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Hay un rincón en Madrid que conecta con la esencia de París. Un lugar sofisticado, silencioso, exquisito, donde emular a Simone de Beauvoir en plena inspiración literaria o, los menos ambiciosos, a los ejecutivos y funcionarios que vienen a desayunar. Se trata del café-bistrot del Instituto Francés, en un patio abrazado de plantas y con un aire, claro, très chic. Aquí, en este remanso de paz del antiguo Palacio de Arenzana, se puede trabajar tranquilamente sobre sus mesas de jardín con la sensación de hallarse muy lejos del asfalto. Y si el hambre aprieta, ya se sabe: quiches, ratatouille, vichysoisse… y demás delicias de la cocina gala. Que nunca pierda la magia esta acogedora terraza.
Emplazado en la planta más alta del emblemático Mercado de San Antón, esta terraza con toque tropical es como el propio barrio de Chueca: alegre, glamurosa y atrevida. Por eso es ideal para quienes busquen un ambiente laboral con un aire desenfadado, con el añadido de disponer de un rico menú del día para el momento del almuerzo. Durante la mañana y la tarde el lugar se muestra tranquilo y apacible, perfecto para desempeñar las tareas laborales desde sus mesas altas con taburetes o desde sus sillones a ras del suelo, más cómodos de lo que parecen. Y mientras, en el propio mercado, hierve la actividad diaria con el típico trasiego vecinal para sentir que todos trabajan.
A medio camino entre un hotel y un hostal, este palacete del siglo XIX reconvertido en alojamiento de diseño esconde un secreto en sus alturas. La terraza de su azotea, en el quinto piso, es un espacio fabuloso para echar la tarde frente al ordenador portátil (por la mañana está cerrada), mientras se intenta que la vista no se escape como un gato hacia los tejados de La Latina. De paso se puede tomar un trago, comer algo ligero y escuchar una música suave en un ambiente nada pretencioso. Como dice su carta de presentación, "siempre hay un lugar por descubrir, una persona por conocer y un rincón por recordar". 'The Hat' brinda todo esto. Así que, teletrabajadores vespertinos, este puede ser vuestro sitio.
¿Qué tal si el trabajo tiene lugar en el majestuoso edificio del Ayuntamiento con vistas a la diosa que ocupa la más icónica fuente de Madrid? Probablemente la respuesta sea "bien", mostrándonos un poco comedidos. Pues esto es lo que se experimenta en la terraza de la sexta planta del Palacio de Cibeles, que está declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Un lugar para sumergirse de lleno en el centro neurálgico de la capital y disfrutar de sus hitos arquitectónicos (también alcanza las torres de Colón, el Edificio Metrópolis, la sede del Instituto Cervantes…) en cualquier época del año, puesto que dispone de radiadores y mantas para los rigores del frío. Al caer la tarde, con las luces encendidas, el encanto será supremo.
¿Cómo no trabajar a gusto cuando uno está custodiado por la imponente diosa romana de la sabiduría y el arte? Minerva, en versión escultura colosal de bronce, es quien preside la azotea del Círculo de Bellas Artes, situada a 56 metros de altura sobre la Calle de Alcalá y con vistas de 360º sobre Madrid. En los días claros, hasta se vislumbra la Sierra de Guadarrama, al norte, y el Cerro de los Ángeles, al sur. Esta terraza, que tiene también bar y restaurante, fue una de las pioneras y sigue siendo, por razones obvias, una de las más codiciadas. Además de mesas, dispone de tumbonas y cojines en el suelo por si, ya de paso, se enlaza con el animado afterwork.
Al lado del Círculo de Bellas Artes, el espectacular rooftop del 'NH Collection Madrid Suecia' compite en vistas con la magna institución, puesto que se emplaza en la planta 11 del hotel. Una vez arriba, mullidas bancadas con cojines, toldos y sillas de mimbre le confieren un aire tan alegre como elegante, mientras la música ayuda a una reunión distendida. Por todo ello es un lugar óptimo para el teletrabajo, del que se podrán reponer fuerzas con sus menús informales del mediodía, con sus tablas y raciones de toda la vida o con sus cócteles creativos que tan bien maridan con los rabiosos atardeceres que tienen lugar desde este espacio, mientras la vista se pierde en el horizonte madrileño.
Son ya un secreto a voces. Algunas tiendas de 'Salvador Bachiller', además de bolsos, maletas y billeteras, ofrecen agradables rincones donde reunirse para tomar algo… o donde pasar las horas trabajando. El pionero en inaugurar estos espacios, que nada tienen que ver con sus productos, fue el mítico establecimiento de la calle Montera, en cuya azotea encontramos una terraza que es un auténtico vergel (además de un delicioso bistró). Luego está la de Gran Vía, con un invernadero en el sótano que recuerda a una selva tropical. Son jardines sorprendentes con platos mediterráneos y algunas propuestas asiáticas, donde la jornada laboral transcurre como quien está de viaje.
Hay quien dice que Madrid Río es, por antonomasia, el parque del siglo XXI. El que aúna zonas verdes, instalaciones deportivas, conjuntos históricos, rincones para el esparcimiento, áreas de juegos infantiles… y terrazas como esta, la más cool del proyecto que logró revitalizar las orillas del Manzanares. Situado entre los puentes del Rey y de Segovia, allí donde comienza la Casa de Campo, este edificio cúbico de dos plantas, con mesas tanto a pie de calle como en el tejado, es un privilegiado mirador hacia el Campo del Moro, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Su magnética visión servirá de inspiración para entregarse al trabajo, mientras se ve desfilar a runners, ciclistas y paseadores de perros por este espacio natural que soterró a la ruidosa M-30.