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Con solo 12 platos se han metido en el bolsillo a una parroquia de fieles que cada día ocupa sus cinco mesas. Javier García y Javier Lafuente se conocieron en las cocinas de Josean Alija (3 Soles Guía Repsol) en el Guggenheim y desde septiembre cocinan juntos en el mercado. Sus platos son delicados y muy equilibrados. Ingredientes, los justos. Demuestran que no es preciso más para desatar los "¡ooooh!" de la concurrencia, que desde septiembre de 2020 les apoya.
Alcachofas envasadas sobre un fondo a base de caldo de tomate asado, caldo de garbanzos y anchoa en salazón, gnocchi caseros con trufa, berenjenas, yogur y granada o vizcaína, tendones y nado, son algunas de las recetas de temporada. Imperdible la brandada con pedrosillanos o el puerro con cuajada y castaña fileteada. Los postres en este restaurante en Chambería también son especiales, como crema de calabaza y vainilla, espuma de almendra y ralladura de limón.
Esta barra de degustación del mercado de Vallehermoso, con un par de mesitas, en la que también puedes llevarte a casa sus fermentados y apetecibles recetas, lleva abierta desde diciembre de 2020 y ya se ha convertido en una dirección secreta para amantes de los bocados excitantes en el barrio de Chamberí. El fermentista, Nacho García, y el cocinero, Daniel Varea. Con la mostaza francesa fermentada, los limones marroquíes en salmuera, las limas en salazón, el kimchi o el chucrut le dan el punto diferente a mejillones o a la coliflor, entre otros productos que cobran una nueva vida en sus manos.
Judías verdes con huevo a baja temperatura y salsa de chile habanero fermentado; crema de chirivía con kimchi y sésamo; ragú griego con polenta y limas fermentadas o el Po’ Boy, que es un sándwich de ostras, original de Nueva Orleans, son solo algunas de sus propuestas para comer en Chamberí. Y para beber, 70 referencias de vinos naturales, su otra gran apuesta, entre los que encontrar joyitas y rarezas que se agradecen mucho.
Un espacio mini con comida bomba. Este tailandés de la plaza de Olavide ha logrado hacerse un hueco en el corazón de los vecinos del barrio desde el 2009, que lo mismo lo piden para llevar a casa, que se toman sus picantes platillos sentados al sol en alguno de los bancos de la plaza.
Su dueña, la israelí Ron Zohar, aconseja probar sopas como la Tom yam (agripicante con langostinos y caldo natural), los famosos pad thai (tallarines de arroz salteados), molavide bao de carrillera, los curris o las croquetas thai. La carta, honesta y chispeante, está repleta de platos en los que salado, dulce, picante y ácido nunca faltan.
Entre los platos de Rebeca Hernández y el cariñoso trato de Marta Gutiérrez, las sobremesas en este restaurante en Chamberí se alargan eternamente en este local luminoso y alegre muy próximo al entorno de Ponzano.
No paran de pensar en nuevas recetas, como chipirón relleno de sus patitas, carabinero y mejillón o la lubina en una presentación que te sorprenderá, a las que se suman esas otras que los clientes no les dejan quitar de la carta. Entre las que destacan los cangrejitos crujientes, ensaladilla rusa gratinada, el rodaballo en su piel, las vieiras o las ostras de Normandía preparadas a la manera de la chef.
La cocina de Fran Vicente, tradición actualizada, marida de maravilla con una impactante carta de cervezas en la que figuran más de 150 marcas artesanas de todo el mundo. En su local de la calle Ponzano, puedes optar por el picoteo o por probar algunos de sus platazos como plan perfecto para cenar en Chamberí.
El chef ama el buen producto que junto con la técnica y su concepto de cocina de siempre generan platos como el esturión con crema de berenjena ahumada y huevos fritos, el guiso de alcachofas con cardo y vieiras en salsa verde o los tallarines de remolacha con corzo y queso Idiazabal. En plan tapeo, el bao de guiso de rabo de res, el torrezno cervecero o las bravas con chilli y espuma de alioli.
En plena calle de Santa Engracia, oculto en un entrante que se convierte en placita con nombre de descubridor, está este italiano con reglas propias de César Martín, donde el producto auténtico y una estupenda cocina tienen las mesas y la terraza requetellena todos los días.
La ciambotta escabechada o el tonnelo vitato, en el que se invierten los factores con éxito, son algunos de los platos de su carta más aclamados junto con la ensalada de centollo, tirabeques y casereci o los espagueti a la "Kabonara" ibérica. Sus pizzas son esponjosas como corresponde a una masa con masa madre de centeno y harina de trigo molida a la piedra. Cada una de las cinco pizzas destaca por la sencillez de un ingrediente rotundo que le da personalidad, como la de mojo rojo o la de cerdo ibérico ahumado al sarmiento.
Si quieres dejarte ver, este es uno de los sitios más apropiados de Chamberí. Con una carta italiana apta para todos los públicos y una decoración perfecta para mostrar en Instagram, resulta ideal para una cena en grupo y presumir de amigos en redes sociales.
Humus, croquetas, polpettine di manzo, carpaccio de ternera, burrata, pizzas bianche o rosse y pastas clásicas muy presentes en la memoria gustativa de la infancia, forman parte de una carta muy amplia pensada para que siempre encuentres un plato con el que identificarte.
Este japonés, situado en la zona de influencia de Ponzano, es uno de los restaurantes con más demanda de la temporada en Madrid. Su propuesta gira en torno al sumibiyaki, barbacoas de hormigón, madera y ladrillo encastradas en las mesas en las que las carnes de buey de wagyu de distintas categorías según la infiltración de grasa –incluida la Kobe Beef A5–, crepitan en las brasas que cada poco tiempo se renuevan.
Es uno de los 150 restaurantes fuera de Japón autorizados para ofrecer buey de Kobe. El corte de carne más deseado del mundo se marida con las brasas del carbón más exclusivo. No hay más carta que dos menús. En los que destacan la sopa de miso con wakame y cebolla, gambas rojas sobre las brasas, y el ansiado catálogo de cortes, desde picaña a sobrecostilla o pecho.
Desde el barrio de Salamanca a Ponzano se extienden los tentáculos del cocinero manchego Miguel Carretero. Para la taberna se reserva las tapas y platos más informales, testados ya en la barra de la casa madre. El ambiente más desenfadado de esta calle repleta de alicientes gastro en Chamberí, da pie a tomarse licencias, aunque sus aclamadas croquetas de masa sublime no se tocan. Aquí sus raíces manchegas se abren al ancho mundo y se incorporan influencias de todas partes.
Torreznos suflados con tomatillo verde, bravas con salsa de chipotles ahumados, causa limeña de mejillones en escabeche con pimentón, focaccia con tomate frito, boquerones y rúcula se conjugan con platos más elaborados como la molleja de ternera con chimichurri, tirabeques y boniato o la caballa glaseada sobre verduras crujientes.
Este bistró del barrio de Chamberí lo tiene todo para seducirte. Desde que es una de esas direcciones solo para enterados, a que parten de una cocina tradicional a la que dan una, dos o las vueltas que hagan falta hasta sentirse satisfechos.
David Gutiérrez y Miguel Ángel López forman parte de una nueva generación de cocineros que quieren ofrecer platos con sustancia, informales y que linken con gente joven que aprecia la gastronomía. Lo que logran con propuestas como tacos de cordero al chilindrón con ensalada de pamplinas y huevo, arroz meloso de berza y panceta ahumada, berberechos al fino con bloody mary o steak tartar de pato al estilo Robin Food –su plato estrella–.
A dos pasos de Olavide y a uno de Santa Engracia, escondido en una silenciosa calle, se abre paso este restaurante en Chamberí en el que una cocina entre mediterránea y asiática se dispone a atrapar al comensal. Tres cocineros experimentados, Carlos Langreo, Vicente de la Red y Gabriel Zapata, llevan las riendas de una carta muy apetecible.
Sus platos no resultan predecibles. Anguila ahumada, queso ricotta, compota de manzana, tomates secos y brotes tiernos; taco crujiente de cerdo marinado con miso anticuchado e higos; tiradito de dorada con vieiras y salsa huancaína; callos con ají panca y curri. Preparaciones que van más allá de modas porque parten de una base sólida.
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