Pastas y merengues para adornar el árbol de Navidad
La decoración navideña que se come
Dificultad
Fácil
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Fácil
De todas las fiestas del año, el adorno del árbol de Navidad es uno de los momentos más divertidos, sobre todo para los niños de la casa. La tradición milenaria europea del abeto sagrado, en el que los pueblos de la región septentrional del continente colgaban los frutos más apreciados, por ser escasos y exquisitos, y velas o teas encendidas para dar luz a la noche del solsticio de invierno, que con posterioridad ha coincidido con la fiesta de la Navidad cristiana, se ha ido transformando poco a poco con los siglos. Una de las formas del adorno del árbol navideño por excelencia que se mantuvo hasta hace muy poco consiste en colgar de sus ramas nueces y avellanas atadas con cintas de colores, en general rojas, y velitas sujetas con pinzas a las ramas del abeto.
Las bolas de cristal de colores y los cables con lucecitas eléctricas, la otra forma y hoy la más extendida, sustituyen a los frutos meridionales tan deseados por los pueblos del norte y a las teas encendidas. Se pueden combinar tanto el primero como el segundo tipo de decoración, como cualquier otro, con las pastas de masa o de merengue. El que ellos las amasen, las batan, las estiren y les den forma, y luego observen con sus ojitos golosos cómo se cuecen en el horno es la mejor idea. Sobre todo en las circunstancias en que nos encontramos en la Navidad de 2020. Manos a la obra.
Las pastas para colgar tienen que ser de una masa bastante consistente pues, por tener cierto peso en harina y azúcar, han de ser bastante sólidas al mismo tiempo que ricas y sabrosas. Para conseguir estas cualidades no hay mejor ingrediente que la miel. La masa resulta lo bastante sólida y, al propio tiempo, muy sabrosa. Para un árbol grande conviene hacer el doble de la cantidad aquí indicada.
PARA 30 PIEZAS, SEGÚN TAMAÑO
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 20 minutos + 1 hora de reposo
Esta masa no es en absoluto quebrada ni muy refinada, como ya se ha dicho, es consistente porque las pastas tienen que permanecer colgadas del árbol sin desmigarse –si no se las come un pequeño goloso–, pero sí es rica.
Los adornos de merengue son muy vistosos y divertidos de hacer. También tan deliciosos como frágiles. No requieren tanto trabajo como las pastas, solo batir las claras a punto de nieve con el azúcar y un poco de zumo de limón o cremor tártaro –que no es otra cosa que ácido tartárico, un vulgar subproducto de la elaboración del vino, pero al que yo sigo llamando así porque me encanta esa denominación tan legendaria– y el azúcar. Es perfecto para que lo trabajen los niños.
Luego ellos mismos, con mangas pasteleras y un poco de ayuda, pueden dar forma a los adornos que hayan elegido y que se hayan marcado en los papeles de horno, y adornarlos con perlitas, y otros adornos de azúcar, que es lo que más les gusta. Del horno saldrán sus "trabajos" relucientes y radiantes. ¿Qué mejor alegría para ellos en estos días entrañables?
PARA UNAS 30 PIEZAS, SEGÚN TAMAÑO
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 15 minutos
TIEMPO DE COCCIÓN: 1 hora o 2, según sea el horno
Si el tiempo es muy húmedo no es recomendable hacer estos merengues, pues absorberán agua y se pondrán fofos. Pero si se comen en el día, no hay problema. ¡Son muy ricos! Es mejor hacer el azúcar molido en el robot de casa que comprarla, porque suele tener harinas o almidones u otros aditivos como absorbentes de la humedad.