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Algunos tienen un evidente encanto gastronómico y otros son para tomarte una cerveza con un pincho sencillo con el que aguantar el día en la playa. Pero los chiringuitos son un símbolo del verano, también en Tenerife. Con los pies llenos de arena y la sensación de que conectamos con algo sencillo y profundo que está escondido el resto del año, respiramos tranquilos y tomamos la bebida sorbito a sorbito. La vida está ahí, en ninguna otra parte.
Quizá uno de los puntos gastronómicos fuertes de este artículo, este lugar se nutre del pescado local de la zona. La Punta del Hidalgo está en el vértice nordeste de la isla y es una zona de veraneo muy típica de la gente de La Laguna, aunque también hay un hotel-spa muy apreciado entre turistas extranjeros que vienen a hacer curas de salud.
En la 'Cofradía' el menú es muy amplio y se puede comer pescado fresco del día, como viejas, cabrillas o sardinas. También hay camarones, lapas o morena frita. Es bastante apreciado entre la gente local y suele ser una de esas recomendaciones habituales que se hacen a algún amigo que viene de fuera.
"Nos lo dijo una amiga, así que nos hemos venido desde el sur de la isla para probarlo", cuenta Miriam, una joven de Madrid. "Allí hay mucha variedad de cosas, pero es imposible encontrar un sitio como este", comenta Txema. Como dice Miriam, "esto es pescado con sabor a pescado".
"Esto es un chiringuito, no un beach club", dice con sorna el encargado del 'Kiosko Kraken'. Este lugar es heredero del chiringuito 'Charly', un mítico lugar de la Playa de Las Gaviotas que salió malparado hace unos años por la demarcación que establecía la Ley de Costas.
Las Gaviotas es un lugar peculiar: a escasos kilómetros de Santa Cruz, la ciudad más poblada de la isla, está relativamente aislada por las montañas, una carretera estrecha y la escasez de transporte público, que te deja a 1,2 km de la playa, al principio de una bajada muy pronunciada que a la vuelta se convierte en una sofocante subida.
Con ese panorama, es normal que los asiduos de Las Gaviotas añoraran un chiringuito. Se puede comer paella, ensaladilla, ensalada de salmón, salpicón y tortilla –quizá un poco grasienta–. Pero sobre todo, disfrutar de unas vistas impresionantes del mar, batiendo al lado del chiringuito, mientras se ven al fondo los barcos que van camino de Santa Cruz.
Es uno de los chiringuitos clásicos del sur de la isla. Está en un extremo de La Tejita, la última gran playa virgen del sur de Tenerife y una de las zonas donde se puede practicar nudismo.
Con un guiño permanente al slow life, en 'El Pirata' es normal escuchar de fondo algún tema de reggae, y los fines de semana de verano se pone a tope de gente disfrutando de una café, una cervecita o una copa. Sirven algunos platos sencillos para picar, como ceviche, ensaladas de tomate y queso o salpicón de atún.
El público es muy mezclado. Desde extranjeros que se jubilaron y se compraron una casa en el sur de Tenerife hasta jóvenes que vienen desde el otro lado de la isla para pasar un rato. "Nosotros vivíamos aquí antes y veníamos casi todos los días", nos comenta una chica que está con su pareja y unos amigos. "Relajados, ¿no?". "Buf, yo casi me estoy dejando dormir", comenta uno de ellos.
Situado en la playa de las Américas, una de las principales zonas turísticas del sur de Tenerife, en 'Las Salinas' sirven fundamentalmente bebidas, que puedes acompañar de un paquete de papas fritas. La especialidad son los mojitos, el de toda la vida y otros hechos a base de frutas, como la fresa o el mango.
Mientras nos tomamos uno, aparecen dos jóvenes peninsulares con un look muy playero. Él es de Madrid y lleva ya tiempo viviendo en la isla. Ella está de visita y estira las piernas sobre su amigo cuando le van a hacer la foto, mientras vacila sobre su pose.
Al lado, unos turistas británicos que disfrutan de su mojito y meten barriga por si acaso salen en alguna imagen. Les encanta ir a la playa de Las Américas y apenas salen de ahí durante sus vacaciones. "¿Hace mucho frío en el norte de la isla?", preguntan, como si estuvieran a dos mil kilómetros de distancia.
Este chiringuito está guarecido por una zona rocosa en la playa del Cabezo, en el enclave costero de El Médano. Quizá tenga algo que ver que esta playa sea la mejor zona para practicar windsurf en la isla, varias veces sede del campeonato mundial. Por eso, lo más normal es que encuentres a windsurfistas desaliñados descansando con sus tablas cerca. Se puede tomar café, bebidas y bocadillos, además de paella los fines de semana.
Detrás de la barra, un brasileño al que conocen como el Alemán, quizá por sus ojos claros, que lleva más de veinte años en el pueblo. Y es que El Médano se ha convertido en las últimas décadas en un lugar muy apreciado para una especie de bohemia playera donde confluye gente de todos sitios, locales y extranjeros.
Una de las curiosidades de este lugar son los búnkeres que hay camuflados en la costa y que forman parte del sistema de defensa que el régimen franquista mandó construir durante la II Guerra Mundial por miedo a que los aliados invadieran las islas.
Para llegar a 'La Barranquera' hace falta pasar por una larga carretera que atraviesa un mar de fincas y plataneras que desembocan en un enclave popular de pescadores y viviendas desordenadas de indudable aroma macaronésico. Si uno estuviera en Madeira o en Cabo Verde, podría encontrarse con algo parecido.
El chiringuito está abierto hasta mitad de septiembre y no tiene dueño. Es una concesión de la Comisión de Fiestas a alguna persona del pueblo para financiar las actividades que se organizan con motivo de las Fiestas del Carmen, que son a mitad de julio pero que se prolongan durante el verano. Este año lo llevan José y su familia, que ya han estado a cargo del chiringuito otros años. "Siempre me digo que es el último año, pero luego voy y repito. La verdad es que me encanta".
A escasos metros del mar, es posible disfrutar de un sabroso atún en adobo, una morena frita, unos tomates aliñados o un pulpo. "Este es uno de esos pocos sitios que nos van quedando", comenta un cliente melancólico. A escasos metros, un alemán disfruta de su plato de atún con papas fritas mientras mira extasiado el horizonte. Termina y deja una generosa propina. "Muy rico", nos dice al pasar.
Encaramado en una de las laderas de esta estupenda playa de arena negra en el norte de Tenerife, este chiringuito lleva muchos años en el Bollullo, pero fue reformado por su nuevo dueño, que tiene un restaurante de pescado muy cerca, hace algo más de un año. Eso lo ha hecho mudar de piel.
Ya no hay solo cerveza, sino que se puede disfrutar de una carta más amplia a base de pulpo, chocos asados, salpicón de atún, lapas o tortilla española. Entre sus visitantes habituales, Luis el de la cueva, que pasa el verano viviendo en una de las cuevas que hay en la playa. "Se está relajado aquí, ¿eh Luis?". "Me lo vas a decir a mí", contesta.
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