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Si sencillas palabras como ciao, allora, prego o grazie ya te suenan a cánticos celestiales, eso es que te chifla Italia. Huelga decir que lo mejor de Italia es estar allí, pero si tu agenda y/o presupuesto no te permiten visitar aquel país próximamente, puedes saciar tu italo-filia sin dejar Madrid. Y esto gracias a lo que ha dado en llamarse la Pequeña Italia madrileña. Porque sí, señores, Madrid también tiene su Little Italy.
Podríamos decir que el epicentro de esta zona es la calle de Ríos Rosas, Santa Engracia, Modesto Lafuente, Bretón de los Herreros, Cristóbal Bordiú... En Ríos Rosas está una de las entradas de la Scuola Estatale Italiana (antiguamente, el Liceo Italiano) y, justo al lado, en el bonito palacio de Santa Coloma, la Cancillería Consular, edificio que ocupara el propio liceo hasta los años 80. En dicho palacio -y de la mano de la Società Italiana di Beneficenza-, a veces se organizan eventos o actividades abiertos a todo el público. Este fin de semana, los días 11, 12 y 13 de noviembre, tendrá lugar su Mercato di Natale, con puestos de ropa, objetos y, por supuesto, gastronomía local. Y, en febrero, celebran un baile de máscaras de Carnaval.
De la pequeña Italia de Madrid nos gusta mucho la Librería Italiana, especializada en dicha lengua (y sólo en esa lengua). Tiene un amplio stock, que abarca desde libros de texto o para estudiantes de este idioma, hasta narrativa, ensayo o teatro, pasando por comics, guías de viajes o libros de cocina para aprender a preparar pasta, panini, etcétera. Y, hablando de cocina y de aprender, damos un salto ahora a otro lugar interesante: Accademia del Gusto. Este local es a la vez tienda de vinos y productos gastronómicos (su catálogo es enorme: pasta, embutidos, quesos, arroces, dulces, café, salsas…) y escuela de cocina. Los cursos son monotemáticos, así que, en cada uno y de la mano de una chef local, los asistentes toman buena nota de cómo preparar clásicos de la gastronomía transalpina, como la pasta fresca, la pizza o el risotto, sus best sellers. Y, tras el curso, un festín para comer lo preparado. También hay programas para niños.
A la hora del mangiare, la Trattoria Manzoni, en una perpendicular a la inagotable Ponzano, nos ofrece pizzas inolvidables. Son la especialidad de la casa, obra de su pizzaiolo sardo Alberto Carta, que lleva 35 años preparándolas: “A mi manera, con forma ovalada y una masa finísima, crujiente y muy ligera que hacemos en nuestro horno de piedra refractaria”, nos explica. Nos encanta la idea de poder combinar dos sabores en una única pizza, ¡porque así podemos probar más! Deliciosas la Manzoni y la de huevos de codorniz con chips caseras y aceite de trufa. Su otro plato fuerte es la pasta fresca, ya sea larga o rellena, que hacen a mano allí diariamente.
Y de Cerdeña, nos vamos hasta Nápoles a través de Regginela, un restaurante cuyas estrellas de la casa son sus pizzas, en este caso, al estilo napolitano, o sea, con masa tierna y bordes gruesos. A pesar de su sencillez, la Margherita es una de las más demandadas, así como la de Saciccia e friarielli, según nos dice Mirco, uno de sus dueños. Y de postre, tiramisú, panna cotta o babà napoletano.
La Premiata Forneria Ballaró es un moderno y bonito local de dos plantas -hermano de Mercato Ballaró- donde los platos hechos en su horno de leña triunfan. Prueba sus pizzas, en versión gruesa o fina; sus arancini (croquetas de arroz sicilianas) o un plato de pasta, como la carbonara original, que hacen con papada de cerdo negro de Sicilia (que no bacon ni nata, per favore!). Para beber, vinos a granel o cócteles tradicionales, como negroni, spritz…
Seguimos la ruta y, justo frente a la escuela italiana, encontramos Nonsolocaffé. Aquí es posible tomar un espresso o un capuccino, o bien comer, pero nos encanta tomar el aperitivo a la italiana, o sea, por la tarde y en plan bufet libre. Todos los jueves, entre las 19.30 y las 21.30 h (por 10 €, tienes una bebida + barra libre de pinchos, pasta y risotto). Por cierto, durante el aperitivo, se suele reunir allí un grupo de gente para aprender algo de italiano junto a una profesora nativa. Únete, y eso que te llevas. Seguro que después de un spritz, ¡las palabras fluyen solas! A unos pasos de aquí, está el novísimo Mercato Italiano, un espacio donde comprar quesos, embutidos, vinos o licores de Italia, ya sea para llevar o para tomar en una de sus mesas. Pides lo que te apetece y te lo preparan sobre la marcha.
Nuestro particular giro di Italia finaliza con Il Pastaio, un sencillo comedor especializado en platos tradicionales de pasta fresca.
En una tiendecita aledaña despachan diversos tipos de pasta artesana (rellena o no). Aunque, si lo tuyo no es cocinar tienen canelones, lasaña, boloñesa y pesto, ya preparados, para que te lo lleves y te lo puedas comer directamente quando arrivi a casa!
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