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La gastronomía es la protagonista de ‘Odiseo’ y el hilo conductor de sus diferentes espacios, desplegando un sinfín de sabores y texturas en el comedor del restaurante principal. Alrededor de las mesas, unos cuadros en forma de burbujas exhiben sirenas y barcos, alegoría a este ilusorio viaje a Ítaca que persigue el restaurante dirigido por Nazario Cano.
Detrás de una larga barra es posible contemplar la actividad en la enorme cocina vista en la que la materia prima, que se nutre de la despensa local, es de suma importancia. “Es la materia prima la que inspira mis platos”, apunta Nazario, al mando de los fogones. Hijo de cocinero, se formó en los fogones del País Vasco, Madrid y Alicante, donde obtuvo varios reconocimientos por el restaurante ‘El Rodat’ de Jávea.
Uno de los platos de los que se siente más orgulloso es de su aclamado Lujo, compuesto por caviar, trufa negra y oro. “Lo llamo Lujo por tener los ingredientes fetiche de la gastronomía”, comenta Cano. Ingredientes que descubrió a los 12 años y con los que inmediatamente empezó a investigar. También destacan los dumplings de ensaladilla de guisante y gambita o el turrón de cigala, hinojo de mar e hinojo de tierra. Platos atrevidos, a la par que imprescindibles, con los que los comensales son partícipes de su inagotable imaginación. Propuestas cargadas de reflexión y en los que los productos locales están siempre presentes. “Utilizamos antiquísimas técnicas para acentuar el sabor como los ahumados, fumets y salazones”, cuenta.
La pasión de Nazario por la cocina empezó a una edad temprana influido, además de por su padre, por su abuelo, que era pescador. De esos tiempos conserva sus primeros recuerdos culinarios a base de salazones, caldos de pescados y olor a carbón. Todos ellos impregnados, como no podía ser de otra manera, por el mar. “Mi cocina es una mezcla de mi infancia y de mi formación”, señala el chef alicantino, que fue discípulo de Ferrán Adriá, Martín Berasategui o Manolo de la Osa. Una combinación que, sumada a su creatividad, da lugar a platos divertidos e inesperados en los que sobresale lo mejor de cada producto y queda latente su personalidad. “Son bocados perfectos para compartir”, afirma.
A ‘Odiseo’ llegó hace dos años en busca de nuevos retos que continuaran impulsando su imaginación culinaria. “Lo que más me gusta de trabajar en ‘Odiseo’ es que puedo innovar constantemente gracias a los diversos espacios que hay aquí”, manifiesta satisfecho Nazario, que dirige toda la propuesta gastronómica del complejo en el que trabajan aproximadamente 50 cocineros. “Estas propuestas, tan diferentes y divertidas, permiten disfrutar de experiencias completamente distintas”. ¡Y es que cualquier sabor del mundo cabe aquí! Un ejemplo es la barra de cocina nikkei que acompaña al piano-bar de la planta baja, conocido como ‘Bar Rojo’, un reflejo de los años que el chef estuvo viviendo en Perú.
Galardonado con 2 Soles Guía Repsol, el restaurante gastronómico se encuentra en la segunda planta y cuenta con menús diferentes con los que el chef busca sorprender a su público con cada visita: Lucky, disponible de martes a viernes, a mediodía, y de miércoles a jueves, por la noche, o Indagando en la cocina y En estado puro, sus menús más destacables. En todos ellos está presente su infancia a través de pases presentados de una forma audaz, como el arroz de galera, anguila ahumada y ali oli aireado.
En ‘Odiseo’ el menú lo componen bocados que continúan manteniendo el factor sorpresa, tan presente en la cocina de Nazario. Aunamos sus cartas para degustar toda esa explosión de sabores: morrillo de atún en semisalazón -“un homenaje al salazón de la región de Murcia”-; ensaladilla de calamar con ají amarillo; arroz a banda servido para coger en mano; tartar de atún, ceviche frito… También resultan llamativos sus caldos, elaborados al prensar el pescado a la brasa hasta exprimir el caldo para luego licuarlo.
De postre, una tarta de queso con leche de hierbas y helado de especias peruanas; torrija con aire de levadura acompañada de helado de lichi; dulce de alcachofa con haba tonka, y milhojas de berenjena... “Me gusta experimentar con las verduras en los postres. Es una forma de homenajear a la región en la que nos encontramos”, asegura el chef mientras nos muestra la mesa cero, junto la cocina, en la que poder disfrutar todos estos sabores de la forma más exclusiva.
Al cargo de la bodega, compuesta por 250 referencias, está la sumiller Sandra Rausell, que sorprende con un Cullerot. “Lo he seleccionado porque la bodega es de mi tierra y tiene un producto muy bueno que me encanta dar a conocer”. Los singulares postres de Nazario los acompaña con La Recóndita Armonía, de las Bodegas de Gutiérrez de la Vega, poniendo el broche perfecto a esta peculiar odisea gastronómica.
Bajo un diseño vanguardista con guiños a la cultura mediterránea e inspirado en La Odisea de Ulises, el singular edificio que envuelve ‘Odiseo’ nos traslada repentinamente a grandes ciudades del mundo. Las Vegas, Miami, Dubái o Bangkok parecen estar presentes en él por medio de su propuesta y de su innovadora arquitectura, que corrió a cargo del arquitecto local Manuel Clavel, responsable también de una de las fachada del Museum Garage de Miami o del restaurante ‘Mix’, de Alain Ducasse, en Dubái.
“Es un edificio sostenible que, con su revestimiento de tubos y el aprovechamiento de las corrientes del viento, controla la temperatura ambiente y refresca las diferentes zonas”, explica David Conesa, responsable de comunicación de ‘Odiseo’. Los llamativos tubos -de más de 30 metros de largo- “pretenden recordar las columnas de un templo griego”, añade. Una especie de Partenón moderno en el que no faltan sombrillas tejidas a mano en Grecia o lámparas que emulan conchas y colas de sirena fabricadas a medida por artesanos locales.
En el interior (de 15.000 m2) aguardan varios espacios repartidos en tres alturas. En la planta baja, además de un casino, hay un piano-bar y un sports bar que sirve hamburguesas ante la pantalla curva más grande de España. En la primera planta encontramos una discoteca y un teatro en el que se realizan cenas con espectáculo durante los fines de semana. La siguiente planta la componen un bar, los dos restaurantes principales de Nazario Cano y dos terrazas, una para copas y otra para comidas y cenas.
Sus elegantes aseos son curiosamente de los lugares más instagrameables en el edificio. Y como colofón, una larga piscina protagoniza el ático, dedicado a la celebración de eventos privados. Con 44 metros de longitud en voladizo, 22 a cada lado del edificio, es la mayor piscina suspendida de Europa.
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