Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Barcelona es plaza dura para la gastronomía. En la Ciudad Condal todos los establecimientos con exceso de oferta y los que no tienen muy claro el camino acaban estrellándose en plazos que parecen imposibles (por rápidos). Establecida ya la capital catalana como urbe de primera para la alta cocina, lo casero con un punto de sofisticación y lo cosmopolita como carta de presentación, el último campo de batalla podría parecer fútil pero no lo es en absoluto: la hamburguesa.
A los clásicos barceloneses como 'Bacoa', 'Filete Ruso' o 'Goiko Grill', se han sumado en los últimos tiempos competidores con hombreras y ganas de guerra como 'Torpedo' (Aribau, 143) o 'My fucking restaurant' (Nou de la Rambla, 35), donde cada ingrediente se lustra como si fuera una piedra preciosa y en los que la clientela repite sin más incentivo que el de comerse una hamburguesa como Dios manda.
Los chicos de 'La Real Hamburguesería' abrieron su primer local en 2017 y ya dejaron claro entonces que habían llegado para quedarse. Venezolanos con ganas de comerse el mundo, su restaurante beta (por llamarlo de alguna manera) sirvió casi de laboratorio para enfrentarse a una ciudad que no tiene piedad con los que dudan. Allí testaron lo que ahora son los imperdibles de la casa y ensayaron los pasos que debían llevarles a la cima del bocata más popular del mundo.
"Cuando llegamos aquí por primera vez, nos dimos cuenta de que era muy difícil dar con el clásico cheeseburguer o el clásico hot dog, y nosotros lo que queríamos era algo clásico: así nació todo. Eduardo (Egui, el chef) vino para aquí y vio que había espacio", cuenta Arturo López, el otro socio del local. "Abrimos en mal momento y en un sitio complicado, pero conseguimos tirar para adelante", añade Egui.
Todo ello ha cuajado en su segunda sede, en Poble Nou, un barrio que no para de moverse sin salir de sus confines. Empezó siendo sede de empresas tecnológicas y ahora es un hervidero de start-ups y coworkings, con abundancia de población de veintimuchos y treintaypocos. Allí ha aterrizado 'La Real Hamburguesería' con una tonelada de lecciones aprendidas y una carta sin apenas modificaciones, pero con un buen montón de ajustes: "Lo que hemos hecho es mejorar lo que teníamos; matizar cosas, ajustar otras, pero hay pocos cambios. Se resumiría así: muchas mejoras, pocos cambios".
Empezamos con una cebolla, nueva en la carta, que reinventa el concepto 'aros', y que vence por goleada a cualquier otra idea con aires de fast food que tenga como protagonista a esta verdura. La abren, la rebozan, le añaden un toque cítrico y la sirven con una mayonesa de kimchi. Llega abierta, para que pueda comerse sin necesidad de pasarse un rato lidiando con capas y más capas. El resultado es un océano de gajos de cebolla de sabor intenso, en el punto perfecto de fritura. Si se desea complementar, existen dos opciones perfectas: los tenders y los tequeños.
Para el primero, hacen una espectacular salsa barbacoa con un toque de cerveza negra y una tártara clásica que casa a la perfección con un rebozado en su punto y un pollo suave y carnoso; los tequeños son una delicia, servidos con un chili dulce y con el queso en el punto justo. El único consejo adecuado es intentar no quemarse la lengua ante la tentación de acabar con ellos de inmediato. Por cierto, la cerveza es artesanal, elaborada en el mismo barrio del Poble Nou. La más recomendable es la Dry Hope Blonde, por si te apetece catarla.
Finiquitados los primeros, es hora de ir a por el auténtico meollo del asunto: las hamburguesas. No sin antes mencionar su hot dog espectacular, de corte artesanal, con cebolla, pepinillo, polvo de beicon y patatas paja (ahí es nada), panecillo como mandan los cánones y una buena ración de mostaza y kétchup. Naturalmente, no recomendamos el hot dog si el cliente quiere también una hamburguesa, porque el perrito caliente ya sirve –por sí solo– para aliviar las penas del estómago. Ahora bien, si uno llega con mucha hambre puede intentarlo.
"El secreto de una hamburguesa es la calidad de la carne y la sal. Pero también es importante decidir qué porcentaje de grasa quieres que tenga. No es algo sencillo, pero aquí nos gusta pensar que hemos acertado. Luego está el pan, con un toque dulce y una buena cocción, a la plancha para que caramelice bien. Nosotros tuvimos la fortuna de conseguir un panadero del Raval, un tipo que ni siquiera encontramos, que nos encontró a nosotros. Solo abrir la caja de muestras, notar el olor de la mantequilla, supimos que habíamos dado con lo que buscábamos. No había manera de conseguir lo que queríamos y aquello fue un pequeño milagro", explica Egui, con la expresión del que rememora.
La primera hamburguesa que llega es la cheeseburguer. Efectivamente, todo en ella es clásico: carne espléndida en su punto (180 gramos de picanha), queso generoso en forma de doble ración de cheddar y un panecillo ligero, pero increíblemente sabroso. Un bocadillo que se deshace en la boca, sin más adjetivos. Si el cliente se siente ambicioso, puede pedir la que es nuestra hamburguesa favorita: 200 gramos de vaca vieja, con cheddar y un huevo frito. El sabor de la carne vale por sí solo el viaje al local y la combinación con el huevo es simplemente excelente.
Y por probar uno de los productos estrella y un plato por el que 'La Real Hamburguesería' es famosa, hay que dejarse llevar por la hamburguesa con raclette. Incluye rúcula, pepinillos, cebollas caramelizadas con cerveza negra, una salsa tártara de setas y una raclette volcada in situ en una tremenda ración de patatas. La carne es picanha (180 gramos) y el conjunto deja huella, como para volver a por más. "Nuestro cliente vuelve por la calidad del producto, porque nos obsesiona todo, no solo la carne: nos obsesionan las patatas, la ensalada, los postres… todo lo que está en la carta", sonríe López.
Por si quedaba algo de hambre y porque el chef la considera un tesoro nacional y no se puede salir por la puerta sin probarla, hay que llevarse a la boca La Real 2.0. Dos hamburguesas de 125 gramos cada (vaca vieja madurada), mermelada de beicon y cheddar. Una bestia parda solo apta para visitas con extra de hambre o valientes sin freno. La madre de todas las hamburguesas de 'La Real'.
"El problema de crecer es mantener la calidad del producto y no es sencillo", dice Egui mientras presenta los postres estrella de la casa: "Nuestro brownie y la tarta de queso (imperdible) en modo coulant con salsa de frutos rojos". Para el momento de irse, Egui guarda una reflexión final: "Muchos se obcecan en hacer del plato una experiencia. Pero lo que pasa con eso es que pruebas, ya lo has hecho, a otra cosa. Nosotros queremos que vuelvas, que te apetezca comerte otra vez la misma hamburguesa. A eso aspiramos y para eso trabajamos cada día".