Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
En uno de los parques con más historia de Madrid, se ha consagrado un espacio en el que pedir un desayuno, el almuerzo o una merienda no sólo ayuda a templar el apetito con un bocado suculento a buen precio, sino que implica formar parte de una red que consigue dar una segunda oportunidad a jóvenes cuya vida conoce mucho mejor la cara de la dificultad que la de la comodidad.
Se trata de 'La Quinta Cocina' (Solete Guía Repsol), el restaurante-escuela instalado en el Espacio Abierto Quinta de los Molinos en el que más de 120 chicos y chicas entre 16 y 23 años consiguen insertarse en el mercado laboral cada año gracias a este programa promovido y financiado por el Ayuntamiento de la capital. Un proyecto en el que el espíritu del pionero del urbanismo César Cort, cuyos visionarios planteamientos a principios del siglo XX coinciden con algunas de las iniciativas en esa materia planteadas en pleno 2025, impregna cada esquina al haber sido este palacete su propia residencia y cuyos almendros resultan un paisaje inmejorable a la hora de disfrutar de su terraza de verano en el barrio de San Blas.
“Sus descendientes lo cedieron al Ayuntamiento, pero la condición era que este edificio estuviera destinado para la infancia”, explica Ana Maya, jefa del Dpto. de Prevención de Riesgo Social en Infancia y Adolescencia. Dicho y hecho, pues aquí no solo se alberga este proyecto gastronómico, sino que toda la programación del Espacio Abierto gira en torno a que niños y adolescentes empleen este lugar, “en el que el juego es una actividad cultural”, para llevar a cabo una “recogida de relatos y voces para servir de amplificador de voces de infancia”, como explica Sara San Gregorio, directora artística del centro.
Una iniciativa por la que resulta entendible que la clientela habitual de 'La Quinta Cocina' la conformen familias, que aprovechan las diferentes actividades para niños que se desarrollan en el Espacio Abierto para degustar su propuesta gastronómica antes, durante o después de que los más pequeños las lleven a cabo. Sin embargo, hay otra que brilla con luz propia en el restaurante-escuela, la creada por los alumnos, formadores y tutores que conforman cada promoción.
“Ahora tengo familia”, asegura Alpha Oumar, antiguo alumno, cuando mira a Carolina Mónaco, directora de este proyecto gestionado por la ONG Cesal. Unas palabras llenas de afecto para un joven de 26 años que apenas llevaba tres meses en España, a donde había llegado en patera desde su Sierra Leona natal, cuando entró en la novena promoción de este programa en julio de 2021 (actualmente llevan 20 convocatorias).
Sus primeros pasos fueron en cocina, como muchos otros jóvenes que llegan hasta aquí sin dominar el idioma, aunque cuando comenzó a coger soltura con el español llegó a ser jefe de barra, una función mucho más agradable para él dada su personalidad abierta. Ahora trabaja en otro restaurante de la capital y ayuda a jóvenes de un albergue de la fundación San Martín de Porres para que sigan sus pasos. “Les digo que no tienen que sentarse todo el día durmiendo, tienes que pensar cosas buenas para cambiar tu vida”.
Al igual que Alpha en su momento, otros 40 jóvenes en situación vulnerable aprenden a desenvolverse entre ollas, sartenes, copas y platos cada promoción. “La formación es con la metodología de Aprender Haciendo”, explica Carolina, “son seis meses de formación, de los cuales los cuatro primeros meses tienen aquí en la Quinta una formación teórico-práctica y luego dos meses de prácticas externas”. Una manera de instruir perceptible a primera vista, pues los alumnos lucen la icónica L de las clases de conducción y siempre van acompañados de un formador que les muestra la forma adecuada acciones básicas como agarrar el cuchillo, emplatar o montar una mesa.
Un reto no solo para los aprendices, sino para todos los integrantes de la plantilla. “Yo pensaba que iba a salir un poco regulín, pero al final ha sido una historia bonita. Llevo seis años y medio aquí”, explica la jefa de cocina Sara Seco Moyano, cuyo papel es fundamental para que las gyozas de pollo en pepitoria, las carrilleras con puré de boniato o las diferentes hamburguesas que aprenden a elaborar resulten apetitosas a nivel visual y gustativo.
“Aquí enseñamos a trabajar, porque a cocinar van a aprender en diferentes sitios platos de cada lado, pero la rutina, el escuchar, la limpieza…”, asegura una profesional bregada tras décadas en el oficio, que se muestra orgullosa de los logros que han conseguido muchos de sus pupilos. “Algunos son sumilleres, son maîtres, jefes de cocina... Y aquí entraba y no sabía hacer una croqueta”, bromea.
La carta, en la que se pueden encontrar recetas que combinan tradiciones culinarias de todo el mundo en platos como la arepa de ropa vieja, las samosas de morcilla y calabaza o el los baos de ternera, es un reflejo del mestizaje cultural que conviven en los fogones, donde se mezclan diferentes acentos aunque solo se puede hablar en castellano, una de las normas que buscan resaltar la necesidad a la hora de buscar empleo de dominar el idioma. Del mismo modo, los alumnos también llevan a cabo clases de empatía y comunicación para adecuar actitudes y comportamientos a un entorno laboral.
Las necesidades formativas del proyecto hacen que sea necesario que se aprenda a trabajar con cualquier tipo de producto. Por ello podemos encontrar una gran variedad de platos vegetales que cambian conforme la temporada con recetas como el salmorejo, la burrata con tartar de tomate y calabacín encurtido o el aguacate en tempura, o elegir la siempre disponible ensalada 'La Quinta'.
En cuanto a platos principales, aquí también se dominan los arroces, cuya variedad cambia semanalmente, platos contundentes como el estofado de ternera conarroz chaufa o el codillo glaseado con chucrut de manzana, mostrando la versatilidad de las diferentes gastronomías, y platos de pescado como el ceviche de corvina. Las hamburguesas destacan en este apartado no solo por ser uno de los paltos estrella del restaruante, sino porque, como indica Sara, "son de los platos favoritos de los alumnos de cocina, no se qué tiene, pero les encanta la plancha".
Además, hay que destacar que, atendiendo a la clientela, cuentan con platos especialmente indicados para niños como el perrito cachorro con patatas fritas, los nuggets de pollo o pasta y arroz blanco con tomate. Por otro lado, el horario para poder degustar sus elaboraciones coincide con el de las actividades que se desarrollan en el Espacio Abierto, por lo que no cuentan con turno de cenas ni con menú del día u opción de reserva previa.
Una de las coyunturas que mayor emotividad traslada de este proyecto formativo es el paso del rol de alumno al de formador, como en el caso de Ainara Vázquez, que enseña todo lo aprendido en cuanto al dominio del servicio en sala. “Yo no tenía ni idea de que me iba a quedar aquí”, declara sonriente esta joven de 17 años, que ha encontrado en esta profesión un camino que nada tiene que ver con su ansiado sueño de ser tripulante de cabina.
Aunque sus comienzos no fueron fáciles porque, como recuerda, se sentía “fuera de lugar” porque, si bien había “trabajado cara al público en el mercadillo” con su familia, no encontraba el mismo ambiente en una promoción en la que todos sus compañeros eran chicos, sobre todo marroquíes (alrededor del 70-75% de los chicos que llegan son de esta nacionalidad y el número varones multiplica al de chicas en cada promoción). Fue una charla con el equipo de tutores de Cesal donde se sintió “un poquito arropada” resultando clave para que continuase la formación y pudiese acceder a este empleo. “La sala, si te formas ahora bien de ello, puede ser que consigas un trabajo ya fuera de aquí o aquí”, reflexiona, al tiempo que se enorgullece “de poder decir que con lo poco que yo enseño a los chicos, es lo que me han enseñado aquí. Ahora soy su maestra (...) Un día fui yo la que no sabía qué hacer con mi vida”.
Entre ellos figuran alumnos como Rajaa Moumen y Deissa Diagne, una chica marroquí de 17 años y un senegalés de 21, quienes, a pesar de sus dificultades con el idioma, sobre todo en el caso de Rajaa, ponen todo su esfuerzo en aprender cada día los secretos del oficio desde que comenzaron su aprendizaje hace un mes.
Rajaa vive en un piso de menores tutelados y el formato de formación a corto plazo que ofrece 'La Quinta Cocina' es ideal para acceder a un trabajo antes de que tenga que abandonarlo al cumplir la mayoría de edad. Un aprendizaje del que destaca que le “gusta más cocinar” por el alto “ritmo” con el que se desenvuelve, aunque tampoco muestra reticencias a la hora de poner en práctica las lecciones de Ainara aplicándose entre las mesas a la hora de servir postres como la tarta de queso o el lemon pie.
El restaurante se encuentra en el Parque Quinta de los Molinos. Foto: iStock
En el caso de Deissa, él también disfruta estas enseñanzas, aunque también quiere “hacer muchas cosas”, sobre todo tras haberse formado también en el sector de la construcción, pero un problema con su permiso de trabajo impidió que pudiese desarrollar esta disciplina antes de entrar en 'La Quinta Cocina'. Eso sí, a la hora de elegir en este Solete, tiene un rol favorito: “Quiero ser cocinero”.
'LA QUINTA COCINA'. Juan Ignacio Luca de Tena, 20. San Blas-Canillejas, Madrid. Tel. 91 044 07 77.
En general... ¿cómo valorarías la web de Guía Repsol?
Dinos qué opinas para poder mejorar tu experiencia
¡Gracias por tu ayuda!
La tendremos en cuenta para hacer de Guía Repsol un lugar por el que querrás brindar. ¡Chin, chin!