Receta de besugo al horno con patatas
Así se hace el besugo al horno en el templo bilbaíno del pescado
Dificultad
Fácil
Preparación
15’
Cocción
60’
Dificultad
Fácil
Preparación
15’
Cocción
60’
“El besugo es el más madrileño de todos los pescados del mar. Proviene, generalmente, del Atlántico y del Cantábrico; pero yo sospecho que no se encuentra a gusto mientras no llega a Madrid y lo ponen al horno”. Lo dejó escrito Julio Camba en La casa de Lúculo, evidenciando una predilección capitalina por el besugo al horno que hoy día se extiende a todo el país. Dicha preferencia se debe en buena medida al buen hacer de cocineros como Sergio Ortiz de Zarate, que en su restaurante 'Zarate' (2 Soles Guía Repsol) prepara con precisión rodaballos, meros, rapes, lubinas y, por supuesto, besugos. La receta es realmente sencilla y, a la hora de reproducirla, el mayor o menor éxito de la misma radicará sin duda en la elección del mejor género.
“Besugo hay de muchas procedencias en el mercado. Podemos encontrar de Azores, no me gusta. Podemos encontrar de Conil, no me gusta. Podemos encontrar de Tarifa, muy bueno. Conil y Tarifa están muy cerca, pero las zonas de pesca son diferentes; los pescadores de Tarifa acuden donde hay unas corrientes superfrías del Atlántico, donde el pescado tiene que luchar, tiene grasa y tiene sabor. Y podemos encontrar del Cantábrico, muy bueno también, aunque más irregular; en temporada mala es muy malo, en temporada buena -en Navidad y, nuevamente, en agosto- es una delicia”, desgrana Ortiz de Zarate animando a pedir al pescatero producto de Tarifa y del Cantábrico.
Hazle caso, algo sabe del asunto este profesional especializado precisamente en pescado. ¿Por qué? “En mi casa siempre se ha comido mucho pescado. Mi padre, que vivía en Santurtzi, hacía pira y en lugar de ir a clase se montaba en un barco y se iba a pescar anchoas. Le encantaba el mar y le encantaba el pescado; yo iba al puerto con él, a comprarlo, y cocinarlo en casa era un ritual. Quiero pensar que es por eso que cuando empecé a trabajar en restaurantes siempre buscaba la partida de pescados, siempre me encargaba de ellos. Y cuando cogí mi propio restaurante en Lekeitio, puerto pesquero, qué iba a hacer, pues pescado”, rememora Sergio, poniendo el acento en lo emocional.
Si se va a comer de inmediato, no hay problema en limpiar el besugo con agua dulce, aunque lo mejor es no mojarlo. El agua dulce es enemiga del pescado, acelera su descomposición. Lo ideal es desescamarlo en seco y secarlo bien.
Es importante atemperar el besugo antes de su preparación. Una hora fuera del frigorífico será suficiente para que alcance la temperatura ambiente.
Hay miles de variedades de patata, basta con escoger una nueva y de calidad. Para Sergio Ortiz de Zarate, la monalisa “es la mejor”.
Si no tienes a mano txakoli, utiliza cualquier vino blanco de calidad. Cuanto mejor sea el vino, mejor será el resultado..
Si te parece mucha cantidad un vaso de vino, puedes hacer la receta con medio vaso de vino y otro medio de agua. Incluso sólo con agua.
Si tu horno tiene función ventilador, utilízala, pues el calor se reparte mejor. Si sólo alcanza 270 grados, asa el besugo durante 6 minutos, en lugar de cuatro y medio. Es importante utilizar siempre a la máxima temperatura que pueda alcanzar, con intención de que “el pescado se selle cuanto antes y los jugos se concentren dentro del mismo, queden encerrados en él”.
Si te atreves con un besugo de dos kilos, mantenlo en el horno 5 minutos y medio (a 300 grados).
Las espinas clavadas en vertical en los lomos del besugo te servirán para comprobar si el pescado está bien hecho una vez lo saques del horno. “Con unas tijeras comprobamos si salen las espinas: si salen fácilmente, lo tenemos hecho, a comer; si te cuesta un poco sacar las espinas, no sólo lo tienes hecho, lo has clavado; y si no consigues sacarlas, está crudo y tienes que volver a meterlo al horno, un minuto más, por ejemplo”.
Si no tienes guindilla seca, o no te gusta, puedes utilizar cayena en el refrito.