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El término catalán somiatruites –literalmente, "el que sueña con tortillas" o "el que sueña con truchas"– se podría traducir como soñador, pero tiene otras connotaciones. Un somiatruites es alguien que sueña despierto, cuyos sueños tienen visos de convertirse en realidad. La perseverancia será determinante.
Los hermanos David y Xavier Andrés son las caras visibles del restaurante y hotel 'Somiatruites', que se encuentra en Igualada. Ahí se han padecido los capítulos más dolorosos y el confinamiento más severo. "Lo sufrimos desde el primer día, pero sacamos cosas bonitas. Pusimos nuestro establecimiento al servicio de la ciudad. Nuestro hotel fue uno de los lugares que ofreció alojamiento gratuito al personal sanitario", cuenta Xavier.
Con la misma voluntad positiva, desde hace unos días, los fogones de 'Somiatruites' vuelven a trabajar. David Andrés, finalista por tres veces del concurso que elige al Mejor Cocinero Joven del Mundo y exjefe de cocina de 'Àbac' (3 Soles Guía Repsol), ofrece platos para llevar tan sabrosos como su terrina de verduras con salsa tártara, el mar y montaña de pollo con cigalas o el bacalao con samfaina, platos que se pueden pedir individualmente o bien en formato menú –entrante, principal y postre– por 15 o 16 euros.
Admiten encargos a través del teléfono 938 03 66 26, por whatsapp en el 621 24 03 09 y correo electrónico; y los entregan a través de sus enormes ventanales. Parece que los hermanos Andrés hagan suya aquella máxima tan somiatruites: "Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana".
Las casitas de Ca n’Oliveró se encuentran en el término municipal de Castellbisbal. Una de estas casitas a pie de carretera es 'Ca L’Esteve', una casa de comidas fundada hace más de cien años y que desde entonces satisface los estómagos que transitan la ruta entre Martorell, Terrassa, Sabadell y, ya más lejos, Granollers. No les dobló la filoxera –tienen viñedo–, ni la peste española y tampoco lo hará la covid-19.
Al mando de los fogones, Xesco Bueno confiesa que no ha parado de trabajar: "El huerto no ha parado, hemos tenido que escaldar y congelar kilos y kilos de habitas y guisantes". Precisamente, parte de su oferta para llevar se basa en los productos de su abundante huerto. "Damos salida a muchas hortalizas: preparamos alcachofas con almejas, equeixadas, y también nuestros arroces", explica el cocinero. Xesco es un maestro arrocero, no en vano es autor de Escuela de Arroz (Larousse, 2017).
En el momento de escribir este artículo, se pueden encargar a 'Ca L’Esteve' cinco tipos de arroz que van de la paella mixta al arroz de pato con ajetes. También preparan canelones de jamón y de rostit pero la oferta cambia cada semana, hay que estar atentos a sus cuentas de Twitter y Facebook. Entregan las comandas con hora concertada, en franjas de diez minutos. "De otra manera sería imposible entregar los arroces al punto", aclara Xesco. Admiten pedidos por teléfono en el 937 75 56 90 y por Whatsapp en el 690 37 85 04.
En 1981, la familia Bernils dejó de preparar los pollos a l’ast que servía desde 1968 en su 'Celler de Matadepera' (1 Sol Guía Repsol). Pero siempre se vuelve al origen, como al primer amor, aunque sea 39 años después y forzados por una pandemia.
"Mis hijos tuvieron la idea", explica Lluís Bernils, alma pater del restaurante: "Se inspiraron en la oferta de A Pluma", establecimiento del exbulliniano Eugeni de Diego en Barcelona. "Volvemos a hacer la receta de mi madre", confiesa Lluis, "aunque con alguna modificación. Usamos pollo amarillo, que sazonamos y marinamos con manteca, limón, vino rancio... y otras cosas".
Los venden a unos quince euros y se pueden acompañar de patatas asadas, escalivada, croquetas y tres salsas –chimichurri, alioli y barbacoa–. También venden cochinillos y lechazos. Los encargos se gestionan a través de su página web. Los Bernils ya han decidido mantener su oferta de pollos a l’ast cuando pase la pandemia y el reto no es sencillo. En el pueblo de Matadepera aún hay gente que recuerda los pollos fundacionales y pregunta a los Bernils si los que saldrán del enorme asador Josper serán tan buenos como los de la abuela, la madre de Lluís.
Jaume y Cèlia me recuerdan a aquellos galos que vivieron en una esquina del Imperio Romano. En un pueblo de apenas 300 habitantes, poco o nada turístico, separados de todo por una serpenteante carretera, regentan 'El Canari', un pequeño restaurante en el que ofrecen desayunos, aperitivos, almuerzos y cenas.
Desde hace un mes, más o menos, preparan comida para llevar que reparte el mismo Jaume en un área que incluye Vic, Gurb, Calldetenes y alrededores. "Es la carta habitual, pero recortada", declara Jaume. "Cèlia està cocinando todo lo que es guisado o rustido, que aguanta bien el transporte, y lo repartimos en envases compostables".
En tiempos normales, en 'El Canari' se encuentra un producto excepcional que se hacen traer de toda España. Ahora, también. "Estamos trabajando mucho los espárragos de Tudela, que están en plena temporada. También preparamos esqueixada, anchoas San Filippo, el foie mi cuit de la casa", dice Jaume.
Desde hace unos pocos días han podido abrir la terraza. "Lo hacemos con toda la prudencia, pero hemos ido haciendo todo lo que se podía hacer en cuanto se ha podido hacer". El pueblo ha recibido bien la noticia: ya tienen algunas mesas reservadas. Aceptan encargos y reservas por teléfono en el 696 79 32 21 o 938 84 70 95.
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