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No es extraño que el 'Lluritu' esté en boca de todos cuando se trata se hablar de la oferta gastronómica del barrio de Gracia. Este bar (bareto y orgulloso de serlo) de atmosfera cañí, que podría estar en la calle Cuchilleros de Madrid pero está en el corazón de Barcelona, ha reinventado el concepto de restaurante, despojándole de cualquier tentación pomposa y centrándose en sus precios competitivos y su excelente materia prima.
Todo en 'Lluritu' es brasa o plancha, sin más parabienes. No hay salsas o elaboraciones sofisticadas, solo pescado y marisco de la mejor calidad. Deliciosas sus navajas, excelentes los moluscos (los berberechos y los mejillones) y tiene una mariscada que quita el hipo.
Por cierto, algunos pescados, como los molls (un pescado clásico de roca que no se ve mucho en las cartas de la Ciudad Condal), renacidos gracias una cocción perfecta. Lo mejor, sin embargo es ese maravilloso bocadillo de sepia con almendras, que rinde su recuerdo a Denia y que brilla con una mayonesa de matices picantes. "Muchos de nuestros platos rinden homenaje a esa cocina sencilla de pescados deliciosos que tenemos algo olvidados" cuenta Pol Puigventós, uno de los tres socios del local y alma culinaria del mismo.
Sin cartas, con pizarra luminosa para que el cliente escoja lo que le apetezca y una cocina mínima que divide el local entre barra y comedor, el 'Lluritu' es un lugar ideal para disfrutar de la Barcelona más canalla, con docenas de bares a tiro de piedra y con el estómago ya servido y feliz.
Después del éxito de su local en la calle Londres, los socios de 'Parking Pizza' decidieron que ya era hora de expandirse. Su gigantesco local, cerca de la plaza Tetuán, da una buena idea de los objetivos del nuevo local. Con un horno de leña, un cocinero con galones y una carta pequeña pero matona, el nuevo 'Parking Pizza' es una apuesta segura para una cena con amigos.
Grande pero acogedor y con una distribución sorprendente (donde caben 50 podrían haber cabido 200), los responsables han preferido conservar una atmósfera tranquila para un local de esas dimensiones.
Las pizzas de este restaurante son de las más auténticas de Barcelona y no se puede pasar sin destacar dos variedades magníficas: la de tomates asados con pesto y parmesano y la de trufa. Esta última, auténtica estrella de una carta en la que también hay tres tipos de pasta y un tiramisú que quita el sentido. Para los más clásicos, una buena noticia: la margarita también es deliciosa.
El invento, obra de dos veteranos de la hostelería, Berta Bernat y Marcos Armenteras, está revitalizando aún más una zona que en los dos últimos años ha visto abrir una docena de locales sirviendo desde tapas a pescados, pasando por alta cocina.
Por cierto, en la puerta de al lado y de los mismos responsables del 'Parking Pizza', otro local, 'Parking Pita', para los que quieran probar otra cosa sin caminar más de 20 segundos.
Convertido ya en un clasicazo de las comidas de negocios de una calle transitada, este bistró más francés que Louis de Funès, ha renovado cocina y jefatura y añadido algunos platos a la carta, atrayendo ahora a una clientela mucho más joven que se añade a los (muchos) habituales.
Se puede abrir boca con un espectacular steak tartar de buey, que sirven con patatas fritas de las buenas, cortadas a mano, o uno de atún con aguacate, igualmente riquísimo. Los segundos no desmerecen. Si uno llega con hambre puede apostar por la inmensa hamburguesa de la casa, que es algo a prueba de glotones.
Si desea algo más sofisticado, la carne de buey del local es una auténtica gozada. Y si se deja guiar por los designios del chef, no deje de catar la Cocotte. De pollo, de buey, con cebolla o sin cebolla. Este estofado de la vieja escuela francesa es algo por lo que vale la pena acercarse a 'Café Emma'.
El local, animado pero sin que se tenga que alzar la voz tiene una sonoridad sorprendente (por buena; nunca se atribula uno con las conversaciones de los demás).
Cuenta, además, con una estupenda distribución que ayuda a que las mesas mantengan siempre esa impresión de disfrutar de cierta discreción. Un restaurante estupendo para disfrutar con colegas que, además, añade al paquete una estupenda carta de vinos, franceses y de la tierra.