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Llegadas estas fechas, reuniones, encuentros y brindis se nos acumulan en la agenda más o menos de la misma forma que amontonamos listados de buenos propósitos en Año Nuevo. Nos vamos de cenita con los amigos, compañeros de trabajo, del antiguo trabajo, de la infancia, o hasta de clases de yoga, y una costumbre típica suele ser ir a menú cerrado y salir rodando del restaurante en cuestión. Acumular platos como si de una boda se tratase: entrantes, pescado, carne, postre... ¡esto no hay copas que lo bajen, ni horas de running que lo quemen!
Es una de esas costumbres no necesarias y que, en el fondo, prácticamente ninguno de los convocados a la mesa desea en realidad. ¡Once meses de gimnasio y contención echados a perder por los estragos de las comilonas no oficiales! Y todavía quedan pendientes las de los días señalados en familia (esas sí, impepinables, y casi imposibles de controlar).
Existen opciones para huir de este tipo de situaciones. Y no me refiero a meterse bajo tierra todo el mes o no contestar al whatsapp. Irse de picoteo rico, comer lo que nos pida el cuerpo, compartir un buen rato sin echarnos encima miles de calorías, y minimizar el impacto de la pre-Navidad es posible. Y en algunos de estos lugares será memorable. Aviso: es fundamental la reserva previa.
Esta taberna sorprende, y mucho. Al cruzar esa puerta uno no se imagina los manjares que está a punto de degustar. Para empezar, una marinera como si estuvieras en la mismísima Murcia. Para los que no sepan qué es una marinera allá va una explicación breve: una rosca de pan con ensaladilla encima y una deliciosa anchoa. Parece sencillo, pero eso hay que probarlo para poder hablar con propiedad.
Chacinas, butifarras, conservas delicatessen, salazones y arroces de encargo conforman la carta de picoteo de lujo de 'El Botiquín'. Un paseo por lo mejor de toda España a través de productos seleccionados de cada lugar: las gildas se las traen directamente de San Sebastián, las butifarras de distintos puntos de Cataluña, las anchoas del Cantábrico, las verduras de Navarra… y así con todo.
Espectaculares son los corazones de alcachofa con salsa romesco y anchoa; el atún ahumado con mango y wasabi o el sencillo plato de llonganissa de payés. Para acompañar, cualquiera de los vinos de su excelsa carta, o un vermú bien puesto con su sifón y todo, serán estupendos manjares líquidos. 'Primeros auxilios gourmet', reza su Instagram. ¡Y tanto!
Una mezcla de tienda de ultramarinos francesa y de casa de vinos española de toda la vida. Es abrir la puerta y sumergirse en una atmósfera de ricos quesos y vinos, y de buenos ratos en buena compañía. La mesita del escaparate es un sueño apto para grupitos de máximo 4 o 5 personas que hayan estado avezados y la hayan reservado expresamente. Si no, al fondo hay un saloncito con mesas al uso.
Para picotear, unas tostas excelsas e idóneas para compartir (pimientos de piquillo asados con anchoas, almogrote, queso arzúa gallego con membrillo), raciones calientes bien sabrosas (el jamón braseado con arzúa es un indispensable), tablas mixtas de embutidos y quesos, ricos salazones...
Una amplia carta la de 'Casa González' con numerosas opciones de vinos por copas o por botella, incluidos algunos generosos y espumosos. Una estupenda forma de disfrutar del barrio de las Letras con todo el sabor de Madrid.
Dos son los restaurantes que regenta la familia Moreno García en Madrid desde que llegaran de tierras andaluzas en 2013. Y una carta apta para paladares del sur, y para todos aquellos amantes de los placeres gastronómicos de la zona de Cádiz. Raciones en formato completo y medias, con platos para todos los gustos y precios contenidos. La ensaladilla (de atún de Barbate o de langostinos) es uno de los imprescindibles de 'Lambuzo'.
A partir de ahí, finas frituras (cazón en adobo, boquerones, salmonetes, acedías...), sabrosos platos calientes (albóndigas de chocos, arroz meloso de rabo de toro, judiones con sepias y almejas de carril, varias opciones de atún rojo de Almadraba...), y algunos bocados individuales, que después del festín de picoteo suelen venir muy bien (gofre de pringá, minihamburguesitas de atún o de rabo de toro).
Últimamente han incluido algunos platos nuevos a su carta, como la lubina en adobo de manzana, un manjar también estupendo para comerse de forma compartida. Para terminar, la tarta de queso o el postre de merengue y limón cerrarán el festival. De beber, la apuesta es el mítico blanco Barbadillo o numerosas opciones más de vinos, incluyendo una amplia oferta del marco de Jerez. Buen ambiente distendido y mucho sabor a sur.
Tienda de vinos y espacio de degustación gourmet. Aquí te dan la posibilidad de consumir vinos a precio de tienda, y sin recargo por descorche. Empezamos bien, pero esto no es todo. El espacio a pie de calle cuenta con algunas mesitas altas o barras informales donde disfrutar de deliciosos vinos (por botella o por copas), y abajo cuentan con una cueva amplia, con opciones de mesas altas para grupos más numerosos.
La carta es de picoteo delicatessen: desde las estupendas sardinas ahumadas (de calibre inconmensurable y perfectamente aptas para compartir), hasta las ostras Amélie (las únicasostras en el mundo con indicación de origen protegida), o la cecina de ciervo con tomillo.
Amplia es la variedad de vinos, si bien en esta casa son unos grandes divulgadores de los de su tierra albaceteña, como el Rodríguez de Vera, de la D.O. Almansa, del que tienen toda la gama y que merece la pena conocer. Un sitio 'The One Wine' donde, por qué no, tu reunión de amigos se puede materializar en una cata con maridaje.
Un clásico de la calidad y el buen producto en Madrid. Su ensaladilla está en el olimpo de los dioses de las de la capital, así como sus boquerones en vinagre, que te transportan a las mejores recetas caseras. Por su incansable plancha pasan los mejores y más frescos productos, comprados cada día en el mercado: espárragos trigueros, verduras de temporada, chipirones...
Las gambas y otros mariscos los trabajan aquí de excepción. Atención especial se merecen los platos fuera de carta diarios, a los que conviene atender durante la comanda. Una bodega nutrida y unos postres de siempre y perfectamente ejecutados completan una cenita basada en el productazo, el buen hacer sin florituras y la tradición, en un ambiente dinámico y desenfadado.
El penúltimo gran petardazo y secreto a voces de la ciudad. Este lugar ofrece unas raciones para compartir de auténtico espectáculo. Merece la pena reservar en su zona de barra y dejarse llevar por su "cocina en miniatura". Un baile de platazos en formato mini, en los que con ayuda del personal de sala resulta fácil calcular la cantidad adecuada, y que permiten probar muchas cosas y extasiarse con los resultados sin necesidad de acabar con sensación de llenazo.
Espuma de albariño con mejilllones, ceviche de chicharro, albóndigas de rabo de toro sobre puré de patata ahumada, chili crab de txangurro a la donostiarra... Aquí no se andan con chiquitas y esta cena puede terminar en experiencia gastronómica memorable.
Porque no hace falta mesa, mantel y cambios de cubertería para poder pasar un buen rato con nuestros allegados. Y porque lo que queremos pasar es un buen rato comiendo cosas ricas de esas que nos encantan, o probando cosas nuevas. Lo bueno de estas cenas navideñas con amigos es que pueden ser un día cualquiera y no nos ceñimos al siempre imposible fin de semana. Por eso, y con una buena reserva telefónica mediante, cualquiera de estos sitios puede hacer disfrutar al más dispar de los grupos de amigos o compañeros.
MEMBIBRE - Calle Guzmán el Bueno, 40. Tel. 915 43 31 48.
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