano; y la tercera, para vivir-, sale un camino que conduce a un mirador de toda las badlands y cárcavas, que son una maravilla a cualquier hora. Sin embargo, en días despejados, al atardecer los colores estallan en tonos rojizos. Un auténtico regalo para Instagram.
Planazo en el pequeño pueblo de Riofrío. Conocer cómo funciona una piscifactoría de esturiones mientras los ves nadando en las piscinas construidas a la ribera del río es una actividad perfecta para toda la familia. En la visita, explican todo el desarrollo y mantenimiento de estos peces para obtener sus delicadas huevas y entender el porqué del precio de este manjar.
Aunque el precio parece estar al alcance de muy pocos, aquí la degustación permite probar tres tipos de recetas del mismo caviar de Riofrío bajo la denominación de Essence: hueva con sal y sin maduración, el más delicado en sabor y el más crujiente; receta original, lo más conectado a la idea del caviar ruso, huevas con sal y media maduración; y, por último, la receta tradicional, hueva en sal y mucha maduración. Una visita que deja buen sabor de boca.
El aceite de poniente con D.O. es el mejor regalo para llevarse a casa después de un viaje a Granada. Pero antes, recomendamos conocer dónde se cultiva, cómo se recoge y dónde se transforma en oro líquido. Un total de 17 municipios se unen para dar la fuerza a esta denominación de origen que cuenta con 15 almazaras para producir aceite de oliva virgen.
Imprescindible una visita al Museo del Aceite, ubicado en Montefrío, para saber todo lo necesario sobre esta delicatessen que alegra la gastronomía española con sabor y aporta unas propiedades decisivas para nuestra salud. Si encima te das una vuelta por el pueblo, uno de los más bonitos de España, la excursión merece doblemente la pena.
Granada tiene muchos lugares especiales en los que hacer un alto en el camino y degustar su gastronomía, como 'María de la O', 'Finca de Loja' o 'Arriaga', entre otros, premiados con 1 Sol Guía Repsol. Sin embargo, aquí os hablamos de otros menos conocidos. En la zona de la costa en Motril, en ‘El Conjuro’ el chef Antonio Lorenzo se sirve de un buen manejo de la técnica para ejecutar unos platos arriesgados con el producto de temporada.
En poniente, donde el olivo es el absoluto protagonista, en 'Casa Piola' el menú de Diego Gallegos hace un homenaje al producto estrella de su tierra: la aceituna y el aceite. Desde el maridaje a la vajilla, la esencia granadina se respira en un restaurante con una decoración tan pensada como su comida.
Si los planes nos llevan al desierto de Gorofe, en la ‘Brasería La Tinaja’, en Guadix, los platos tradicionales de Mario Pérez se presentan con el mejor producto de la zona como los pimientos, el cordero o las setas, entre otras maravillas. Todo ello maridado con vinos de la provincia, como los de la 'Bodega Toral', y en el ambiente especial que proporciona estar comiendo en una cueva.