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Más de 30 años lleva ‘El Roqueo’ (Recomendado por Guía Repsol) dando de comer a todo aquel que, además de buena gastronomía, busca buen servicio y unas vistas espectaculares al Atlántico. Primero fue Chani quien preparaba el marisco y los arroces para la clientela, tras su muerte, José Sánchez, su yerno, es quien está al frente de la cocina. José, además de autor de varios libros de cocina, ha sido ganador del concurso de atún de Conil en varias ediciones, por lo que con estas credenciales el atún, en cualquiera de sus preparaciones, es uno de los indiscutibles de su carta.
Cristobal garcía, personal de sala de ‘El Roqueo’, nos ayuda a decidirnos: “Lo que no te puedes perder son las croquetas de carabinero y el eclipse de atún, que lleva una crema blanca de puerro, crema de puerro con tinta de calamar y parpatana de atún a la plancha sobre estas cremas. Es uno de los platos con los que José ganó el concurso de atún. Otro de los platos vencedores que sigue en la carta es el escabeche suave de atún, que también os lo recomiendo”.
Otras de las elaboraciones imprescindibles de ‘El Roqueo’ son sus arroces: pescado, marisco y buena huerta conileña son sus ingredientes. La carne de retinto, los postres caseros y su surtida bodega son, junto al entorno, otras de las razones para visitar este restaurante. Está abierto de enero a septiembre y la reserva de mesas se hace exclusivamente por teléfono.
En sus inicios este restaurante era un chozo. Hoy es uno de los restaurantes en Conil con más tradición atunera. Los actuales propietarios, Antonio y Pedro Pérez, son los hijos de Fernanda y Pedro, los fundadores de ‘La Fontanilla’ (Recomendado por Guía Repsol), y ellos, además de innovar y adaptarse a los tiempos, mantienen viva la esencia de la cocina de sus padres.
“Fue a partir de la construcción de los hoteles cercanos a ‘La Fontanilla’ cuando comenzó a llegar turismo y a prosperar el restaurante”, cuenta Pedro Pérez. “A partir de ahí, mucho trabajo a base de calidad; el buen servicio que da el personal, que lleva toda la vida con nosotros; mucha limpieza y simpatía es lo que nos ha traído hasta aquí”.
El tartar y los guisos de atún son uno de sus reclamos. “Tenemos guisos tradicionales y guisos nuestros, como la urta a La Fontanilla y el guisote, con el que ganamos una de las ediciones de la ruta del atún. Es un guiso que hacía Alfonso Leal, un marinero retirado que trabajó como cocinero con nosotros los últimos años antes de jubilares. Es un plato muy interesante que seguimos teniendo en carta”, dice Pedro.
También nos recomienda no perdernos su taco, que acabaron incluyendo en la carta por una anécdota: “Mi primo, Paco Pérez, que sigue trabajando en el restaurante, cortó demasiado grueso un filete de ventresca de atún, así que lo horneamos. Es similar al roast beef, crudo por dentro, hecho por fuera, está para llorar de bueno”, destaca. El éxito que tuvo, junto a la experiencia inigualable de comerlo con vistas a esos atardeceres, hicieron el resto. ‘La Fontanilla’ está abierto desde febrero hasta noviembre.
“Somos un gastrobar y hacemos cocina de autor”, dice Santiago Más, el encargado de ‘La Cachorra Perdida’. Las recetas de autor que salen desde hace ocho años de esta casa de más de tres siglos corren a cargo de las manos de Daniel Carreño, su cocinero.
El atún de almadraba, las ensaladas, la ternera de retinto de la Janda y su variedad en entrantes como hummus o los postres, son algunos de los imprescindibles de la cocina de Carreño. Además, hay albóndigas de atún, carrillada o sardinas ahumadas, cocina más tradicional que comparte espacio en la carta con otras propuestas fusión como el poke hawaiano o el ramen.
Cuando le preguntamos a Santiago cuáles son los platos que más salen en ‘La Cachorra Perdida’, responde que el canelón de retinto con queso payoyo o el tartar de atún son de los más demandados. A partir de junio abren todos los días de la semana y, a excepción de enero -que cogen vacaciones-, ‘La Cachorra Perdida’ está abierta todos los meses del año.
‘La Barra de Rosario’ tiene su origen en un tabanco. “En ‘Tabanco Paralelo 38’ es donde comenzamos a crear cocina con más diseño, producto con toques innovadores”, cuenta Pablo Núñez Escabias de Carvajal, gerente del restaurante. “Como se nos quedo chico el local, abrimos una tienda enfrente y luego un restaurante por derecho”. El nombre homenajea a la abuela de Pablo. “Mi abuela Rosario fue quien abrió uno de los primeros bares de Conil”. El restaurante lo lleva Pablo “y en cocina está, desde 2014, Pedro Pérez, que es mi mano derecha, el personal de sala y mi madre, que también se llama Rosario, me echa una mano alguna vez”.
“Puedes empezar un tapeo con una ostra de Conil”, nos sugiere Pablo . “Es una tapa individual y todo el que la come, queda maravillado. Es mar en boca, producto local y sabores del mundo. O, si prefieres carnes, estas son espectaculares. Nos las sirve un ganadero de la zona”.
En este restaurante hacen gala de la mezcla de sabores salados, dulces, ácidos y amargos de sus platos. “La alquimia del sabor”, llevan por lema. “Nuestra carta fundamentalmente es darle una vuelta a todo con cocina mundial. Perú, Japón… pero siempre con productos autóctonos. Es una carta amplia para todos los públicos”, cuenta Pablo.
No sólo su carta es para todos los públicos en oferta y sabores, sino también en opciones: “Podéis venir de tapeo o con menú degustación de siete pases cerrado”. La cocina abre todos los días del año desde las 12:30 hasta las 00:00. “Sólo tenemos vacaciones un mes, de después de Reyes hasta el 14 de febrero”. Mientras tanto, el disfrute está asegurado.
Sin duda, el pescado de la zona es uno de los must de ‘El Huerto’. Así nos lo canta Guillermo González Pérez, encargado del restaurante. “El borriquete, la urta, el bocinegro, que son pescados de roca, hay que probarlos”, nos cuenta. Pero la estrella es -¿cómo no?- el atún en cualquiera de las más de diez formas que tienen de ofrecerlo. “La ventresca a la brasa es uno de los platos que más sale, o bien el plato de atunes crudos, que pusimos en carta el año pasado porque los clientes nos pedían probar en crudo este producto tan bueno que tenemos”. Este plato lleva cortes de cuatro partes del atún presentados en tataki, sashimi, tartar… “con una salsa correspondiente a cada corte”, añade González.
En ‘El Huerto’ hay zona de terraza o restaurante, “tenemos zona de hamacas o mesas a pie de playa. Es un sitio espectacular”, dice el encargado. Un sitio espectacular que bien les valió un Solete Guía Repsol. Para completar la experiencia, tanto en mesa como en hamacas, a partir de junio hay carta de coctelería. Puedes disfrutar de la comida, de sus bebidas con o sin alcohol y el entorno prácticamente todo el día en verano, desde las 10:00 hasta pasada la media noche. Pero lo bueno, como casi todas las cosas, no dura todo el año. Abren el 20 de febrero y cierran el 31 de octubre.
Mauro Barreiro en la dirección gastronómica, Fran Corbeto, sumiller y jefe de sala, y Juan María Ramírez en la gestión del restaurante junto con la empresa Petaca Chico son los responsables de este espacio donde, como no podía ser de otra manera, se rinde culto al atún rojo de almadraba. El proyecto surgió en 2018 por la necesidad que tenía Petaca Chico de ofrecer un espacio dedicado al atún rojo de alamadraba, pero con un punto diferente, por eso contaron con Mauro Barreiro.
“Querían trasladar la cocina de ‘La Curiosidad de Mauro Barreiro’ (1 Sol Guía Repsol), más evolucionada, con mezcla de diferentes gastronomías, pero sin que ello se comiera la esencia de la cocina gaditana. En ‘Cooking Almadraba’ hacemos cocina con imaginación y sello aplicada al atún rojo, explorando todas las posibilidades de este animal tan versátil”, nos cuenta Mauro.
Puedes degustar el producto estrella de Cádiz en todas sus formas. Entre las recomendaciones que nos hace Mauro está el croissant picante con atún en crudo a la roteña, “es un plato individual y uno de nuestros platos estrella. Además, os aconsejo no perderos el tartar de lomo negro y gamba blanca con tomate verde de Conil; la ventresca de atún rojo con beurre blanc de amontillado y el arroz seco de parpatana de atún rojo”, sugiere el cocinero. E incluso llevártelo a casa comprándolo en conserva, ultracongelado o en salazón en la tienda que tienen allí mismo.
‘Cooking Almadraba’ (Recomendado por Guía Repsol) ofrece una experiencia gastronómica completa con su menú degustación, pero también sensorial con su decoración, que está ambientada en la pesca del atún: el techo representa el mar y la zona donde se acerca el atún para sacrificarlo. La barra, el barco pesquero y las paredes rememoran de dónde sale lo que tienes en el plato con fotos de la pesca del rey del mar gaditano. Abre desde febrero hasta noviembre, de miércoles a domingo.
“Si quieres reservar en ‘Feduchy Playa’, pulsa 1. Si quieres reservar en ‘Feduchy Conil’, pulsa 2”. Estas son todas las dudas que se te van a presentar para comer en ‘Feduchy’: vistas al mar en la playa de la Fontanilla o comer en el centro, en un edificio de piedra ostionera con mesas altas frente a la puerta de la Villa de Conil.
La diferencia, además de la ubicación entre un establecimiento y otro, está también en la carta y en el plan que prefieras: “‘Feduchy Conil’ es más informal, más de tapeo, donde tomar tacos, nigiris, un concepto más gastrobar”, nos cuenta Melchor Almazo, uno de los tres gerentes junto a sus socios Roberto Sánchez y Antonio Ligero.
‘Feduchy Playa’ atiende a un concepto más de restaurante, “aunque es un concepto amplio, es más gastronómico, más de producto. Puedes disfrutar de un arroz o un atún de almadraba, algo más formal, o compartir un guacamole y tomarte una hamburguesa”. Una propuesta gastronómica, como ellos mismos definen “de raíz y abierta al mundo”, que va desde recetas tradicionales a fusión: tortillitas de camarones, ortiguillas salteadas con langostinos, poke bowl, nigiris o cazuelas de arroz. En ambos restaurantes tienen carta de cócteles “clásicos y de autor”, cuenta Melchor. Cócteles que puedes tomar viendo una puesta de sol en la playa acompañando un plato de atún o haciendo una previa a una noche de fiesta en el centro de Conil. En ‘Feduchy Playa’ -a partir de las 20:30- en verano hay música en directo para acompañar el atardecer. El local del centro de la localidad abre desde mediados de marzo hasta diciembre, y el ubicado en la playa desde abril hasta noviembre.
Que la ‘Venta Melchor’ (Recomendado por Guía Repsol) tenga como claim “una olla de verdades” no es casualidad. En este restaurante Petri Benítez -jefa de cocina y mujer de Juan Carlos Almazo, propietario- ha vuelto a sacar platos tradicionales que estaban olvidados. Hacen cuchareo, pero también cocina en crudo, fritos y trabajan mucho la caza. “Aunque estamos a siete kilómetros de la playa, nos consideramos de interior, así que tenemos mucha caza en nuestra carta. Queremos mantener la base de cómo empezó ‘Venta Melchor’ con mis padres”, cuenta Juan Carlos.
Entre sus recomendaciones están “los platos crudos como el tartar de crujiente de algas, buñuelos de camarones con carabinero, y no dejes que te falte algo de cuchara, como garbanzos con rabo de toro o garbanzos con langostino de Sanlúcar”, detalla. “Y el revuelto de berenjenas con almejas y el atún encebollado”, apunta Petri.
Petri y Juan Carlos están al frente del negocio desde hace 35 años, pero la ‘Venta Melchor’ nación en 1960 con Joaquina y Melchor, padres de Juan Carlos. “Era una venta en la carretera para que los viajeros pudieran descansar y comprar algún producto de la zona de primera necesidad. Años más tarde mis padres transformaron el negocio en restaurante para que el cliente pudiera comer algo aquí mismo”.
Además de la remodelación del espacio, con una estética más actual y cómoda, en 2017 añadieron un pequeño ultramarinos donde venden productos de proximidad y mermeladas que hacen ellos mismos. Organizan jornadas según temporadas de producto: la más larga, la del atún; durante un mes en mayo. Pero tienen otras de tres días, como la del tomate de conil; la pesca artesanal; calamar de potera, caza y cuchareo. Está abierto de febrero hasta pasado el puente de la Inmaculada.
Muchos son los restaurantes de Conil que ofrecen un atún excelente, pero pocos pueden decir que el atún que ellos cocinan es el primero de la levantá de cada año. Es el caso del ‘Restaurante El Timón’ (Recomendado por Guía Repsol). Este año ha sido el vencedor de la subasta del atún del Carmen de Conil, un ejemplar de 231 kilos de peso que adquirieron junto a otros 28 atunes que se capturaron en la levantá de Barbate. Con ellos se organizan varios ronqueos (el despiece del atún) para que sus clientes puedan asistir y degustar el pescado. Más fresco, imposible.
Tampoco pueden decir todos los restaurantes que su fundador fue un guardameta del Sevilla F.C. y del Cádiz C.F. ‘El Timón de Roche’ también tiene esta anécdota: su fundador fue Francisco Ruiz Brenes Superpaco y dos de sus hijos, Paco y Pepe, son quienes siempre han llevado el negocio durante los 30 años que lleva abierto. ‘El Timón de Roche’ empezó como chiringuito vendiendo sardinas y pescado frito. Su cocina sigue siendo tradicional, pero ahora trabajan desde arroces, frituras, carne macerada, pescado de la zona, marisco, bogavantes y carabineros. “El bogavante al ajillo con huevo y patatas es uno de los platos que más vendemos. Lo pusimos hace unos años y muchos clientes vienen a repetir o buscándolo porque se lo han recomendado”, comenta Pepe Ruiz.
El restaurante tiene diferentes terrazas con distintas vistas al mar; una surtida bodega acondicionada para eventos y distintos salones decorados con motivos náuticos de desguace: desde un timón de Juan Sebastián Elcano, reliquias de todo tipo o varios barcos. Una pasión por la náutica que viene de Superpaco, quien al retirarse del fútbol montó un negocio de náutica unos años. No cierran ningún día del año y organizan eventos y bodas.
Si quieres salir del atún de almadraba, la cocina tradicional y las fusiones asiáticas, es momento de reservar una mesa en la pizzería ‘La Toscana’ y pedirle a Emiliano o Daniela que te pongan de comer alguna de sus pizzas. Aunque, si te dejas recomendar por Emiliano, seguramente acabes probando alguna ensalada, compartiendo una lasaña o dándole fin a unos rigatoni o un provolone al horno. “Esas cocinas, tú sabes, una cocina italiana con productos de alta calidad”, nos cuenta Emiliano.
De entre cosinas lo que más aplauden los clientes, además de la simpatía del personal y el espacio acogedor, son las pizzas, la pasta y las bruschettas, uno de los antipasti típicos de Italia con los que comenzar a abrir boca. Y para finalizar la comida sin salir de la gastronomía italiana, la pannacota y el tiramisú son las opciones más demandadas. También ofrecen desayunos con opción sin gluten y sin lactosa.
Ellos mismos hacen la masa de la pizza con harina de trigo ecológico. Llevan en Conil desde hace cuatro años, abren todo el año, todos los días de la semana. “Estamos al pie del cañón 360 días al año”, dice Emiliano.
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