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Empezar bien el día debería ser siempre una regla inquebrantable y no hay mejor manera de hacerlo que con un buen desayuno y, de paso, descubrir sitios para tomar algo en Palma de Mallorca. Existe una infinidad de propuestas, pero las tres que presentamos ofrecen una experiencia única con la que descubrir algunas de las tradiciones gastronómicas de la isla. Unos desayunos para ponerse las botas, frente al mar o en el centro de Palma.
La cafetería más conocida de la isla, donde residentes y turistas comparten espacio y experiencia para desayunar, almorzar y merendar es 'Can Joan de s'Aigo'. Fundada en 1700, actualmente regentada por la familia Martorell, es uno de esos establecimientos donde uno es capaz de hacer cola para disfrutar de sus delicias (a buen precio). Si bien es verdad que los helados son una de sus especialidades más demandadas, el chocolate es su otro gran reclamo. En él se mojan ensaïmades, quartos, cocas de patata... un tentador placer que suma adeptos en cada visita.
La ensaimada es la pasta dulce más popular de Baleares, un emblema que muchos conocen y que tiene la manteca y la harina como ingredientes básicos. Menos conocido por los foráneos de la isla es el quarto, una especie de bizcocho muy esponjoso, ideal para mojar en chocolate o acompañar un helado; mientras que las coques de patata tienen a este tubérculo como ingrediente diferenciador (¡aunque son dulces!) y se distinguen por su forma redondeada.
El público de este veterano es tan variado como lo es la ciudad, referente del turismo nacional, abarcando desde parejas de edad avanzada, que son fieles al ritual semanal de merendar mojando la ensaimada en su taza de chocolate, hasta jóvenes y ejecutivos que hacen un break para tomar fuerzas.
Todas y cada una de las sugerencias de la carta son productos tradicionales de Mallorca que elaboran en su obrador. También hay propuestas saladas, típicas de la isla, como los cocarrois –un tipo de empanada de forma singular elaborada con verduras–; las coques de trempó (a base de pimiento, tomate y cebolla); y las panades, otro tipo de pasta empanana que en 'Can Joan de s'Aigo' elaboran con carne de cerdo, guisantes y un toque de sobrasada, el embutido estrella mallorquín.
El local más emblemático se encuentra en el casco antiguo de Palma, en el carrer Sanç, si bien es cierto que dispone de dos establecimientos más en la ciudad, por lo que es sencilla una visita para encargar una ensaïmada para llevar, siempre que se pida con antelación.
La cocinera Margalida Coll ha diseñado un menú que ofrece un viaje gastronómico por Mallorca. La popular chef sirve un desayuno en primera línea de mar en el exclusivo hotel 'Gran Melià de Mar', una obra del arquitecto catalán Josep Antoni Coderch i de Sentmenat.
En 'Arrels' (palabra que significa 'raíces' en catalán) recorren la tradición culinaria más selecta y sabrosa de la isla a través de "una propuesta a partir de los productos más emblemáticos de Mallorca", explica Coll, quien lo ha hecho sin caer en folclorismos y dando el valor que toca a cada uno de estos alimentos. También se cuelan algunas estrellas de la cocina de Menorca, como los quesos de Mahon; y de Formentera, concretamente el peix sec (pescado seco), reflejo de la sabiduría de los pescadores que secan el pescado al sol, normalmente la raya, para posteriormente desmenuzarlo y guardarlo en aceite.
El desayuno se divide en cinco etapas diferentes, pero muy bien complementadas. La fruta, el yogur ecológico y los zumos naturales protagonizan la primera; le sigue una selección de quesos, embutidos y salazones, que se combinan con pan y mermeladas caseras. Las pastas saladas más típicas de la isla –como los cocarrois, las panades y la coca– se hacen presentes en la tercera etapa.
Luego llega el protagonismo a los huevos ecológicos y camperos combinados con llonganissa, frit de verduras o trufas mallorquinas, siempre acompañados con patatas de sa Pobla, donde mejor se cultiva este tubérculo en la isla. Ya para finalizar, la mesa acoge el último de los bocados: una selección de repostería tradicional (coca de patata, cremadillo –un milhojas relleno de crema y azúcar quemado–, quarto y ensaïmada) servida junto al café, las infusiones y el vino dulce.
El resultado es una experiencia que ocupa toda una mañana, incluso alargarla durante parte del día, ya que existe la posibilidad de complementar la experiencia alquilando una cama balinesa o una sesión de spa, una opción a la que se acogen muchos residentes para disfrutar de un relajante desayuno.
Por las estancias del hotel 'Maricel' han pasado ilustres personalidades nacionales e internacionales dada su estratégica ubicación –a los pies de la playa de Calvià– su esmerado servicio y la belleza arquitectónica del edificio.
El desayuno Maricel parte de esta herencia para ofrecer una experiencia abierta a todos los públicos, alojados o no en el hotel, que puede durar hasta 3 horas. Una propuesta que, años atrás, fue considerada como "el mejor desayuno del mundo", en el marco de la II Cumbre de Gastronomía Madrid Fusión. El encargado de crearla y elaborarla es el chef Rafa Sánchez, quien pasó por las cocinas de los reconocidos restaurantes 'Plat d’Or' y 'Es Fum', y que en 2018 aterrizó en este hotel, uno de los más emblemáticos de Mallorca.
El resultado es un completo y cuidado desayuno, fruto de su afán por combinar ingredientes y crear nuevas sugerencias: "Plasmo mis experiencias y viajes en mi cocina, sin perder de vista el producto local, a través de platos atrevidos arraigados en la tradición", apunta Sánchez. De su última parada en República Dominicana, por ejemplo, se ha traído un surtido de frutas de temporada en escabeche de la pasión.
La brisa marina, que habitualmente merodea por la impresionante terraza, ameniza este desayuno, compuesto de diez elaboraciones. Empieza con un trio de licuados (un antioxidante, un detoxificante y un tonificante). El cuarto bocado es de influencia tropical y consiste en un surtido de frutas de temporada en escabeche de la pasión que se acompaña de una espuma de fresas y de atún crujiente.
Le siguen el yogur de foie con mango en texturas y el borrachito de ensaimada con helado cremoso de chocolate, el brossat (requesón) de queso mahonés caramelizado servido con trucha marinada y pan de albaricoque, una apuesta arriesgada pero acertada. El brunch continúa con el langostino en salsa de coco, lima kaffir, manzana y membrillo de palo (un licor típico de la isla, creado como remedio medicinal ante las fiebres provocadas por los mosquitos); y se cierra con un cóctel con cava. En pocas palabras: un viaje de sensaciones sabrosas y únicas, con el mar de Calvià como telón de fondo. ¿Qué más se puede pedir para arrancar bien el día?
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